domingo, 29 de diciembre de 2024

El Toisón de oro

                                                       EL TOISON DE  ORO

Se trata de la Orden de Caballería más prestigiosa y antigua de Europa, íntimamente ligada a la Casa de Austria y a la Corona Española en cuyo poder de decisión se encuentra la admisión de nuevos socios que no sean los propios reyes o miembros de estirpe real.

La palabra toisón viene del latín tardío, del verbo “tonedere” que significa esquilar (tonsio) y hace alusión a la acción de cortar el pelo a los animales, sobre todo a las ovejas. El añadido de oro se debe a que originariamente era conocido  como Crisómallo o Vellocino de Oro, porque su lana era de oro, es decir, se utilizaba para extraer las pepitas de oro de los ríos auríferos en la región de Georgia (Mar Negro), y se correspondía en la  mitología griega a un carnero alado, hijo de Poseidón y la ninfa Teófana, que llevó en vuelo a los hijos del rey Atamante,  Frixo y a su hermana Hela, obligados a huir ante las acusaciones de su madrastra Ino, llevándolos a la Cólquide (actual Georgia). En pleno vuelo perecería Hela al caer en el Helesponto (mar de Hela, actual estrecho de los Dardanelos). Frixo sacrificó el carnero a Zeus y lo entregó al rey Eetes que lo guardó en un bosque sagrado a donde irían posteriormente Jasón y sus argonautas a rescatarlo para poder ser rey de Yolcos. Hasta aquí las leyendas mitológicas en que se basa la creación de la orden.

El carnero, crisomallo o vellocino de oro era el símbolo de Brujas que destacaba la prestancia y exitosa evolución económica de su ganadería bovina que encumbró al Ducado de  Borgoña a un poder político notable. Felipe III, “el bueno”, Duque de Borgoña, creó un nuevo estado y nuevos signos y símbolos para fidelizar a sus aliados, siendo uno de ellos, quizás el más importante y duradero, la  orden de caballería, “El Toisón de Oro”, fundada en 1429,  siguiendo el modelo inglés de la “Orden de la Jarretera” que fundara Eduardo III en 1348 como cima del sistema de honores británico que por su parte se inspiraba en la leyenda de los caballeros de la Mesa Redonda.

Por elección del Duque de Borgoña, el vellocino de oro pasará a significar a  partir del siglo XV el símbolo de representación de la Orden del Toisón, catolizada añadiéndole a San Andrés como patrón, que señalaría a lo más exquisito de la nobleza porque el collar solo lo imponían los reyes, y habitualmente a otros reyes, hasta el VII Capítulo (1447), en que fue admitido el primer extranjero en la persona de Alfonso el Magnánimo rey de Aragón.

De su fundador Felipe III, el Toisón, pasa a Carlos el Temerario, su sucesor, y a la muerte de éste en 1477, el gran maestrazgo pasaría a su hija María de Borgoña, en cuyo lugar, lo ejercería su marido el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano I de Austria, padre de Felipe I el Hermoso y abuelo de Carlos I de España y V de Alemania. Con las bulas de los Pontífices Gregorio XIII (1574) y Clemente VIII (1600) el Gran Maestrazgo quedaría vinculado a la Corona de España.

En 1700, a la muerte sin descendencia de Carlos II, los dos pretendientes a la corona española, Felipe V de Borbón y Carlos VI de Habsburgo ejercieron el maestrazgo que fue aceptado por ambas partes mediante un tratado que se firmó en 1725 dando origen a la rama borbónica del Toisón.

Hasta llegar al siglo XIX, en la rama española solo hay dos novedades, los toisones concedidos por José I, entre ellos a Napoleón que fueron revocados por Fernando VII, y el concedido por éste al Duque de Wellintong que fue el primer protestante en ingresar en la orden. En el siglo XX existen otros titulares no pertenecientes a la realeza, todos ellos concedidos por Juan Carlos I.

Pero hay aún otros dos personajes reales que ostentaron y nombraron a nuevos integrantes de la orden del toisón en España que no suelen figurar habitualmente en ningún registro histórico, se trata de los descendientes de Alfonso XIII.

Alfonso de Borbón y Battenberg (1907-1938), hijo primogénito de Alfonso XIII, recibió el Toison poco después de su nacimiento. Padecía hemofilia y, fue Príncipe de Asturias, es decir, heredero de la corona hasta 1933 en que renunció a sus derechos como posible  Alfonso XIV, para realizar un matrimonio morganático en 1934, es decir, se casó con una persona que no era de la realeza, una cubana llamada Edelmira Sampedro y Robato (1906-1994) de la que se divorció en Mayo de 1937 para volverse a casar con Marta Esther Rocafort y Altuzarra (1913-1993). Falleció en Miami en 1938 en un accidente de automóvil. En 1985 sus restos fueron repatriados a El Escorial.

Jaime de Borbón y Battenberg (1908-1975), segundo hijo de Alfonso XIII, recibió de su padre el Toisón en 1921, a los 13 años de edad, y a los 35 años, tras ser heredero o Príncipe de Asturias solo durante 10 días fue obligado a renunciar a sus derechos sucesorios por ser sordo a causa de una mastoiditis que le debieron operar a los cuatro años. Al año siguiente, 1934, se casaría morganáticamente con Emanuela Dampierre, noble francesa con la que tuvo dos hijos, Alfonso (1936-1989) y Gonzalo (1937-2000) que moriría de leucemia. El matrimonio se separaría en 1947 en Bucarest para volverse a casar, el infante, dos años después en 1949 con una cantante de ópera Charlotte Luise Auguste Tiedemann viviendo con ella en Lausane de forma poco avenida entre escándalos hasta que murió en el Hospital de San Gal en 1975 de un traumatismo craneoencefálico de origen poco aclarado. Sus restos fueron repatriados en 1984

Alfonso de Borbón Dampierre, a los 18 años en 1954 con  el permiso del dictador vino a vivir a España en donde estudió Derecho en la Universidad de Deusto, hizo su servicio militar y en 1969, al nombrar Franco a su primo Juan Carlos como sucesor a título de Rey, lo nombró embajador en Suecia cargo que desempeñó hasta 1973, y durante el que conoció a la que sería su esposa Carmen Martínez Bordiú y Franco (1951), o sea la nieta del dictador con la que se casó en 1972 desatando una oleada de especulaciones sobre una posible alteración en la sucesión a la dictadura dada la aversión que sentía Franco hacia el padre de Juan Carlos. El matrimonio duró hasta 1982 y tuvo dos hijos, Francisco de Asís que moriría a consecuencia de las heridas sufridas en un accidente de tráfico en 1984 a los once años de edad, y Luis Alfonso licenciado en Ciencias Empresariales en la Universidad de Madrid, casado con una rica venezolana con la que ha tenido cuatro hijos que ha decidido educar en España, por lo que reside actualmente en Madrid.

Juan de Borbón y Battenberg (1913-1993), tercer hijo de Alfonso XIII, aspirante al trono que no llegó a reinar, recibió el Toison en 1927, a los 24 años y fue jefe de la Casa Real entre 1941 y 1977 y a su vez concedió varios toisones, en primer lugar a Franco en carta fechada en 1961 y rechazado por éste, igualmente por carta, al mes siguiente.

