domingo, 21 de septiembre de 2025

Pitouto

                                     «PITOUTO»: EL PEQUEÑO GIGANTE DE LA COMEDIA

(Partner de «Cantinflas» en el cine mexicano)

 

Se llamaba Pedro Elviro Rodríguez y había nacido en el pueblo extremeño de Valencia de Alcántara el 7 de marzo de 1896. Murió muy lejos de su tierra, en Ciudad de México, donde se había exiliado al finalizar la Guerra Civil, el 24 de agosto de 1971. Fue uno de varios miles de españoles que tuvieron que abandonar el país tras la caída de la República.[1]

En una entrevista realizada por el periodista José Montero Alonso para el periódico La Esfera (26 de enero de 1926) nuestro protagonista le confiesa que su inquietud para conocer mundo se inició, con apenas diez años, escapando de su casa. Entre sus múltiples actividades afirmaba que fue agente comercial de máquinas de escribir, vendió seguros, trabajó en publicidad y fue corrector de pruebas en publicaciones como La Opinión, El Parlamentario o en el semanario «Novela Roja». Sin embargo, su verdadera vocación fue la interpretación: «Me pareció aquello tan natural, tan sencillo, tan dentro de mi temperamento y de mi carácter, que comprendí que estaba allí mi ruta de siempre; me convertí en lo que nunca soñé que pude acabar: en un artista de film». Con estas palabras describe Pedro Elviro su entusiasmo por esta vocación que le había llegado, por casualidad, a través de una recomendación. Su aspiración, le sigue confiando al redactor era «llegar ante los públicos extranjeros». Y lo hizo tan bien, y con tanta personalidad, que se dice que muy pocos directores le hicieron repetir una escena. También confesaba que le gustaba el teatro, y en teatro anduvo sus primeros pasos, decantándose por la comedia, Su físico se imponía para ello: era muy pequeño de estatura, más bien diminuto, y tenía una innata facilidad para los gestos faciales, en los que sobresalían dos enormes y expresivos ojos

Hacia la mitad de los años veinte debuta en el entonces cine mudo con películas como: Los granujas, La chavala, Don Quintín el amargao (con la actriz, después exiliada Ana María Custodio), Ruta gloriosa o Los chicos de la escuela, entre otros títulos, donde demostraría que no hay papel pequeño cuando se tiene un gran talento. Sin embargo, el papel que lo consolidó y lo haría famoso en nuestro país, durante la época del cine mudo, fue La casa de la Troya, estrenada en 1925. En este film mudo interpretó al personaje de «Pitouto», un estudiante de leyes campechano y bufo que lo lanzó a la fama y le acuñó su apodo artístico, con el que fue conocido popularmente en todos los países en los que trabajó, especialmente en Francia y México. En total, intervino en más de diez películas en nuestro país.

Como le confesaba al periodista que le había hecho la interviú en La Esfera, sus expectativas de trabajar en otros países, para «públicos extranjeros», como decía, llegaron gracias a las películas que la empresa norteamericana Paramount rodaba en los Estudios que había montado en Joinville, cerca de París. Allí trabajaron muchos profesionales españoles en películas para el público y el mercado hispanohablante, entre ellas: Un caballero de frac (1931) de Roger Capellani, con Antoñita Colomé y Rosita Díaz Gimeno, la protagonista principal, apodada por el profesor Román Gubern como «La sonrisa de la República», una estrella que también tuvo que exiliarse y que tiene una vida apasionante. Aunque esta es materia para otra historia.

Instalado en Francia desde final de los años 20, llegó a participar en varias decenas de películas, entre las que destacamos: À bas les hommes, 1931 (con Carmelita Aubert); De haute en bas, 1933; Monsieur le vagabondo y Dernier houre, 1934; Quadrille d´Mour, 1935; Le chanteur de minuit,1937; Un scandale aux galeries, 1937; Vacances payées, Le puritain, ambas de 1938, o la comedia Les compagnons de Saint-Hubert, 1939, última película francesa en la que intervino Pitouto antes de exiliarse.

Según datos proporcionados por la Fundación Pablo Iglesias, Pitouto se habría afiliado allí, en París, al Grupo Socialista Español del PSOE. Durante la guerra civil prestó servicio en la Delegación de Propaganda del gobierno de la República en París. Al finalizar la guerra en España solicitó ayuda a la Junta de Cultura Española en la capital francesa para salir del país. En el mes de junio de ese año (1939) embarcaría en el «Ipanema» en el puerto de Pauillac (Gironde) rumbo a México. Llegó a Veracruz el 7 de julio de ese año. Otro público más que lo llegó a admirar y querer como suyo.

Como le sucedió a otro de nuestros paisanos, el director de cine toledano José Díaz Morales, Pitouto llegó al país azteca en plena «época dorada» (1936-1956); un terreno fértil en el que arraigó y que le proporcionó, además de la nacionalización, el participar en más de cien películas. Algunos expertos contabilizan su intervención en 127 títulos. Por otro lado, es necesario decir que este experto en la pantomima en el cine mudo no tuvo dificultad para la transición del mudo al sonoro, como les ocurriría a tantos actores consagrados. Su debut en el cine azteca fue en la comedia Los últimos días de Pompeyo, 1940. De ese número ingente de películas en las que intervino destacamos, entre otras: Las aventuras de cucuruchito y pinocho, 1943, película que dirigió el español Carlos Vejar, con guion de los también españoles Salvador Bartolozzi y Magda Donato[2]. Hay que señalar también las 20 películas que trabajó con Mario Moreno «Cantinflas», entre ellas: Los tres mosqueteros, 1942; El circo 1943; Subida al cielo, dirigida por Luis Buñuel, 1951 (lisiado); El señor fotógrafo, 1953 (recién casado); El bolero de Raquel (tendero) 1957; El portero, 1959 (don Fortino), Sube y baja, 1959 o El analfabeto, 1961 (alguacil). Entre otras estrellas mexicanas trabajó con, Pedro Infante o Germán Valdés (el famoso Tin-Tan) en Hotel de verano, 1944, donde coincide con profesionales españoles como Consuelo Guerrero de Luna, Carlos Villarías o Manuel Fontanals. El papel más largo de su carrera en aquel país fue en el film Cuando la tierra tembló, dirigida por Antonio Helú en 1942 en el rol de un gracioso propietario de un restaurante donde quedan atrapados los comensales hasta que son rescatados. Su última participación en el cine mexicano fue La criada bien criada, dirigida por Fernando Cortés en 1970, un año antes de su muerte. En resumen, desde 1924 hasta su muerte en 1971 filmó más de 170 películas, una buena parte de ellas, como ya hemos adelantado, en Francia y México.

En la página de Wikipedia de su pueblo, Valencia de Alcántara, hay una referencia a este pequeño, pero gran actor que, como tantos profesionales españoles, tuvieron que abandonar nuestro país huyendo de la guerra civil.

                                        Rosa M. Ballesteros García

                        Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                        “benaltertulias.blogspot.com”



[1] Se estima que entre 25.000 a 30.000 españoles se refugiaron en aquel país, la mayoría para no volver.

[2] Sinónimo de la escritora Carmen Eva Nelken, hermana de la que fue diputada socialista Margarita Nelken. Todo los profesionales citados en el artículo estuvieron exiliados en aquel país.


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