EL VIRUS ZICA (o ZIKV)
(Tertulia del 8 de Marzo de 2017, Jesús Lobillo Ríos, Doctor
en Medicina)(Aforo: 40 asistentes).
La enfermedad de Zica es propia de los monos y está producida
por la inoculación de un virus. Su nombre proviene del bosque de Zica en Entebbe (Uganda), donde
se aisló por primera vez en el año 1947. La palabra virus viene del latín y
significa veneno o venenoso y el descubrimiento de su participación en la
generación y desarrollo de las enfermedades humanas, revolucionaría la medicina
teologizada hasta el momento que achacaba las enfermedades a abstractos
desequilibrios de los humores internos (bilis amarilla, bilis negra, flema y
sangre, responsables de los cuatro caracteres: colérico, melancólico, sanguíneo
y flemático).
Hubo que esperar hasta el siglo XIX a que Louis Pasteur
(1822-1895), químico y bacteriólogo francés, estableció que la fermentación
(por ejemplo del vino y de la leche) era debido a microorganismos, bacterias,
que identificó con su microscopio proponiendo el método para su eliminación
mediante el calor, es decir, la “pasteurización”. Estableció por añadidura la
evidencia de que seres vivos eran los causantes de muchas enfermedades. Pero no
pudo descubrir, trabajando con la rabia al agente que la causaba, aunque era
evidente que la enfermedad se transmitía por el mordisco del perro rabioso y
que por tanto algo había en su saliva que provocaba o transmitía la enfermedad
aunque no pudiera verse. En 1892 el ruso Dimitry Ivanovsky descubrió estas
partículas llamadas virus en la planta del mosaico del tabaco, pero no fue
hasta 1940 gracias al microscopio electrónico, que pudieron verse, y más tarde,
a partir de 1960 se empezaron a cultivar y a determinar sus características
físicas.
Se determinó así que los virus son unidades vivientes que se
componen solo de material genético (ARN), a veces fragmentado, y envuelto por
una cápsula (que se denomina cápside).
Al conjunto total se le llama virión. Su forma es en general icosaédrica
(polígono de 20 lados) y miden entre 18 y 100 nanómetros de ancho (1 nanómetro
es la millonésima parte de 1 milímetro). Su forma suele ser alargada como
varillas y con una estructura interna helicoidal, y las capas que lo envuelven
suelen ser proteínas (lipoproteínas).
Como carecen de las enzimas y de los precursores metabólicos
para multiplicarse, los virus viven dentro de
células con metabolismo activo, a
las que infectan, tomando de ellas éstos precursores, de forma que estos
enzimas digieren la cápside para que el
ARN viral dirija la elaboración de las proteínas que necesita para su
replicación, es decir, para volver a montar la estructura viral y salir de la
célula huésped, a la que en muchas ocasiones dejan destruida.
En general, los virus causan un malestar transitorio en el
huésped (en el hombre), pero en ocasiones transmiten infecciones notables como
el resfriado común, la gripe, el sarampión, las paperas o el herpes simple o
zóster y en otras graves como la rabia, la fiebre hemorrágica, la encefalitis, la
poliomelitis y la fiebre amarilla. Y a veces muy graves como la rubeola
(malformaciones y abortos), el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA),
la enfermedad de las vacas locas (Kreutzfeldt-Jacob) o el “kuru” que destruye
el cerebro lentamente.
Entre los 1000 ó 1500 virus conocidos, solo 250 causan
enfermedades al hombre.
El virus ZICA es un virus que pertenece al género flavivirus,
de la familia flaviviridae, que se transmite por la picadura de mosquitos
vectores del género “aedes”, concretamente aedes egiptiae, un mosquito que
apenas mide 7 milimetros. Como ya hemos adelantado su picadura produce la
fiebre del Zica (o enfermedad de Zica), nombre que proviene del bosque Zica
(Entebbe, Uganda) donde se le aisló por primera vez en 1947, como uno de los
tantos males que aquejaban a los monos. Hasta el año 2007 solo había 14 casos
documentados del virus Zica, pero entonces se documentaron 49 casos de personas
infectadas en la isla de Yaps en Micronesia, y en 2013-14 aparecieron casi 400
casos en la polinesia francesa. De aquí se extendió a Brasil en donde en 2015
llegó al millón de personas infectadas.
Este virus se encuentra envuelto en una cápsula icosaédrica
que es fagocitado por las células dendríticas (inmunidad básica) y de aquí a
los nódulos linfáticos y al torrente sanguíneo, pero se ha demostrado un caso
de transmisión sexual, en 2009, por un
biólogo norteamericano que fue picado en Senegal y lo transmitió a su esposa
antes de que ambos manifestaran los síntomas de la enfermedad. En 2015 se
detectó material genético del virus en el líquido amniótico de dos fetos, y en
2016 en la placenta de una mujer que abortó por
microcefalia del feto.
La confirmación del diagnóstico se hace por pruebas de
laboratorio, que pueden ser en sangre, orina o saliva, llamadas RT-PCR (revers
transcripción, polimerasa chaine reaction), prueba costosa de biología
molecular que trata de poner de manifiesto las cadenas de ARN viral. Estas
pruebas están extendiéndose continuamente.
El periodo de incubación de la enfermedad son dos semanas. Su
sintomatología consiste en dolores de cabeza, exantema (erupciones
maculopapulares), conjuntivitis, fiebre, malestar general y dolores articulares.
Todo ello cede entre dos y siete días y solo una de cada cinco personas
desarrollaran la enfermedad por lo que es considerada como leve (hay que
distinguirla del dengue y de la fiebre amarilla).
