martes, 12 de mayo de 2020

ELOGIO DE LA CONDUCTA

  Ayudas a una confinación (12/5/2020)                                             


                                                  ELOGIO DE LA CONDUCTA




Entre las muchas plagas o epidemias habidas en la historia de la humanidad, cabe destacar la ocurrida  en el siglo VI, durante el reinado del emperador Constantino, entre los años 541 y 543, la “peste negra”, una plaga provocada por la cólera divina como consecuencia de los pecados de la humanidad, produjo la muerte de un tercio de la población. Los modernos estudios genéticos sitúan su origen en China.
En el siglo XVII, desde 1646 y hasta 1653 este azote volvió a la populosa ciudad de  Sevilla causando 60.000 víctimas, el 46% de la población, entre ellos la familia del pintor Bartolomé Esteban Murillo, que a falta de un testimonio de la hecatombe, nos dejó pintados como deliciosos angelitos a sus hijos víctimas de la enfermedad. Este huésped inesperado, desconocido y fatal que afectaba tanto a los pobres como a los ricos, se suponía originado por los “miasmas” o elementos que se desprendían de los restos en putrefacción. Su origen se situó en Uzbekistan (Asia)
En el siglo XVIII, tuvo lugar otro brote identificado entonces como peste bubónica debido a la bacteria “yersinia pestis” que se transmite por la picadura de las pulgas que habitan en los roedores y que son sensibles a la antibioterapia. Su testimonio mejor conocido nos lo dejó el escritor francés Albert Camus en su obra “La peste” publicada en 1947.
La actual pandemia conocida como covid-19, tiene su origen en China, en un virus perfectamente identificado como el SARS-Cov-2, que se transmite fácilmente por vía aérea cuando un paciente infectado tose o estornuda. Lleva a su cargo un cuarto de millón de defunciones en seis meses de evolución.
Frente a las imágenes de destrucción, ruina y desolación de las pandemias precedentes que cursaban con un evidente temor a la muerte, la actual se vive socialmente como una experiencia nueva, distinta, como una representación teatral aséptica que entendemos y comprendemos pero que no termina de involucrarnos.
No existen cadáveres en las calles, no existen destrucciones urbanas, no hay asaltos ni pillerías, solo relación de multados por indisciplina. Tampoco existe la idea de plaga o de castigo decretada por un poder omnipotente porque ya hemos entendido que rezando no podemos curar nada, sino atendiendo a las normas que la experiencia nos ha enseñado y que todos cumplimos con devoción.
El mundo sigue funcionando a través de las noticias y de las redes sociales. La imagen es de quietud, estática, de relajación. Algo está pasando y esperamos a que nos cuenten el final. Todos los ejemplos habituales de estas situaciones ya han sucedido o están sucediendo: la generosidad, el altruismo, el desprendimiento, la filantropía, el amor. Y también la avaricia, el odio y la misantropía. Todo nos lo van contando pero aderezado de forma que solo tengamos que aplaudir.
El reverso de este mundo prefabricado está en la facilidad con que la economía se ha venido abajo,  intentando que su caída también sea lo suficientemente controlada como para que los lastimados no se noten o se noten lo menos posible.
Solo existe un reducto en el que se mantienen las recias virtudes patrias, en donde se cuidan más las formas que el fondo y en el que la ficción supera a la realidad, y es  en  nuestra vida parlamentaria en la que, como le ocurría a D. Quijote de la Mancha que mantenía en sus funciones su armadura completa pese al calor reinante, nuestros parlamentarios, revestidos de una ideología impoluta e inoperante, siguen cabalgando sin parar mientes en la realidad, combatiendo al enemigo, que no adversario, y atentos a la aparición de los próximos molinos de viento.

Jesús Lobillo Ríos

Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena    


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