El
amor de perdición de Camilo Castelo Branco
Al abrigo del movimiento político que se
produjo el 25 de abril de 1974 en el vecino Portugal y puso fin a la dictadura
―mejor conocido con «Revolución de los Claveles»― se acuñó un eslogan que
expresa muy claramente la visión desde este lado de la frontera: «Portugal, tan
lejos, tan cerca». No obstante, el ideal de acercamiento y la idea de conseguir
un «todo peninsular» ya se había empezado a promover, principalmente, por los
círculos republicanos y socialistas de ambos países desde el siglo XIX[1]
influídos, no cabe duda, por movimientos equiparables como la unión de Italia (Risorgimento) o la unificación de Alemania
concluídos, respectivamente, en 1870 y 1871. Ese movimiento, al que nos venimos
refiriendo, es conocido como «Iberismo».
Sin
embargo, no es de Iberismo de lo que vamos a tratar en este articulo, sino de
uno de los escritores portugueses (y una de sus obras). Este escritor tiene el
dudoso honor de encontrarse entre un puñado de autores que, llevados por eso
que se ha denominado «misteriosa alma lusitana», tomaron el camino del suicidio.
Miguel de Unamuno, autor del libro Por
tierras de España y Portugal, publicado en 1907, tuvo estrecha relación con
varios de ellos. Llegó a escribir que a varios de sus escritores más
importantes «los mató la vida». Posteriormente, en 1911, extendió su opinión al
pueblo en general al calificarlo de «pueblo suicida». En esa fecha ya se habían
suicidado Soares dos Reis (1889), Antero de Quental (1891), Mouzinho de
Albuquerque (1902) o Trindade Coelho (1908). Poco después les seguirían Manuel
Laranjeira (1912)[2],
Mario de Sá-Carneiro (1916) y la gran poeta Florbela Espanca (1930).
A todos estos nombres añadimos
al lisboeta Camilo Castelo Branco (1825-1891), autor de la exitosa novela Amor de Perdición, escrita en 1862, donde
narra el amor trágico de dos jóvenes ―en línea con Romeo y Julieta o Isabel de
Segura y Juan Martínez de Marzilla (Los
amantes de Teruel)―. Su novela no habría pasado de ser otra historia
truculenta más si no añadimos que la obra está basada en hechos reales, y que fue
escrita cuando Camilo estaba preso y vivía también un amor prohibido. Amor de perdición es una de las novelas
más famosas de la literatura portuguesa y ha sido traducida a varios idiomas,
además de haber sido adaptada varias veces para el cine: tres veces para el
cine mudo, todas bajo el título de Um
amor de Perdiçao; en 1914, dirigido por Francisco Santos; en 1918 por Jose
Viana y en 1921 por George Pallu. De nuevo en 1943, ya en versión hablada, con Antonio
Lopes Ribeiro y en 1978, dirigido por el ya mítico Manoel de Oliveira[3].
En 2008 el director Mario Barroso la llevó de nuevo a la gran pantalla.
Camilo Castelo Branco
es uno de los autores más representativos de la literatura portuguesa y del Romanticismo
tardío. Su vida, que por sí sola podría dar para una (o varias) novela, tiene
todos los ingredientes que, de un modo u otro aparecerán en sus tramas. Amante
de la vida bohemia, fue hijo de una relación extramatrimonial y huérfano, muy
niño, que criaron unos parientes. Su vida desordenada se inició con una boda
prematura a los 16 años, el abandono de la esposa y la muerte de su primera
hija con sólo 5 años. Sus posteriores relaciones fueron tumultuosas, incluso
llegó a raptar a una menor a la que le hizo un hijo y a los que acabó
abandonando. Después siguieron varias relaciones, que acabaron siempre con
escándalos, hasta que se cruzó en su camino una joven llamada Ana Plácido, nada
agraciada, pero por lo relatan quienes la conocieron, tenía una gran
inteligencia. Ambos se enamoraron locamente, si bien tampoco fue una relación
fácil porque la joven estaba casada con un hombre muy rico que, descubriendo la
relación que mantenía la pareja a sus espaldas, no dudó en denunciarlos por
adulterio. Como consecuencia, la pareja pasó un año en la cárcel. La tragedia
no terminó aquí. Fueron finalmente absueltos y el marido, se cuenta que, a causa
de la indignación que le produjo el hecho, murió poco después. Ellos vivieron
juntos hasta el suicidio de Camilo, quien, enfermo, agotado por los problemas
con sus hijos (uno con problemas mentales y otro por su vida desordenada) y
casi ciego a causa de la sífilis que había contraído en su azarosa vida. Cuando
murió, había publicado novelas exitosas como la ya citada Amor de perdición y otras como Amor
de salvación, La novela de un hombre
rico o La brasileña de Prazins.
