MARIA ZAMBRANO ALARCÓN
UNA HUELLA FEMINISTA
EN LA FILOSOFÍA
DEL SIGLO XX
En 1927, José Ortega y Gasset
(1833-1955), Catedrático de Metafísica de la Facultad de Filosofía de la
Universidad de Madrid, afirmaba que el aumento de los conocimientos habidos en
el último siglo, no suponían un aumento de la cultura ya que los conocimientos
solo son una parte, una dimensión de la cultura, porque sus raíces se
encuentran en el corazón. Los sentimientos, los amores y los odios suponen un
previo conocimiento.
El desarrollo y el encaje de
estas ideas se llevaría a cabo en los años siguientes merced a la colaboración
de sus discípulos (la llamada “escuela de Madrid”), entre los que cabe destacar
a María Zambrano Alarcón, su primera ayudante de cátedra, una muchacha, enfermiza,
discreta, casi asustadiza, que desarrolló una ingente labor silenciosa (nunca
escribió para tener lectores) y que tardó mucho tiempo en ser conocida en
nuestro país del que debió exiliarse durante 45 años a causa de la Guerra Civil
y su decidido compromiso intelectual con la II República.
Nació en Vélez-Málaga en 1904 y
falleció en Madrid en 1991. Sus padres (Blas Zambrano y Araceli Alarcón) así
como su abuelo paterno (Diego Zambrano) fueron maestros. A los tres años de su
nacimiento se trasladan a Madrid y a los cuatro a Segovia donde su padre obtuvo
una cátedra de Gramática. En esta ciudad en 1913 a los 8 años comienza el
bachillerato en el mismo instituto en el que daba clases Antonio Machado (muy
amigo de su padre) aunque no lo tiene de profesor, y disfruta de sus primeras
experiencias amorosas. Su delicada salud, que fue una constante en su vida, comienza
a estar presente.
En 1924, con 20 años, su
familia se traslada de nuevo a Madrid
donde se matricula por libre (dada su proclividad a la enfermedad) en la
Facultad de Filosofía y Letras, recibiendo clases de García Morente, Julián
Besteiro, Manuel Bartolomé Cosío, Xabier Zubiri, y conoce a Ortega y Gasset, al
que siempre reconoció como su maestro, en cuya cátedra comienza a trabajar.
Invitada por éste a la Revista de Occidente amplió su círculo de conocimiento
intelectual con Antonio Sánchez Barbudo, José Antonio Maraval, Federico García
Lorca, Pedro Salinas y Miguel Hernández.
En 1928 colabora en la fundación
e ingresa en la FUE (Federación Universitaria Escolar) y en la Liga de Educación
Social y comienza a colaborar en algunos periódicos y a escribir sus primeros
ensayos y a dar clases en el Instituto Escuela, ligado a la Institución Libre
de Enseñanza. En 1931 fue nombrada profesora auxiliar de la Cátedra de Historia
de la Filosofía de la que era titular el ex sacerdote vasco Xabier Zubiri, al que
sustituía en sus viajes, comenzando a elaborar su inconclusa tesis doctoral
sobre “La salvación del individuo en Spinoza”.
Su alineamiento sin reservas con
la República provoca un extrañamiento con su maestro (fue la única de sus
alumnas que no se apuntó a la Falange) y su marcha al exilio al terminar la
Guerra Civil, dando clases en las universidades de La Habana, Puerto Rico y
México. Vuelve a Europa en los cincuenta estableciéndose primero en Italia y
luego en Francia para volver definitivamente a España en 1984 (una vez
desaparecido el dictador) estableciéndose en Madrid.
María Zambrano es coetánea con la
generación del 27 y se la reconoce como una representante de las “sin sombrero”,
movimiento de liberación cultural de aquellos años. La práctica totalidad de su
obra (una veintena de libros) está escrita fuera de España aunque arranca de
las ideas de su maestro Ortega en relación con el desarreglo entre el yo y sus
circunstancias que hace al hombre perder sus raíces, es decir, sus sentimientos.