Curiosamente también Jaime de Borbón entregó el galardón a Franco en 1972 con ocasión de la pedida en matrimonio de su hijo Alfonso con la nieta del dictador pero Franco jamás hizo exhibición del collar ni torció por ello su criterio con respecto a la sucesión.

Juan Carlos I de Borbón y Borbón (1938) hijo de Juan de Borbón reinó en España por designación del Dictador Francisco Franco desde 1975 a 2014. Había recibido el Toisón de oro en 1941 con tres años de edad. Tuvo un hermano menor Alfonso de Borbón y Borbón (1941-1956) que falleció a consecuencia de un disparo que le atravesó la cabeza y del que fue autor su propio hermano Juan Carlos, hecho que careció de cualquier tipo de investigación por orden expresa del propio dictador. Enterrado en Estoril sus restos fueron repatriados por su hermano en 1992 a petición de su padre.

Es conocida la generosidad del Rey Juan Carlos I en la concesión de los toisones, en total 24 durante su reinado. Más reacio a ello ha sido su hijo Felipe VI que lo recibió en 1981 a los 13 años y solo lo ha concedido a su hija Leonor en Octubre de 2015 cuando ésta tenía  diez años.

El Toison de Oro, o potence,  es la máxima distinción que otorga la corona española, y hasta 1985 solo había hombres y a partir de aquí cuatro mujeres todas reinas excepto Leonor. Se trata de un collar compuesto por 52 eslabones de oro con forma de B en alusión al ducado de Borgoña, que ostentan en cada placa el escudo de armas de cada uno de los beneficiarios. Mide 143 centímetros por 98 de radio. De las dos placas centrales cuelga el  vellocino en oro macizo. Cada uno de ellos está valorado en 50.000 € y actualmente hay 60 collares o “potences” repartidos en manos de distintas personalidades que deberán ser devueltos a la muerte de sus poseedores. Su coste es a cargo del erario público español.

 

                                                                            Jesús Lobillo Ríos

                                                  Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                                 “benaltertulias.blogspot.com”

Bibliografía.-

J. Tusell, G. Queipo. “Alfonso XIII”. Taurus 2001

L. M. Ansón. “Don Juan”. Plaza y Janés 1994

P. Preston. “Franco”. Grijalbo 1994

J. Tusell. “Dictadura franquista y democracia” Crítica 2005

N. Concostrina. “Podcast divulgativos”. Junio 2024.

Wikipedia.org/wiki/Orden_del_toison_de_oro


domingo, 22 de diciembre de 2024

Hércules

Hércules: El primer Don Juan

(Desmesuras de la Mitología)

 

Es muy probable que Hércules (el Heracles griego), un semidiós hijo del dios Zeus (el Júpiter romano) y de la mortal Alcmena sea uno de los personajes más conocidos y populares de la Mitología clásica greco-romana. Su figura y sus hazañas han sido llevados al cine en incontables ocasiones, encarnado por actores-culturistas como Steve Reeves, Mark Forest, Dwayne Johnson, entre otros. Fue la personificación de la fuerza, demostrada durante toda su vida en infinidad de hazañas. También hay que subrayar que, desde sus primeros años, comenzó a dar pruebas inequívocas de su rebeldía y mal carácter, que le llevarían hasta el extremo de la violencia más extrema. Como prueba de ello, siendo aún adolescente, y en un ataque de ira, mató a su maestro de música, Lino.

Hércules, apenas nacido, dio muestra de su fuerza descomunal al enfrentarse a su primera hazaña: matar con sus manos de bebé a dos serpientes que la celosa y vengativa Hera, esposa de Zeus, había introducido en su cuna como respuesta a los “cuernos” que su veleidoso esposo le había puesto con la bellísima y mortal Alcmena. No sería esta acción la última maldad de Hera contra Hércules, pues años después, casado éste con la princesa tebana Megara (su primera esposa), la poderosa diosa le volvió temporalmente loco. Como resultado de esta enajenación Hércules asesinó a Megara, a sus hijos y a dos de sus sobrinos. Desmesuras abundantes de la Mitología.

Como castigo a tan terrible acción (ahora sería considerada como violencia de género y vicaria), el rey de la ciudad de Tirinto, Euristeo, inspirado por la sibila délfica, le impuso una descomunal tarea, quizás la más célebre del héroe, conocida como «Los doce trabajos››. Según algunos autores, las tres últimas hazañas: el robo del ganado de Gerión, el de las manzanas del jardín de las Hespérides y la captura de Cerbero para sacarlo del inframundo, tuvieron como escenario nuestra legendaria y andaluza Tartessos.

Relacionado, con el «donjuanismo››, como enuncia el título del artículo, Ernesto Giménez Caballero, escritor vanguardista, definía a este forzudo héroe, paradigma de la virilidad, como «el primer don Juan›› o «el garañón de estirpes reales››. Razones tuvo. Ya hemos anticipado que su primera mujer fue una princesa: Megara. Su segunda esposa fue otra princesa lidia (y luego reina) llamada Onfale, a quien fue vendido como esclavo en castigo de haber matado a otro hombre llamado Ífito. Con ella tuvo un hijo llamado Agelao. Su tercer matrimonio fue con Deyanira, otra princesa, por cierto, muy belicosa y nada pasiva que «conducía un carro y practicaba el arte de la guerra». Con ella tuvo Hércules cuatro o cinco hijos, pero la paz conyugal se rompió cuando (de nuevo) nuestro héroe le fue infiel con otra princesa (¡Cómo no!) de nombre Yole. De nuevo los celos, esta vez de Deyanira quien, utilizando una pócima que le había proporcionado el centauro Neso (elaborada con la sangre de éste cuando Hércules lo mató de un flechazo), mató sin querer a su amado. Había sido engañada por el tal centauro (que le había prometido que, si untaba una túnica de Hércules con él, nunca le sería infiel), Deyanira siguió en consejo al pie de la letra. Como resultado, cuando el marido vistió la tela, esta se le pegó al cuerpo y comenzó a arder. El héroe murió entre las llamas convertido en una tea humana. Tras su reducción a cenizas su padre, el dios Júpiter, le hizo ascender a los cielos en forma de nube, divinizándolo.

Sin embargo, la hazaña más famosa en su faceta de garañón está asociada a una de sus increíbles hazañas: cazar al león de Citerón que devastaba el ganado de Tespio, rey de Tespis, en Beocia. Este tal Tespio, otro gran marañón, como casi todos los personajes olímpicos, estaba casado con Megamede y con ella, y la colaboración de algunas concubinas formó una familia de cincuenta (50) hijas. Deslumbrado con la hazaña de Hércules, quien acabó con la bestia tras cincuenta días de persecución Tespis, prendado del forzudo Hércules, y deseoso de convertirse en abuelo de una prole engendrada por tan magnífico ejemplar de semental, fue ofreciéndole una a una sus hijas, cada noche, tras la jornada de caza, durante los cincuenta días que se alojó allí. Ellas son conocidas colectivamente como Tespiades (Pánope, Euribia, Lisidice…).  Existen varias versiones del hecho, reduciendo a una semana y aún a un solo día esta hazaña sexual.  Según las diferentes versiones, Hércules tuvo cincuenta o cincuenta y un hijos con las tespíades. De los cincuenta, siete se quedaron con su abuelo Tespio; a tres los enviaron a Tebas y los cuarenta restantes a la isla de Cerdeña, para colonizarla.

