AGRESION VERSUS VIOLENCIA
La agresión es un tipo de
comportamiento definido y estudiado por los psicólogos, que conlleva un
daño o intención de daño hacia la
persona agredida por parte de la agresora, daño que será reparable o
irreparable, lo que determinará su gravedad. La agresión sexual restringe este
comportamiento al ámbito de las relaciones sexuales de pareja en relación a la
obtención de una satisfacción no concedida deliberadamente.
La agresión sexual al no ser
permitida libremente lleva en sí el daño necesario para obtenerla cuya escala
de valores es casi ilimitado teniendo su pico más alto en la muerte de la
portadora o portador del bien deseado. Mientras mayor sea el daño ocasionado
más fácil será para la justicia determinar la causa-efecto agresiva a fin de
imponer las sanciones previstas por la ley al efecto.
Los límites de la agresión sexual
son, por tanto, la violencia simple que no llega a obtener satisfacción sexual
porque se queda en la intención de alcanzar su objetivo bien sea por falta de
oportunidad o por falta de capacidad ante la más que probable acción defensiva.
Muchos intentos de agresión sexual no pasarán de ser constitutivos de una
violencia sin más, y tampoco podemos saber cuánta violencia ejercida en
nuestras relaciones habituales responden solo a intentos de agresiones sexuales
abortadas o fallidas.
La violencia de género, y más
concretamente la violencia machista, puede declararse así, como un pródromo de
una violencia sexual inconclusa que entiende que la posesión sexual es el punto
más alto del poder material que se puede obtener de una mujer haciendo caso
omiso de los valores morales de aquella persona que quizás pretenda
incorporarse más adelante como compañera vital, o no, en cuyo caso el
respeto se configura como premisa básica
de entendimiento.
La ascensión biológica de la
atracción sexual ha ido superando todos los escalones físicos que imponían la
necesidad de la preservación de la especie pura y simple, para dotarla de todas
aquellas circunstancias personales que adornan una evolucionada personalidad
única en sus compromisos y objetivos cuyas aspiraciones deberá asumir y animar la pareja competente en su caso.
La violencia machista, la
prepotencia del macho ineducado, es un
ente arraigado en nuestra cultura social, en cuyos usos y costumbres no
se contempla la consideración de la mujer como persona intelectualmente dotada
y capacitada a todos los niveles, y nos lleva a la pérdida de todos aquellos
valores que sí fueron capaces de cultivar nuestras mujeres con la pretensión de
mejorar nuestra sociedad aportando unos valores tanto o más valiosos que los
masculinos.
La violencia machista en general
transmutada en falta de capacidad para las relaciones ordinarias, tanto sean
familiares, laborales o políticas ponen de manifiesto una falta de educación
que no se obtuvo en los años iniciales de la vida por falta de recursos, por orientación
desviada o por intereses culturales impuestos. La educación desde sus pasos
iniciales debe de ser mixta en igualdad para ambos sexos, desarrollando así el
conocimiento y el respeto mutuos, y debe de ser laica, porque si no es laica no
es educación.
Mientras no alcancemos el
convencimiento de la necesidad de estos parámetros nuestra sociedad seguirá
inmersa en la violencia de género rechazando todas las leyes que pretendan
equiparar el empoderamiento desigual que propicia nuestra marcha claudicante,
no reconociendo las potestades y la libertad de elección de la mitad de ese
género.
Jesús
Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
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