Abordó
también otros géneros como la comedia, la poesía, el periodismo, la biografía,
la sátira, el ensayo; e hizo traducciones del inglés y del francés, estudios
históricos, prefacios y también varios dramas para el teatro.
El argumento de la obra
que queremos destacar: Amor de Perdición,
fue elaborado por nuestro escritor durante el tiempo que estuvo preso y pudo
acceder a los expedientes conservados en los registros de la cárcel, buscando pormenores
de una historia que le había sido contada por familiares: la de su tío Simão
Botelho, preso y condenado al exilio por haber asesinado a un rival en una
relación amorosa. A Partir de estos hechos, escribió la historia de Simão y
Teresa, hijos de familias rivales de Viseu. Una pasión prohibida, con desenlace
infeliz, porque la joven Teresa ya estaba predestinada a otro pretendiente,
primo de ella. La joven lo rechazó y, por ello, el novio, herido en su amor
propio, convenció al padre de su amada para que fuera internada en un convento.
Como resultado, Simão mató al primo pretendiente, se presentó voluntario ante
las autoridades y, como consecuencia, se le condeno al exilio. No termina aquí
la tragedia, porque al pasar por delante del convento el barco que lo conducía
a la India, pudo divisar a su amada Teresa, que murió con esta visión consumida
por la tristeza. Cuando Simão conoció la noticia también murió. A diferencia
del personaje de la novela, el tío de Camilo, protagonista en la vida real, no
tuvo un final trágico, porque siguió viviendo en el exilio.
La explanada donde se
ubica actualmente el edificio del Centro Portugés de Fotografía en Oporto,
ciudad donde tuvieron lugar los sucesos, fue anteriormente una cárcel donde
estuvo recluído el escritor. Esta esplanada fue llamada, en homenaja a la
conocida obra: «Amor de Perdición».
Rosa Maria
Ballesteros García
Vicepresidenta del
Ateneo Libre de Benalmadena
“benaltertulias.blogspot.com”
[1] No obstante, antes de la Guerra
de Independencia (1808-1814), un liberal afrancesado: el abate José Marchena ya
lo había propuesto, y la Guerra, que alió a España y Portugal para expulsar a
los franceses en un proyecto común, daría un gran impulso a este deseo, deseo
que se vio frustrado por la llegada del Absolutismo de Fernando VII.
[2] Manuel Laranjeira (1877-1912),
médico de profesión, define en estas frases este ese espíritu luso al que nos
venimos refiriendo: «Eu sou um filho deste século de tristeza, de ansiedades
impossíveis de satisfacer (…) O resultado é o homem exigir à vida coisas que
ela não pode dar.
Yo soy un hijo de este siglo de tristeza, de deseos
imposibles de satisfacer (…) el resultado es que el hombe exige cosas a la vida
que ella no le puede dar. T.A.
[3]Manoel de Oliveira (1908-2015)
fue considerado como el cineasta más prestigioso de su país y el más conocido
internacionalmente. Es, además, uno de los dos directores de cine en estrenar
una película con más de 100 años.
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