Haciendo una aproximación entre ambos conquistadores (Hércules y Don Juan), no sabríamos quien ganaría el título de «gran marañón››. Se sabe que nuestro paisano confesó a su rival (Don Luis Mejía) que había seducido a 72 mujeres. De Hércules se ignora el número exacto, pero lo que no cabe duda es que su hazaña con las hijas de Tespis sobrepasa a cualquier marca humana.

 

                             Rosa M. Ballesteros García

             Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                           “benaltertulias.blogspot.com”

 

Lecturas de interés:

Giménez Caballero, Ernesto: Hércules jugando a los dados, 1928.

Graves, Robert: «Las hijas de Tespio», Los mitos griegos, 1989, Madrid: Alianza. pp. 118-120.


domingo, 15 de diciembre de 2024

Ciencia y creencia

                                                          “CIENCIA Y CREENCIA”

 

Mantenía Unamuno que el cristianismo tiene tres creencias: la fe, que es creer en lo que no vemos, la razón que es creer en lo que vemos, y la esperanza que es creer en lo que veremos. Si lo que veremos puede ser discutible entre quien lo predica y quien espera vivirlo, lo que vemos puede y debe ser interpretado a la luz de la razón por todos los personajes concernidos. Lo más complejo es la fe, es decir, creer en lo que no vemos, en lo que no conocemos ni entendemos, con el convencimiento de que, quien trata de persuadirnos tampoco lo sabe porque si lo supiera previamente carecería de fe.

Esta falta de conocimiento previo no justificado, ha llevado al mantenimiento de graves errores que la inteligencia y la razón han ido desgajando poco a poco del árbol de los conocimientos numinosos. Las grandes plagas que azotaron a la humanidad fueron consideradas enfermedades bíblicas, castigos divinos, a veces intencionadamente selectivos pues respetaban al pueblo escogido.

Sin embargo la enfermedad bíblica por excelencia ha sido la lepra, mal del cuerpo y del alma que afecta a la piel y a los nervios periféricos, cuya fisiopatología y tratamiento es hoy perfectamente conocida sobre todo a partir del descubrimiento de la bacteria, mycobacterium leprae, por el médico noruego que le dio su nombre “bacilo de Hansen”, de manera que ninguna forma de lepra puede hoy día identificarse con ninguna falta o pecado que pudiera cometerse.

Hacia 1859 Charles Darwin publicó “El origen de las especies”, un estudio personal tras la recopilación de datos y especímenes llevada a cabo en los cinco años de navegación a bordo del “Beagle”, del que deducía que toda la existencia que nos rodea es el producto de la evolución, siempre cambiante, llevada a cabo desde el origen de la vida hasta nuestro tiempo presente a fin de adaptarnos a él. No pudo especificar cómo fue el origen de la vida, pero cien años más tarde el desarrollo de la biología molecular demostró que la unión de cuatro bases nitrogenadas junto con compuestos de fósforo, carbono y azúcar, o nucleótidos, se conformaban como las primitivas hebras, tiras finísimas, que enseguida formarían nuestros genes portadores de nuestra identidad y características.

El seguimiento y estudio pormenorizado del desarrollo que tiene lugar en esta evolución explica muchas de las anomalías que se observan en los seres vivos que hoy en día englobamos bajo las siglas LGTBIQ, es decir, Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero y otras diversidades sexuales, o lo que es igual, reconoce que estas anomalías existen de forma discrecional en la naturaleza y no son producto de ningún pecado ni falta cometida por sus progenitores. Reconoce sencillamente que son seres vivos con peculiaridades que no hemos respetado, por desconocerlas, hasta ahora.

Nadie puede achacar hoy día, en su sano juicio, que un enfermo con síndrome de Down o con parálisis cerebral, tenga su origen en alguna imaginaria transgresión moral del comportamiento de sus padres, como tampoco es justo pensar que la degradación cerebral o Alzheimer de la última década de nuestra vida pueda deberse a deshonestos comportamientos en décadas previas.

La intransigencia detectada en numerosos colectivos conservadores a aceptar los avances bioquímicos o explicaciones genéticas de este tipo de trastornos, demuestra una ignorancia culpable de conocimientos y una ausencia de empatía, caridad o amor, abundantemente preconizados en nuestras relaciones sociales, cuyo escalón previo deja ver una fobia a todos los marginados y diferentes sean biológicos, físicos o culturales.

El desenlace entre este falso enfrentamiento entre fe y razón siempre estará dirimido por la verdad que proporciona el conocimiento debidamente contrastado y demostrado, y nunca podrá quedar al albur de teorías ciegas desprovistas de evidencias y propaladas, so pena de castigos inauditos, desde cualquier podio de dudosa cualificación.

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                                                                       Jesús Lobillo Ríos

                                               Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                           “benaltertulias.blogspot.com”

 

  

Bibliografía.-

Miguel de Unamuno. “La agonía del cristianismo”. Espasa Calpe 1984.

Eloíno Nácar y Alberto Colunga. “Sagrada Biblia”. Biblioteca de Autores Cristianos.1969.

Charles Darwin. “El origen de las especies”. Sarpe 1983.


domingo, 8 de diciembre de 2024

El reloj

EL RELOJ

 

 

La manecilla del reloj seguía su camino sin mirar atrás, resuelta a llegar lo más adelante que pudiera, sin descanso. Su paso sonaba en el silencio de la estancia.

Habían quedado con unos amigos, por lo que estaban preparándose para salir de la casa. Ella había pensado en el tiempo que tenía antes de la cita, se había dado minutos para cada cosa que tenía que hacer: asearse, ver que ropa se ponía, poner agua a los perros. Todo le cuadraba, miraba el reloj y pensaba que incluso podría sentarse, relajada, un momento antes de salir.

Él miró el reloj de soslayo, como no queriéndolo ver. También tenía que asearse, vestirse, pero para él, el tiempo era difuso, se concentraba en lo que estaba haciendo. Para él, la manecilla no existía, oía las voces de su pareja achuchándole para que se diera prisa, contestaba que ya le quedaba poco, no entendía los nervios de su pareja y claro, los minutos seguían pasando.

Ella notaba su ansiedad brotar, cosa que le fastidiaba. Siempre quería llegar a tiempo, incluso algo antes, sin prisas, pero él no paraba en eso, no le incomodaba llegar tarde: lo veía normal. Y así salían de la casa una vez más, como tantas otras, algo enfurruñados, no sabiendo si llegarían a tiempo o no, repitiendo una escena habitual.

Mientras tanto, ajena a lo sucedido, la manecilla proseguía inalterable su camino.

 

                                        Francisco Marín Urrutia

                          Médico. Especializado en Rehabilitación

                                    “benaltertulias.blogspot.com”


domingo, 1 de diciembre de 2024

Restaurantes

                       CURIOSIDADES SOBRE LA HISTORIA

                          Y ORIGEN DE LOS RESTAURANTES                                                  

 

"Cuando no se tiene nada qué comer es bueno, al menos, leer libros de cocina".

 Honoré de Balzac.

 

"Cuando no se tiene nada qué comer es bueno, al menos, ver películas de cocina".

 Cecil Bary.

 

Se sabe que los mesones o las posadas tienen un origen milenario y en Europa se tienen datos de la existencia de estos establecimientos desde el siglo VIII. Sin embargo, estos locales no tenían las connotaciones que se les adjudicarían posteriormente a los que aparecen ya en el siglo XVIII con la Revolución Francesa (1789-1799), que no sólo fue una guerra civil al uso, sino un vuelco total al orden social establecido. Como curiosidad, en Francia, las casas de comida modestas eran conocidas como “Gargotes” (cantina, restaurante barato).

