SIMON
SANCHEZ MONTERO: EL MAESTRO DE “LUTE”
Escribía José Luís Gutiérrez, en su
necrológica de 2006, que en España «las agujas de los relojes de la Transición
avanzan sobre cadáveres que son como números de cuerpo presente que la Historia
devora (…) como un Saturno goyesco que engulle a sus mejores hijos». Entre
ellos se encuentra el toledano del pueblecito de Nuño Gómez Simón Sánchez
Montero.
Su vida comienza en 1915 y sus
orígenes fueron humildes. Sus padres eran campesinos y él aprendería siendo
niño los oficios de panadero y sastre, oficios que le servirán más adelante cuando
se traslade a Madrid, siendo adolescente, buscando nuevas oportunidades. Muy
pronto se afiliaría a la UGT y en 1936 al PCE. Fue uno de los perdedores y pasó
toda una vida de «visitas» intermitentes a las cárceles franquistas. Durante la
Guerra Civil se incorporó a un batallón creado por el sindicato de panaderos y
los últimos meses los pasó dando clases sobre política del partido.
Finalizada la guerra,
fue detenido por primera vez en Sevilla, en 1945, iniciando así el largo camino
que lo convirtió en un auténtico mártir de la dictadura. En 1954 fue elegido
miembro del Comité Central del Partido Comunista de España, donde permanecería
37 años de su vida. Eran tiempos difíciles para cualquier comunista al que la
propaganda franquista dibujaba con rabo, cuernos y azufre en el aliento, muy
lejos, por cierto, de la apariencia de Simón que, para más señas, había tomado
el candoroso apodo de «Ángel Medina» y era, según quienes lo conocieron, «pausado,
sosegado de voz y de gesto, cabal, austero y honorable», como correspondía al
retrato de «castellano recio», que Federica Montseny pintaba de otro
sindicalista toledano: Anselmo Lorenzo. José Luís Gutiérrez, ya citado,
comentaba en su artículo, a propósito de su bonhomía que, en cierta ocasión,
durante uno de sus innumerables y violentos interrogatorios, se enfrentó con el
policía que le estaba agrediendo: «¿Cómo puedes ser comunista?», a lo que Simón
le contestó: «Pues muy sencillo: yo lucho para que, en el futuro nadie pueda
hacerle a usted lo que usted me está haciendo ahora a mí». «Siempre creyó en lo
que decía», subraya el periodista.
Un 20 de diciembre de
1973 (el mismo día del atentado de ETA que acabó con la vida del presidente del
Gobierno Carrero Blanco) es detenido nuevamente, y llevado al Puerto de Santa
María, donde permanecerá hasta noviembre de 1974. Durante aquella estancia,
coincide con el famoso delincuente Eleuterio Sánchez, más conocido por «El Lute»,
quien, en sus memorias afirma que aprendió a leer y escribir con la ayuda de
Simón Sánchez Montero.[1].
Durante los años siguientes que preceden a la muerte de Franco, fue uno de los
elementos más activos de la oposición que organizarían la llamada Junta
Democrática primero y Coordinación Democrática después, siendo el responsable
por parte del PCE para las relaciones con otras fuerzas políticas.
En noviembre de 1975,
pocos días antes de la muerte de Franco, Simón vuelve a ser detenido, saliendo en
libertad tras la amnistía concedida por el rey, tras la muerte de Franco. En
1976, una vez más, es detenido nuevamente por unos días, junto con Santiago
Carrillo, el dirigente al que siempre estuvo ligado, su «hombre para todo»,
parafraseando a uno de sus camaradas, si bien, en los últimos años, no ocultaba
una leve entonación crítica y hasta amarga hacia el entonces todopoderoso
secretario general del Partido. Sería diputado en las dos primeras Legislaturas:
1977 (siendo el nº18 de 22 diputados, entre ellos, Carrillo) y 1979 con 23
diputados. A partir del XIII Congreso del PCE, en 1991, abandonaría la
dirección junto algunos de los llamados «renovadores», acercándose al Partido
Socialista.
José Luís Losa, en su
libro Caza de Rojos, asocia a Simón presentándolo como «un Sísifo de la
clandestinidad», asociado al mito griego, que se utiliza en la actualidad para
describir un trabajo duro que debe hacerse una y otra vez. Simón fue autor de diversos
libros: ¿Qué es el comunismo?, El Estado y las Nacionalidades,
¿Es posible el socialismo? o Camino de libertad, publicado en 1997.
De aquellos años de
prisión, de supresión de libertad, pero también de camaradería y solidaridad entre
los presos, formando piña alrededor de aquellos activistas y maestros (como es
el caso del toledano Simón), durante las clases clandestinas, nos viene a la
memoria la terrible prisión de Ocaña (en la provincia de Toledo), la cárcel más
antigua que permanece actualmente, donde estuvo encarcelado Miguel Hernández, y
que cuenta con un terrible balance de asesinatos: 1.300 presos políticos entre
1939 y 1959. Miguel Núñez, diputado comunista entre 1978 y 1982, cuenta el caso
del capellán de la prisión, quien era el encargado de dar el tiro de gracia.
Entre el grupo de presos a los que Miguel Hernández daba sus clases, redactaron
un poema dedicado a tan siniestro personaje, de que hacemos un extracto; «La
luna lo veía y se tapaba / por no fijar su mirada / en el libro, en la cruz / y
en la Star ya descargada. / Más negro que la noche / menos negro que su alma /
cura verdugo de Ocaña».
Simón Sánchez Montero
murió en Madrid, en 2006, a la edad de 90 años.
Rosa
M. Ballesteros García
Vicepresidenta del
Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
[1] De todos es bien conocido que
Eleuterio estudiaría Derecho por la UNED, ejerciendo como abogado, tras su
salida, en el gabinete jurídico madrileño del diputado socialista Enrique
Tierno Galván. Es autor de una serie de libros autobiográficos: Camina o
revienta (1977), Mañana seré libre (1979), Una pluma entre rejas
(1981), Entre sombras y silencios (1983), Crónica de un campusiano
(1987) y Cuando resistir es vencer (2013).