ELOGIO DE LA RESPONSABILIDAD
Una de las cosas que nos van
quedando claras respecto a la pandemia covid-19 es que se transmite por vía
aérea, es decir, de persona a persona, a través de la tos y el estornudo, por
lo que la distancia física de dos metros entre interlocutores, cubrirse
adecuadamente al toser y estornudar y, para mayor seguridad, la utilización de
mascarillas, constituyen los elementos básicos a utilizar en primera instancia
para evitar la propagación de la infección.
Solo existe un método superior en eficacia a lo que acabamos de mencionar y es la confinación. Si no hay
interlocuciones, si no hay exposición personal, no hay tampoco posibilidades de
propagación. Pero las necesidades vitales obligan a la comunicación y a la
organización de esta comunicación en aras a entorpecer al máximo la extensión
de la pandemia. Y en esta labor planificada participamos todos los ciudadanos
concernidos por el problema.
No conocemos el momento en el que
empezamos a ser contaminadores porque ello puede iniciarse antes de los
pródromos virales, ya sabidos, de fiebre, tos y malestar, y antes por tanto de
este momento deberemos tomar las medidas necesarias no solo para iniciar
nuestro cuidado, sino sobre todo para cuidar de los demás para evitar la
extensión de la infección. Todos somos
potenciales contaminadores de nuestro entorno y por ello todos sin excepción
debemos utilizar las medidas de prevención sugeridas: mascarillas, distancia
física, y extremar los cuidados higiénicos.
La mascarilla es el principal
elemento que evita el contagio a los demás y la mascarilla de elección es la
quirúrgica que restringe en gran medida las posibilidades de que nuestros
efluvios en forma de microgotas superen un ámbito controlado, y deberemos
llevarla en todas nuestras actividades sociales en las que no podamos asegurar
mantener una distancia de seguridad mínima de un par de metros. Las otras
mascarillas, FFP-2 y 3, aseguran un mayor nivel de protección al individuo no
contaminado y su beneficio es bueno para él fundamentalmente, es decir, es más individual
que general.
En tanto no dispongamos de un
tratamiento o una vacuna, la enfermedad y su contagio ocasionan el desarrollo de un
cuantioso programa de trabajo y la puesta en marcha acelerada de gran cantidad
de recursos humanos que precisan de una cualificación no fácil de seleccionar,
como también son difíciles de improvisar las estructuras necesarias para llevar a cabo los cuidados que precisa la
población en hospitalización de vigilancia, de medicalización o de unidades de vigilancia intensiva.
La continua exposición personal de
estos profesionales de la salud ha puesto de manifiesto una entrega y una
vocación en la asistencia corroborada
cruelmente con la muerte de un importante porcentaje de ellos que nunca podremos
agradecer lo suficiente. Todos aquellos que consiguieron superar la enfermedad
conocen la capacidad y el sacrificio que se ha repetido miles de veces con
todas las altas habidas, y la impotencia y la depresión que rasgaron a tantos
espíritus nobles cuando la recompensa encontrada fue el deceso.
Solo la manifestación ciudadana
de una responsabilidad contundente en el escrupuloso cumplimiento de las normas
necesarias (distancia física, mascarillas e higiene) que impidan los rebrotes y
la repetición de las duras escenas habidas en este tiempo pasado, constituirán una gran demostración de nuestro recuerdo y agradecimiento.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de
Benalmádena
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