 Desde finales del siglo XVIII comienzan a aparecer locales que no sólo daban de comer a sus clientes, sino que ofrecían la oportunidad de disfrutar, sin prisas, de una buena comida en mesas individuales, con manteles, vajilla y cartas o menús ofrecidos por el “Chef” de la casa, un término, éste, por otra parte (esta sí es una curiosidad) que debemos a un tal Antonin Carême (1784-1833), un cocinero francés al que sus coetáneos consideraban como “el que estaba a la cabeza” (de los fogones); es decir “El Jefe”[1].

Otra curiosidad es la denominación que reciben: “Restaurantes”, que también se debe a otro cocinero francés de nombre Dossier Boulanger, dueño de un establecimiento de comidas que tenía en su entrada el siguiente reclamo: “Venid a mí, hombre de estómago cansado, y yo os restauraré”. Corría el año de 1765 y ese “restauraré” lograría convertirse en la singularidad que ha llegado hasta nuestros días y que define a tales establecimientos.

En el libro Comer es una historia de Óscar Caballero, publicado en 2018, el autor afirma que “al cortar la cabeza del noble o mandarlo al exilio (…) la Revolución Francesa dejó sin trabajo a una pléyade de cocineros”, de forma que estos profesionales (en paro obligado, en lenguaje actual) tuvieron que fabricarse un nuevo puesto de trabajo, instalado en un local en el que se reunirían los tres elementos que desde entonces definirán al restaurante: bodega, sala y cocina, convirtiéndose en los lugares ideales para  la nueva burguesía liberal que acudía a ellos para sus reuniones, pues representaban la distinción y el refinamiento. Podríamos concluir, pues, que este nuevo arte fue una consecuencia “colateral” que toda revolución lleva implícita y que, inmediatamente, se extendería por toda Europa. Otro libro que nos puede resultar muy interesante sobre este tema se publicó en 2004 y es del profesor Fernández-Armesto: Historia de la comida: alimentos, cocina y civilización.

Ya en nuestro país, el caso más singular es el famosísimo “Casa Botín”, una hostería fundada en 1715 por el francés Jean Botín, que el libro Récord de los Guinness considera como el primer restaurante de la historia ya que, desde su fundación, no ha cesado en esta actividad, conservando activo, desde hace más de tres siglos, su horno de leña. La historia de este restaurante está muy vinculada a la historia de España, pues el edificio en que se encuentra data de 1590 (treinta años después que Felipe II instalase la corte en Madrid). Célebre para muchos de los personajes que pasaron por sus comedores, como Hemingway, quien escribe en su novela Fiesta, publicada en 1926: “Es uno de los mejores restaurantes del mundo”. Otros escritores como Galdós (Misericordia, 1897), Gómez de la Serna (Total de greguerías, 1962), Graham Green (Monseñor Quijote, 1982), abundan en citarlo como centro insustituible del buen comer.

Y como no podía ser de otro modo, también este arte se ha llevado a la gran pantalla en películas como Delicious (Delicioso), un drama histórico de 2021 dirigida por Eric Besnard y ambientado en el preludio de la Revolución Francesa, inspirada en la fundación del primer restaurante del mundo; Vatel de Roland Jaffé, estrenada en 2000 sobre la vida de François Vatel, un cocinero del siglo XVII al servicio del príncipe de Condé o El festín de Babette de Gabriel Axel de 1987, inspirada en una renombrada cocinera parisina de la década de 1870 que, huyendo de la guerra civil se instala en una aldea de Dinamarca. Estos tres títulos citados son sólo un ejemplo de las decenas de producciones relacionadas con los fogones.

Como afirma el autor de Comer es una historia, actualmente “todos somos servidos en algún momento del día, incluidos los servidores. Y es una novedad revolucionaria. Y hasta una casa de comidas sin pretensiones, pero con mantel y cubiertos y copas, reproduce una parte de aquel progreso”. Señala también las diferencias entre este nuevo concepto de restauración surgido tras la Revolución Francesa y las posadas, casas de comidas o tabernas que ya existían previamente, como las de aquel Madrid del siglo XVII que, según unos versos populares, “es ciudad bravía que, entre antiguas y modernas, tiene 300 tabernas y una sola librería”. Muchos de estos establecimientos populares eran conocidos como “tabernas de puntapié”, pues eran desmontadas (a modo del “top manta actual”) ante la irrupción de la autoridad.

Hasta ahora hemos hablado de “Cheff” (en masculino); sin embargo, también aparecen maestras de la cocina como fueron las francesas Marie Bourgeois (1870-1937) o Eugénie Brazier (1895-1977) quien tiene el honor de haber sido en la primera persona de cualquier sexo en tener seis estrellas Michelin. En nuestro país tenemos el ejemplo de la vasca Nicolasa Pradera (1870-1959) con su restaurante “Casa Nicolasa”. En 1933 escribió el libro La cocina de Nicolasa, que prologó Gregorio Marañón, gran admirador de la cocina vasca. En 1930, le vendió el restaurante a su ayudante María de Urrestarasu, que lo regentó hasta 1952. Afortunadamente, ese “techo de cristal”, teóricamente infranqueable, ha sido roto por grandes cocineras, entre otras, y ciñéndonos a nuestro país: Elena Arzak, Carme Ruscadella, Fina Puigdevall, Pilar Idoate, Cristina Figueira, Yolanda León, Macarena de Castro, Begoña Rodrigo, Lucía Freitas, Vicky Sevilla, Elena Lucas o la alicantina Susi Díaz, autodidacta, que no ha pasado por ninguna escuela de hostelería, y que aprendió el oficio de sus abuelas, lo que no le impidió recibir una estrella Michelin y dos soles de la Guía Repsol.

Un par de datos curiosos: la primera compilación de recetas data de da Edad Media, en los tiempos del rey Felipe VI de Francia, se tituló Viandier y fue escrito por un cocinero real llamado Guillaume Tirel (1314-1395).  Hasta ese momento, lo único parecido a un manual eran malas copias del tratado De re coquinaria, una colección de recetas romanas escrita entre los siglos IV y V. Otra obra fundamental, algo posterior, para el estudio de este arte es el del italiano Bartolomeo Scappi (c. 1500-1577) titulado Opera dell’arte del cucinare (1570), donde además de contener cerca de mil recetas, contiene la primera representación conocida de un tenedor.

Y, como última curiosidad, citamos a Julia Child (1912-2004), una californiana que pasó de su oficio de espía: (trabajó para el OSS, el servicio de inteligencia norteamericano) a convertirse en la cocinera televisiva que enseñó a cocinar a los norteamericanos. Para ello se había formado en la reputada escuela francesa “Cordón Bleu”. En 1961, su libro El arte de la cocina francesa la convirtió en una figura clave en la introducción de esa cocina en los EE. UU.

