EL ESPERPENTO NACIONAL
Consideramos como cierto que
el “esperpento” es una creación del
escritor gallego Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), pero no fue el
primero, porque ya se observan antecedentes en la obra del madrileño Francisco
de Quevedo Villegas (1580-1645) y en la del pintor aragonés Francisco de Goya
(1746-1828). Los tres, y muchos más, se acercaron a la realidad crítica del
momento que vivieron deformando lo que veían para llamar la atención sobre
ello. Esta metáfora de la deformación grotesca y grosera de los hechos,
satiriza la forma de ver y observar la existencia real, y no se trata de un
término literario que se populariza, sino que más bien, a la inversa, pasa de
la observación popular a la literatura ya que es en realidad una constante de
la escena nacional.
El esperpento como género
dramático, aparece por primera vez en 1920 en la obra “Luces de bohemia” pero
tiene su origen real en el anuncio de una ferretería que había en Madrid en la
calle Álvarez Gato muy cerca de la Puerta del Sol y del Teatro del Príncipe.
Este reclamo publicitario disponía de dos espejos, uno convexo y otro cóncavo
que deformaban la imagen de los transeúntes
y que por ello se convirtió en entretenimiento jocundo de los
madrileños.
Sin embargo no podemos catalogar
a Valle-Inclán como un crítico sin más de la realidad nacional. El autor de las
bellísimas “Sonatas” o de “Flor de santidad”, se demuestra como un destacado
modernista, cuya visión se va agriando al acercarse a la realidad a través de
“Divinas palabras” y sobre todo de “Luces de bohemia”, para pasar a la crítica
despiadada con “Los cuernos de don Friolera” o “Las galas del difunto”. Su
genialidad de ver la existencia a través de la deformación es el resultado de
un cambio en la valoración personal de la realidad que le circunda. Para él el
drama de España es ridículo y no puede asimilarse a la tragedia clásica si no
es deformándolo.
La consagración literaria del
esperpento cala profundamente en el imaginario público que afrenta todos los
desafueros, desaciertos o aciertos a medias, en un cajón de sastre común que une
a la natural tendencia popular a criticar mediante la broma, todos los sucesos
a los que tacha no solo de groseros o chabacanos, sino además de cómicos, creando
un totum revolutum que viene a poner de manifiesto la profunda separación entre
lo popular y lo político, es decir, entre la calle y el parlamento.
En la actualidad estos espejos
deformantes, que ya hace tiempo que desaparecieron, no deforman tanto la
realidad nacional porque la mayoría de los hechos que estamos viviendo superan
en su increíble verosimilitud a la más grotesca imagen imaginada por cualquier
ciudadano-observador, porque la realidad siempre supera a la ficción.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de
Benalmádena
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