El tratamiento preventivo es limpieza, utilización de ropa
clara y que cubra todo el cuerpo, utilización de repelentes para mosquitos,
utilización de mosquiteras, limpieza en general (canalones, acúmulos de agua en
macetas o cubos, etc.). Una vez contraída la enfermedad se la trata con reposo,
hidratación suficiente, más limpieza, etc.
El problema más importante de la enfermedad de zica, radica
en la posibilidad de que este virus produzca alteraciones en el curso de un
embarazo como abortos espontáneos, o lo que es peor, que durante el primer
trimestre dé lugar a una microcefalia congénita grave que lleva implícita la
aparición de déficits neurológicos, auditivos y visuales (que también pueden
aparecer incluso sin microcefalia evidente). Todo ello se descubrió por el
aumento comparativo de microcefalias en las regiones con brotes de zica. En
estudios experimentales (tubo de ensayo) se ha demostrado que el virus ataca y
destruye específicamente las células cerebrales corticales. Por esta razón se
está desarrollando trabajo para conseguir una vacuna (en el núcleo celular se
han aislado antígenos contra el virus).
Las defensas orgánicas son múltiples y están dispuestas en
varias barreras sucesivas. La primera es la piel que está provista de célula
superficiales que se desprenden constantemente y que se mantiene impermeable y
limpia gracias al poder antiséptico de la secreciones de las glándulas sebáceas
de los folículos pilosos. La piel se continúa con las mucosas que recubren las
zonas internas expuestas al exterior (ojos, nariz, boca, estómago, ano, uretra
y vagina).
Las defensas internas se componen por el sistema defensivo
celular, sanguíneo (neutrófilos) o linfático (timocitos) que digieren la
sustancia atacante, y por el sistema humoral, o sea, los anticuerpos que
fabrican estas células que son específicas contra el agente agresor y que se ha
desarrollado merced a la inmunoterapia de la que fue un valedor el Dr Jenner.
En ambos casos los residuos de esta batalla defensiva se reúnen en el pus que
se expulsa al exterior. Este mecanismo defensivo se lleva a cabo mediante la
inflamación o reacción inflamatoria que se desarrolla en el tejido conjuntivo o
intersticial en cuatro fases: tumor, rubor, calor y dolor (según la describiera
Aulo Cornelio Celso en el siglo I)
Si el germen o bacteria atacante no es vencido por estos
mecanismos hay que recurrir a la ayuda de fármacos antiinfecciosos llamados
antibióticos (descubiertos por el médico inglés Fleming) cuya estructura catenaria
se une de tal forma a las enzimas bacterianas que le impiden su metabolismo.
Peor es la situación con los virus porque no tenemos mecanismos ni fármacos que
nos defiendan de ellos.
No obstante recientemente en la
Universidad de Monash (Australia) se viene trabajando en la inoculación de una
bacteria llamada Wolbachia a los mosquitos transmisores del Zica. Esta bacteria
se encuentra en el 60% de los mosquitos pero no en el aedes y tendría, o tiene,
la capacidad de impedir la replicación del virus, impidiendo a su vez la transmisión
del dengue y del Zica.
La Wolbachia es una bacteria muy
abundante, gramnegativa, intracelular que infecta el material reproductivo, las
gonadas de artrópodos (invertebrados con exoesqueleto queratinoso: insectos,
arácnidos, crustáceos, etc.) y nematodos (gusanos). Fue descrita por primera
vez por Samuel Wolbach y Marshall Hertig en 1924 y al estudiarlos en 1950 por
Ghelelovitch y Laven descubrieron un
fenómeno llamado “incompatibilidad citoplásmica” que impedía la generación de
descendencia al efectuar cruzamientos. En 1971 Janice Yen y Ralph Barr
descubrieron que era la bacteria la causante de esta incompatibilidad. Y más
tarde en 1990, gracias al desarrollo de la biología molecular se pudo averiguar
el mecanismo de esta incompatibilidad, que es doble: por una parte un
parasitismo reproductivo (que impide la descendencia o la altera) o por un
mutualismo nutritivo (la bacteria se nutre del nematodo y a este le faltan los
elementos necesarios para generar descendencia)
Las pruebas que se vienen realizando
(en Australia, Indonesia y Vietnam), inoculación de mosquitos y su liberación
parecen que son prometedoras y que están dando buenos resultados.
No obstante existe un último paso reciente
en la defensa antiviral que consiste en el descubrimiento de los llamados
CRISPR (o Clustered Regularly Interespaced Short Palindromic Repeats, que en
español significa “repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente
espaciadas” que fueron descubiertas en el año 1987 por el microbiólogo español
Dr. Martinez Mójica. Estos CRISP son fragmentos catenarios de ADN vírico,
almacenados dentro de su propio material genético celular como si fueran una
biblioteca, que son capaces de unirse con otros genes llamados “cas” que están
capacitados para codificar la producción de unos enzimas llamados nucleasas que
se especializan en cortar las cadenas de los ácidos nucleicos impidiendo el
metabolismo viral y proporcionando un sistema inmunitario adquirido en esos
contactos previos.
La profundización y el avance en esta
línea de investigación es posiblemente el camino que nos permita controlar y
anular a los virus como agentes patógenos.
BIBLIOGRAFIA
Dr. Martin Buczyner
Dr. Levison (Universidad Drexel, Filadelfia).
Dra. Clara Crespillo (artículo suelto de internet)
Investigadores de la Universidad de Monash, Australia
Consultas de diverso origen divulgativo en Internet.
Páginas de cultura y tecnología en Prensa Diaria.
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