 

                                                Rosa M. Ballesteros García

                                 Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                  “benaltertulias.blogspot.com”



[1] Conocido por haber sido el primer estudioso europeo de las salsas en la cocina francesa en su obra L'art de la cuisine française, publicada en 1833.


domingo, 24 de noviembre de 2024

Agresión versus violencia

                                             AGRESION VERSUS VIOLENCIA

 

La agresión es un tipo de comportamiento definido y estudiado por los psicólogos, que conlleva un daño  o intención de daño hacia la persona agredida por parte de la agresora, daño que será reparable o irreparable, lo que determinará su gravedad. La agresión sexual restringe este comportamiento al ámbito de las relaciones sexuales de pareja en relación a la obtención de una satisfacción no concedida deliberadamente.

La agresión sexual al no ser permitida libremente lleva en sí el daño necesario para obtenerla cuya escala de valores es casi ilimitado teniendo su pico más alto en la muerte de la portadora o portador del bien deseado. Mientras mayor sea el daño ocasionado más fácil será para la justicia determinar la causa-efecto agresiva a fin de imponer las sanciones previstas por la ley al efecto.

Los límites de la agresión sexual son, por tanto, la violencia simple que no llega a obtener satisfacción sexual porque se queda en la intención de alcanzar su objetivo bien sea por falta de oportunidad o por falta de capacidad ante la más que probable acción defensiva. Muchos intentos de agresión sexual no pasarán de ser constitutivos de una violencia sin más, y tampoco podemos saber cuánta violencia ejercida en nuestras relaciones habituales responden solo a intentos de agresiones sexuales abortadas o fallidas.

La violencia de género, y más concretamente la violencia machista, puede declararse así, como un pródromo de una violencia sexual inconclusa que entiende que la posesión sexual es el punto más alto del poder material que se puede obtener de una mujer haciendo caso omiso de los valores morales de aquella persona que quizás pretenda incorporarse más adelante como compañera vital, o no, en cuyo caso el respeto  se configura como premisa básica de entendimiento.

La ascensión biológica de la atracción sexual ha ido superando todos los escalones físicos que imponían la necesidad de la preservación de la especie pura y simple, para dotarla de todas aquellas circunstancias personales que adornan una evolucionada personalidad única en sus compromisos y objetivos cuyas aspiraciones deberá asumir  y animar la pareja competente en su caso.

La violencia machista, la prepotencia del macho ineducado, es un  ente arraigado en nuestra cultura social, en cuyos usos y costumbres no se contempla la consideración de la mujer como persona intelectualmente dotada y capacitada a todos los niveles, y nos lleva a la pérdida de todos aquellos valores que sí fueron capaces de cultivar nuestras mujeres con la pretensión de mejorar nuestra sociedad aportando unos valores tanto o más valiosos que los masculinos.

La violencia machista en general transmutada en falta de capacidad para las relaciones ordinarias, tanto sean familiares, laborales o políticas ponen de manifiesto una falta de educación que no se obtuvo en los años iniciales de la vida por falta de recursos, por orientación desviada o por intereses culturales impuestos. La educación desde sus pasos iniciales debe de ser mixta en igualdad para ambos sexos, desarrollando así el conocimiento y el respeto mutuos, y debe de ser laica, porque si no es laica no es educación.

Mientras no alcancemos el convencimiento de la necesidad de estos parámetros nuestra sociedad seguirá inmersa en la violencia de género rechazando todas las leyes que pretendan equiparar el empoderamiento desigual que propicia nuestra marcha claudicante, no reconociendo las potestades y la libertad de elección de la mitad de ese género.

 

                                                                     Jesús Lobillo Ríos

                                            Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                        “benaltertulias.blogspot.com”


domingo, 17 de noviembre de 2024

POR QUERER QUE NO QUEDE

POR QUERER QUE NO QUEDE

 

Queremos que este verano sea luminoso, pero no demasiado deslumbrante. Queremos que nos entendamos, aunque no sean cosas del querer ni del amor. Queremos conformarnos con que nuestros quereres sean deseos sencillos, normalitos y hasta baratos, aunque no nos traigamos muchas medallas. Queremos que este tiempo de estío que no de hastío, sea un tiempo  propicio para los acercamientos, para nuevas amistades, para los encuentros y no para desavenencias. Queremos ser libres, estar libres y sentirnos libres.

“La verdad os hará libres” dijo Jesús de Nazaret y no el Niño Jesús de Praga ni el Cristo de Limpias ni el Sagrado Corazón de Jesús del Tibidabo ni el papa de argentino. Es mucho más: si lo han dicho, es plagio.

Quisiéramos tener libertad y no tener que poner rejas en nuestras ventanas, visillos a nuestros pensamientos ni cortinas a nuestros ojos. Quisiéramos que nuestras puertas fueran francas y franqueables, pero nunca franqueadas. Quisiéramos que nuestros pensamientos fueran libres y nunca invadidos por las habladurías, por las posverdades y, mucho menos, ni por las lágrimas ni por la miseria.

“Los hombres y las mujeres somos libres”. Es tan fácil decirlo que hasta nosotros hemos podido hacerlo, aunque suene a plagio.

Es verdad que somos animales racionales, racionales  por naturaleza y, por ello, como consecuencia de ser libres, somos éticos. No somos éticos por naturaleza, sino racionales y por ello hemos podido llegar a ser éticos por conveniencia  de nuestra convivencia, por la necesidad que hemos tenido que satisfacer de contar con los demás. La ética es una segunda naturaleza, una superestructura que puede hundirnos nuestra naturaleza racional, si no la cuidamos. Es tanto así que las dictaduras de todo corte, de todo estilo, nos arruinan.

Queremos ser libres entre personas libres. No queremos nuestras casas enrejadas, como cárceles, con tres cerraduras y una cancela, con un perro guardián y una alarma. Nos bastaría con una sola cerradura para que el viento no nos desencajara la puerta ni se nos rompieran los cristales. No tendríamos que alimentar a perros guardianes, que se podrían llamar Hitler, Stalin, Franco, Putin, Netanyahu... mientras hay tanta hambre en el mundo.

Siempre queremos ser libres, y poder entrar y salir de nuestras casas, pero no por caprichos y entramados políticos y financieros y que una alcaldesa nos eche de nuestras viviendas sociales para no volver nunca y que solo pase el tiempo.

Queremos ser libres en todas las estaciones del año, y en todos los lugares del mundo, sin tener que  temer que se nos escapen todos los trenes políticos sin quedarnos arriados en los innumerables arcenes que pueblan nuestra convivencia.

Todas las tardes, ya vuelven a encenderse las segundas viviendas, sin que nadie las haya ocupado durante el oscuro y largo tiempo que estuvieron apagadas ante los ojos de todo el mundo. Hasta los que nos asustan con las ocupaciones de viviendas, salen de las suyas para ir a votar, porque no les asusta el miedo que sólo difunden para los demás.

Por todo esto y aquello, por lo de más acá y más allá, nos bastaría con querer y que se hiciera realidad que el mejor amigo del hombre fuera el hombre y no el perro.

 

                                                           José María Barrionuevo Gil

                                                       El Ateneo Libre de Benalmádena

                                                          “benaltertulias.blogspot.com”


domingo, 10 de noviembre de 2024

Dolors Canals i Farriols

DOLOR CANALS I FARRIOLS (1913 – 2010)

 

«Los niños tienen capacidades no reconocidas

para pensar por cuenta propia.