María Zambrano, muy marcada por
el exilio y por su historia, valora la necesidad de analizar nuestros
sentimientos y nuestra historia interior. Siguiendo su paralelismo, España
entera lleva dormida siglos, y está comenzando a despertar. Cada despertar,
cada amanecer, suponen un inicio de relación del individuo con todo lo que le
rodea, pero en su caso, el exilio supone una especie de muerte o de no vivir,
de abandono de todo lo que marca su existencia, un alejamiento que conlleva una
crítica de lo adquirido, de lo moderno, de la propia guerra. Pero para ella
esta escisión, vivida de forma tan personal, es una constante aplicable a la historia de la humanidad.
Aceptado que la modernidad, el
acúmulo de conocimientos y el desarrollo de la situación política, han sepultado
al hombre, y de una manera mucho más significativa, a la mujer, lo que se
impone para superar esta situación, es buscar el fondo, lo real de la persona,
un fondo que ella identifica con lo oscuro, lo sagrado, en donde se inicia la
persona, que para Zambrano representa recuperar lo divino, es decir, hay que
recuperar lo divino de la humanidad, representado por la inexcusable existencia
de los dioses, y para conectarse con ellos, el único medio posible es lo que
ella denomina “la razón poética”, una poesía que se haga con la razón, o una
razón que se haga poética sin dejar de ser razón. Un concepto que no puede ser
sistematizado ni concretado, y cuya única forma de manifestación son las
metáforas.
La razón poética por tanto es
multidimensional en el tiempo, un tiempo que divide en tres planos: la psique
(sin orden), el cuerpo (tiempo físico, pasado, presente y futuro) y el tiempo
humano (supratemporal, por encima del tiempo) cuya representación plástica es
la música, notas que se entrelazan formando una armonía. La apuesta de Zambrano
es por lo tanto, por la libertad, una
libertad que conecta al humano mediante su capacidad creadora con lo profundo
con lo real, lo sagrado, en donde
habitan los dioses, a los que presenta como seres necesarios.
María Zambrano no fue descubierta
en España hasta que en el año 1966 el filósofo y Catedrático de Ética y
Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis López-Aranguren
(1909-1996) escribiera un artículo en la
Revista de Occidente titulado “Los sueños de María Zambrano”, dando a conocer
su obra. Años más tarde comenzaría la cadena de reconocimientos que incluyen el
premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1981, y el Premio
Cervantes en 1988, además de ser declarada hija predilecta de Andalucía y
doctora honoris causa por la Universidad de Málaga.
A su muerte fue enterrada en el
cementerio de Vélez-Málaga y siguió recibiendo reconocimientos. Hija Predilecta
de la Provincia de Málaga, su nombre se le dio a la Nueva Estación Central de Ferrocarriles
de Málaga, a la Biblioteca Central de Filología y Derecho de la Universidad
Complutense, hija adoptiva de Segovia, etc., etc.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo
Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
Bibliografía.-
J. F. Ortega Muñoz.-“María
Zambrano. Breve Antología”. Proyecto Sur Ediciones, 2004
José Ortega Y Gasset.-“Teoría de
Andalucía”. Revista de Occidente 1942.
Jordi Gracia. “José Ortega y
Gasset. Santillana 2014.
J. Correa Román. “María Zambrano:
el nacimiento de la razón poética”. Filosofía &Co. 2022
Maite del Moral. “María Zambrano,
una filósofa comprometida entre las “sin sombrero”. 2021
María Zambrano.-“Claros del
bosque”. Alianza 2023.
María Zambrano.-“Persona y
Democracia”. Alianza 2022.
María Zambrano.-“Delirio y
destino”. Alianza 2020.
María Zambrano.-“El hombre y lo
divino”. Alianza 2024.