Son pequeños científicos que requieren un mundo

amplio a su alrededor para desarrollarse»

 

Dolors fue una médica, psicóloga y bióloga. Nacida en una familia de la burguesía catalana del barrio barcelonés de El Eixample (el Ensanche)[1], fue pionera en la investigación sobre la educación de niños de 0 a 6 años, un camino este que nunca abandonará y que le supondría, años después, en los Estados Unidos --uno de los países en los que vivió tras su exilio al finalizar la Guerra Civil-- el reconocimiento del gobierno de Washington con el encargo de organizar y gestionar el Centro Piloto de Guarderías de Guerra en Nueva York.

El padre de Dolors, muerto cuando ella tenía 5 años, era un ingeniero y empresario textil y su abuelo materno, quien tendría una gran ascendencia sobre ella, médico. Algunos de sus biógrafos cuentan que con sólo 12 años acompañó a París a su abuelo a un congreso, haciendo de intérprete, cuestión ésta de la que podemos deducir la exquisita educación que había recibido en un colegio de élite. Como premio, el abuelo la regaló su primer microscopio. En varias de sus biografías se destaca que, a contracorriente y en contra de la opinión familiar, esta niña, socialmente privilegiada, se empeñó en estudiar medicina, algo insólito en nuestro país, ya que hasta 1910 las mujeres no podrían acceder a los estudios universitarios de forma regular[2].. En cierta ocasión confesaba: «En lugar de ir a jugar al tenis, me iba al Clínico y estudiaba, sin informar a nadie››.

De la misoginia imperante en aquellos años existen incontables artículos, como el que publicaba la prestigiosa revista El Siglo Médico (1875) con el siguiente argumento: «(…) que la mujer no puede tener la seria pretensión de seguir la carrera médica sino con la condición de dejar de ser mujer; por las leyes fisiológicas, la mujer médico (sic) es un ser dudoso, hermafrodita o sin sexo y en todo caso un monstruo››. Huelgan los comentarios.

A este respecto conviene recordar que las tres primeras estudiantes licenciadas en Medicina fueron tres catalanas: Dolors Aleu i Riera, Martina Castells i Ballespí y Elena Maseras, las tres licenciadas en 1882. De Málaga, nacida en la calle Comedias, fue la primera mujer que ejerció la medicina en Andalucía. Se llamaba Francisca (Fanny) Medina, había estudiado en la Universidad de Cádiz[3] y tuvo su consulta en la malagueña calle Tejón y Rodríguez.

Dolores Canals empezó a ejercer durante los años de la Segunda República cuando la Generalitat le encargó la dirección de los servicios de guardería en fábricas como Manufactures Bofarull de Sants e Industrial Montalfita de Badalona. Estas guarderías se ocupaban de los hijos de las mujeres que sustituían las bajas de los obreros que iban a luchar en el frente. También se ocuparon acogiendo a los niños refugiados que llegaban de toda España. Pronto fue nombrada delegada del Ministerio de Trabajo para organizar las guarderías de guerra en toda Cataluña durante los años 1936 (año en el que conocería a su futuro marido, el pintor Joan Junyer) y 1939, año en el que marcharía al exilio. Primero a Francia y posteriormente, Atlántico de por medio, la pareja se establecería temporalmente en Santo Domingo, República Dominicana, Cuba, donde trabajará en el Hospital Calixto García de La Habana y donde colabora con el Boletín de la Asociación Cubana de Pediatría. Finalmente, el matrimonio se establecería en Estados Unidos (con una carta de recomendación de Ernest Hemingway) hasta su regreso a Cataluña tras la muerte de Franco.  A su llegada en 1941 Dolors Canals se presentó en el Children's Bureau de Washington que la recomendó para el Departamento de Salud y Educación de Nueva York.  Declarada la 2ª Guerra Mundial, la hicieron jefe de la primera guardería de guerra que hubo en la ciudad, siguiendo el mismo modelo puesto en práctica en Cataluña. En el centro trabajó de 1942 a 1944. Pero su colaboración no quedó ahí, también dirigió y fue locutora de un programa radiofónico de divulgación sobre pediatría en cadena La Voz de Estados Unidos de América (VOA) que emitía internacionalmente. En ella trabajó desde el año 1944 al 1953. Nunca dejó de estudiar y profundizar en el mundo de la infancia. En la CBS trabajó en un programa de radio en el que hablaba sobre temas de puericultura, educación y cuidados de la infancia. Creía, y así lo explicaba, que los niños pueden enseñarnos muchas cosas: «Tienen capacidades no reconocidas para pensar por su cuenta. Son pequeños científicos que requieren un mundo amplio a su alrededor para desarrollarse››.

A pesar de su amor por los niños, a quienes dedicó toda su tiempo y su ciencia, no tuvo hijos propios pues, como ella misma confesaba tras su vuelta definitiva a España, muerto ya el dictador: «No eran tiempos para tenerlos››. Tampoco se consideró nunca pionera y lo justificaba poniendo como ejemplo a los pingüinos: [que] «hace millones de años que tienen guarderías››.

Durante su exilio en USA trabajó también en la editorial International Publications, dirigiendo el departamento de Medicina. En Nueva York, donde residía el matrimonio, hicieron amistad con personajes de relevancia como el escritor John Dos Passos, el pintor cubista Fernand Léger o el arquitecto Le Corbusier.

A la muerte del dictador viajan a España y en 1976 se instalan en su villa del barrio barcelonés de Vallcarca. En 1989 crean el primer Centro para el Desarrollo Humano de 0 a 3, una institución dedicada a la investigación, documentación y formación de maestros y puericultores. Cuatro años después, Dolors publica una monografía dedicada a la Educación Física, del nacimiento a los tres años. En 1994 muere su esposo, pintando hasta sus últimos días. Ella lo hará 14 años después, con 97 años cumplidos, y una larga vida dedicada al Servicio Público.

 

                                         Rosa Ballesteros García

                      Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                    “benaltertulias.blogspot.com”



[1] Su ejecución, iniciada en 1860, estuvo a cargo del famoso ingeniero Ildefonso Cerdá (Plan Cerdá).

[2] Como dato interesante, porque se debió a una situación excepcional, la Universidad española, concretamente la de Alcalá de Henares, otorgó el primer doctorado a María Isidra de Guzmán, la “Doctora de Alcalá” (1767-1803). Esta joven filósofa, fenómeno de la naturaleza, tenía sólo 17 años.

[3] El estudio de su biografía lo ha llevado a cabo el profesor de la UMA Víctor Heredia, compañero y amigo de quien escribe este artículo.


domingo, 3 de noviembre de 2024

María Zambrano Alarcon

                                                 MARIA  ZAMBRANO  ALARCÓN

                             UNA  HUELLA  FEMINISTA  EN  LA  FILOSOFÍA  DEL  SIGLO  XX

En 1927, José Ortega y Gasset (1833-1955), Catedrático de Metafísica de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Madrid, afirmaba que el aumento de los conocimientos habidos en el último siglo, no suponían un aumento de la cultura ya que los conocimientos solo son una parte, una dimensión de la cultura, porque sus raíces se encuentran en el corazón. Los sentimientos, los amores y los odios suponen un previo conocimiento.

El desarrollo y el encaje de estas ideas se llevaría a cabo en los años siguientes merced a la colaboración de sus discípulos (la llamada “escuela de Madrid”), entre los que cabe destacar a María Zambrano Alarcón, su primera ayudante de cátedra, una muchacha, enfermiza, discreta, casi asustadiza, que desarrolló una ingente labor silenciosa (nunca escribió para tener lectores) y que tardó mucho tiempo en ser conocida en nuestro país del que debió exiliarse durante 45 años a causa de la Guerra Civil y su decidido compromiso intelectual con la II República.

Nació en Vélez-Málaga en 1904 y falleció en Madrid en 1991. Sus padres (Blas Zambrano y Araceli Alarcón) así como su abuelo paterno (Diego Zambrano) fueron maestros. A los tres años de su nacimiento se trasladan a Madrid y a los cuatro a Segovia donde su padre obtuvo una cátedra de Gramática. En esta ciudad en 1913 a los 8 años comienza el bachillerato en el mismo instituto en el que daba clases Antonio Machado (muy amigo de su padre) aunque no lo tiene de profesor, y disfruta de sus primeras experiencias amorosas. Su delicada salud, que fue una constante en su vida, comienza a estar presente.

En 1924, con 20 años, su familia  se traslada de nuevo a Madrid donde se matricula por libre (dada su proclividad a la enfermedad) en la Facultad de Filosofía y Letras, recibiendo clases de García Morente, Julián Besteiro, Manuel Bartolomé Cosío, Xabier Zubiri, y conoce a Ortega y Gasset, al que siempre reconoció como su maestro, en cuya cátedra comienza a trabajar. Invitada por éste a la Revista de Occidente amplió su círculo de conocimiento intelectual con Antonio Sánchez Barbudo, José Antonio Maraval, Federico García Lorca, Pedro Salinas y Miguel Hernández.

En 1928 colabora en la fundación e ingresa en la FUE (Federación Universitaria Escolar) y en la Liga de Educación Social y comienza a colaborar en algunos periódicos y a escribir sus primeros ensayos y a dar clases en el Instituto Escuela, ligado a la Institución Libre de Enseñanza. En 1931 fue nombrada profesora auxiliar de la Cátedra de Historia de la Filosofía de la que era titular el ex sacerdote vasco Xabier Zubiri, al que sustituía en sus viajes, comenzando a elaborar su inconclusa tesis doctoral sobre “La salvación del individuo en Spinoza”.

Su alineamiento sin reservas con la República provoca un extrañamiento con su maestro (fue la única de sus alumnas que no se apuntó a la Falange) y su marcha al exilio al terminar la Guerra Civil, dando clases en las universidades de La Habana, Puerto Rico y México. Vuelve a Europa en los cincuenta estableciéndose primero en Italia y luego en Francia para volver definitivamente a España en 1984 (una vez desaparecido el dictador) estableciéndose en Madrid.

María Zambrano es coetánea con la generación del 27 y se la reconoce como una representante de las “sin sombrero”, movimiento de liberación cultural de aquellos años. La práctica totalidad de su obra (una veintena de libros) está escrita fuera de España aunque arranca de las ideas de su maestro Ortega en relación con el desarreglo entre el yo y sus circunstancias que hace al hombre perder sus raíces, es decir, sus sentimientos.

María Zambrano, muy marcada por el exilio y por su historia, valora la necesidad de analizar nuestros sentimientos y nuestra historia interior. Siguiendo su paralelismo, España entera lleva dormida siglos, y está comenzando a despertar. Cada despertar, cada amanecer, suponen un inicio de relación del individuo con todo lo que le rodea, pero en su caso, el exilio supone una especie de muerte o de no vivir, de abandono de todo lo que marca su existencia, un alejamiento que conlleva una crítica de lo adquirido, de lo moderno, de la propia guerra. Pero para ella esta escisión, vivida de forma tan personal, es una constante aplicable a  la historia de la humanidad.

Aceptado que la modernidad, el acúmulo de conocimientos y el desarrollo de la situación política, han sepultado al hombre, y de una manera mucho más significativa, a la mujer, lo que se impone para superar esta situación, es buscar el fondo, lo real de la persona, un fondo que ella identifica con lo oscuro, lo sagrado, en donde se inicia la persona, que para Zambrano representa recuperar lo divino, es decir, hay que recuperar lo divino de la humanidad, representado por la inexcusable existencia de los dioses, y para conectarse con ellos, el único medio posible es lo que ella denomina “la razón poética”, una poesía que se haga con la razón, o una razón que se haga poética sin dejar de ser razón. Un concepto que no puede ser sistematizado ni concretado, y cuya única forma de manifestación son las metáforas.

La razón poética por tanto es multidimensional en el tiempo, un tiempo que divide en tres planos: la psique (sin orden), el cuerpo (tiempo físico, pasado, presente y futuro) y el tiempo humano (supratemporal, por encima del tiempo) cuya representación plástica es la música, notas que se entrelazan formando una armonía. La apuesta de Zambrano es por lo tanto, por  la libertad, una libertad que conecta al humano mediante su capacidad creadora con lo profundo con lo real,  lo sagrado, en donde habitan los dioses, a los que presenta como seres necesarios.

María Zambrano no fue descubierta en España hasta que en el año 1966 el filósofo y Catedrático de Ética y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis López-Aranguren (1909-1996) escribiera un  artículo en la Revista de Occidente titulado “Los sueños de María Zambrano”, dando a conocer su obra. Años más tarde comenzaría la cadena de reconocimientos que incluyen el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1981, y el Premio Cervantes en 1988, además de ser declarada hija predilecta de Andalucía y doctora honoris causa por la Universidad de Málaga.

A su muerte fue enterrada en el cementerio de Vélez-Málaga y siguió recibiendo reconocimientos. Hija Predilecta de la Provincia de Málaga, su nombre se le dio a la Nueva Estación Central de Ferrocarriles de Málaga, a la Biblioteca Central de Filología y Derecho de la Universidad Complutense, hija adoptiva de Segovia, etc., etc.   

                                                                 Jesús Lobillo Ríos

                                          Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                    “benaltertulias.blogspot.com”

 

Bibliografía.-

J. F. Ortega Muñoz.-“María Zambrano. Breve Antología”. Proyecto Sur Ediciones, 2004

José Ortega Y Gasset.-“Teoría de Andalucía”. Revista de Occidente 1942.

Jordi Gracia. “José Ortega y Gasset. Santillana 2014.

J. Correa Román. “María Zambrano: el nacimiento de la razón poética”. Filosofía &Co.  2022

Maite del Moral. “María Zambrano, una filósofa comprometida entre las “sin sombrero”. 2021

María Zambrano.-“Claros del bosque”. Alianza 2023.

María Zambrano.-“Persona y Democracia”. Alianza 2022.

María Zambrano.-“Delirio y destino”. Alianza 2020.

María Zambrano.-“El hombre y lo divino”. Alianza 2024.


domingo, 27 de octubre de 2024

L sororidad en María Zambrano

LA SORORIDAD EN MARIA ZAMBRANO[1]

 

Quiera considerarme su lectora y su amiga adicta y admiradora

que desea encontrarla algún día en este mundo. Dios la guarde.

(Gabriela Mistral a María Zambrano: “Cartas”)

 

A través de este artículo, dedicado a la memoria de María Zambrano, nuestra filósofa malagueña más universal, nos hemos decantado, como historiadora e investigadora feminista, por poner de manifiesto su postura vital que la apartó, voluntariamente, en su momento, del movimiento feminista de la época. Para ello hemos releído (de nuevo) Delirio y destino (su obra más autobiográfica) escrita en La Habana en 1952, uno de los varios países que la acogieron durante sus largos años de exilio. Al mismo tiempo, queremos destacar esa sororidad que destacamos en el título, que mantuvo a lo largo de su dilatada vida y que, paradójicamente, está íntimamente ligada a la filosofía del mismo movimiento del que ella parece tomar distancia.

Si bien no es lo más recordado de su obra, ya sea ensayos, libros o artículos, María aborda temas poco explorados por los filósofos como es el sueño, la poesía o el saber femenino. Concretamente sobre este último aspecto (lo femenino) elaboró una serie de textos, de denuncia y reflexión, en los que pone al descubierto el, prácticamente nulo, papel de las mujeres en la sociedad como consecuencia del dominio absoluto y controlador del hombre.

Por otra parte, habrá que recordar que en la malagueña existe una ambigüedad en cuanto a su postura frente al movimiento feminista y sus análisis sobre la diferencia sexual; sin embargo, cuando repasamos su libro autobiográfico Delirio y destino nos damos cuenta que en él conviven, por una parte, su preocupación e interés en pensar qué significa ser una mujer y, por otra, su tentación de negar la importancia de la diferencia sexual y pensar sólo desde un sujeto universalizado. Contradicciones, por otra parte, que arrastramos las personas y que forman parte de nuestra socialización y nuestra experiencia. En este sentido, María estuvo muy influenciada por el ejemplo de su padre, un profesor de ideas socialistas, colega de Antonio Machado, a quien describe en el texto ya citado al frente de un desfile del Primero de Mayo, en Segovia, donde impartía sus clases: «…en el que iba […] con traje oscuro y corbata, en medio de hombres de blusa y chaqueta de pana››. Este sentimiento hacia lo popular se manifiesta lo largo del texto como cuando afirma, hablando con el padre: «¡Ah, si los que mandan escucharan de vez en cuando lo que nadie se atreve a decirles! Y el padre, sonriendo irónicamente con un deje de admiración le contesta: Claro, mujer, ya no hay Sibilas››. Más adelante, María, siguiendo ese sentimiento de sororidad enunciado en el título de este artículo escribe sobre una de las chicas de servicio que trabajaron en su casa: «…recordaba a aquella muchacha venida de un pueblo [...] llorando delante de un trozo de carne porque no podía comerlo››.

En esta misma línea, abundando en el interés por las mujeres y su situación en la sociedad, María escribe una primera serie de artículos en el periódico madrileño El Liberal, en la sección “Aire libre”, y en una columna titulada “Mujeres”, una serie de 15 artículos, de carácter social, que salen a la luz a partir de junio de 1928. En su libro autobiográfico también destaca algunas de las charlas impartidas, junto a sus compañeros, en centros obreros: «Estaba lleno de las cigarreras […] hablaban sin apenas tema […] y ellas entendieron perfectamente. Serias, escuchaban atentamente con los ojos brillantes››. Sin embargo, no duda en poner de manifiesto la “rareza” y lo “inédito” que significaba que una mujer interviniera en estas palestras políticas, y así lo manifiesta en algún momento en su libro cuando interviene en una de las charlas dirigidas a las mujeres. Escribe: «Mira, nos habían dicho que iba a venir una mujer y es una muchacha. Qué jovencita es, parece tener sólo veinte años››.

Años después, en el exilio de La Habana, dictaría una serie de conferencias sobre la situación de la mujer en la historia, recogidas en dos artículos publicados en la revista Ultra, además de los varios ensayos que dedicó a diversas figuras femeninas, ya fueran personajes de ficción, ya fueran mujeres reales. Entre ellas las primeras: Safo de Lesbos, Eloísa, Sor Mariana Alcoforado, las mujeres de Galdós −Nina, Tristana, Fortunata e Isidora−, Beatriz o Antígona; o mujeres reales como Lucrecia de León, dama de la corte de Felipe II; Diótima de Mantinea, sacerdotisa griega del silgo V (a.C.); Juana de Arco; la laica dominica del siglo XIV Catalina de Siena; Bernadette, la visionaria de Lourdes o la también filósofa y activista política Simone Weil, a quien María había conocido en Valencia durante el II Congreso Internacional de Escritores.

Sobre la figura de Antígona, fundamental en la vida y en el pensamiento de María Zambrano, llegaría a dedicarle varias decenas de textos entre 1947 y 1967. En 1948, en la revista cubana Orígenes, bajo el título “Delirio de Antígona” se publicó este ensayo que años más tarde, en 1967, daría lugar a su única obra teatral: La tumba de Antígona, publicada en México. Antígona representa para Zambrano el símbolo del sacrificio encarnado en ella misma, en su propia madre y en su hermana Araceli, víctimas inocentes, las tres, del fenómeno demoledor del nazismo y el exilio y es reconocida, como alguien afirma, como: «Un ejercicio de hermenéutica feminista, es decir, un proceso crítico y emancipador compatible con los objetivos del feminismo, por lo que, aunque María Zambrano no se definió a sí misma como feminista, puede ser considerada como tal, al tiempo que la pionera de la metodología crítico-feminista española››. Lo que es cierto es que María, en todo momento, puso todo su empeño en destacar cualquier iniciativa o actuación en la que intervinieran las mujeres. Es el caso, por ejemplo, en el que uno grupo de personas influyentes, aristócratas, trataban de aconsejar al entonces Alfonso XIII: «entre ellos algunas damas››, destaca. Tampoco olvida a las jóvenes estudiantes que participaron en las primeras algaradas que anticiparon la República. Varias de ellas fueron a parar a la Cárcel de Mujeres: «La prisión de las muchachas fue la primera, la que marcó el camino››, enfatiza.

El largo exilio de María Zambrano incluye varias estancias en el Caribe, en Cuba y Puerto Rico, entre 1940 y 1953. Algunos autores creen que es significativo que mucha de su escritura feminista se llevó a cabo en estos lugares, poniéndolo en conexión con la relación tirante con su esposo y su colaboración con su amigo ˗˗algunos estudiosos los vinculan como algo más que amigos˗ Gustavo Pittaluga, también exiliado en Cuba, en su tratado Grandeza y servidumbre de la mujer: Situación de la mujer en la Historia, publicada en aquel país en 1946. En aquellos momentos María estaba casada con el historiador Alfonso Rodríguez Aldave, del que se divorció posteriormente. Anteriormente había tenido una larga relación con el capitán Gregorio del Campo Mendoza, un maño, fiel a la República, fusilado en 1936, con quien tuvo un hijo, fallecido a los pocos días[2].

Aunque Zambrano no creía en el término «feminista», sí creía en la libertad, y en el derecho implícito a la igualdad por ser personas. Por medio de su trabajo posibilitó la expresión de las mujeres, en su pluralidad y diversidad. En 1988 se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Miguel de Cervantes, siendo así la figura femenina del pensamiento español más importante del Siglo XX. Finalmente, el 6 de febrero de 1991, fallecía en Madrid, siendo enterrada en su ciudad natal Vélez-Málaga.

 

 

                                 Rosa María Ballesteros García

                       Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                   “benaltertulias.blogspot.com”                                                       



[1] Término que se refiere a la relación de solidaridad entre las mujeres.

[2] Con relación a esta pareja, Marifé Santiago Bolaños prologó y editó: Cartas inéditas (a Gregorio del Campo) de María Zambrano, publicadas por Ediciones Linteo en 2012. Como Gregorio, también fueron varios los miembros de su familia víctimas de los golpistas: una hermana y otro hermano fusilados y varios exiliados.