Recordando la «Época dorada» de la radio en España.
Rosa Ballesteros García
rosaballesterosgarcia@gmail.com
De entrada, puede sonar extraño que la «época dorada» de la radio se asocie
a la España en blanco y negro de la posguerra (la década de los años 40-50)
aunque es muy explicable, si tenemos en cuenta que la radio fue la única fuente
de expansión lúdica de las familias. La realidad social no daba para más, y esta
paradoja se prolongaría hasta bien entrada la década siguiente, cuando su
reinado ―el de la radio―, se vio relevado por la televisión, que comenzó a
emitirse oficialmente en 1956, eso sí, solamente para unos 600 televisores
madrileños. Una década después se convertiría en la principal opción de ocio[1].
Durante esta época dorada (las primeras emisiones de radio en España se
produjeron en Radio Ibérica de Madrid, a finales de 1923), hasta mediados de
los años 50, las familias escuchaban cuplés, pasodobles, serenatas, boleros,
música de orfeón y tunas, música regional o folclórica, y también clásica y
zarzuela. Géneros como la copla, el flamenco y la música folklórica se convirtieron
en nuestra seña de identidad, tanto para consumo interno como para los cientos
de miles de emigrantes desplegados por toda Europa[2]. La
radio y la mesa camilla familiar (con brasero incluido) es un binomio de
referencia para muchos de nosotros, los más veteranos. Tras la
victoria franquista, en 1940 la Unión Radio[3] republicana
se reconvirtió en la Sociedad Española de Radiodifusión (SER), presidida por
Antonio Garrigues Díaz-Cañabate (padre del abogado y político Antonio Garrigues
Walker). Como responsable de programación se incorporó en 1942 Manuel Aznar
Acedo (padre del expresidente José M. Aznar)[4].
Por otro lado, no está demás detenernos un momento sobre lo que supuso la
radio por su capacidad de audiencia. Finalizada la guerra, el nuevo régimen
tenía muy claro que era un medio muy poderoso para llegar a la población, una
población con alto grado de analfabetismo y mayoritariamente rural (se decía
que la radio “había ganado batallas”). Abundando en ello reproducimos
literalmente una de las circulares dirigida a las autoridades provinciales,
sacada de un artículo de los profesores Salvador Gómez y José Cabeza, publicado
en 2013: “Con objeto de estudiar el alcance de la propaganda radiada, te ruego
que de acuerdo con el director de la emisora de esa capital, procedas a
realizar una lista de propietarios de aparatos receptores de toda la provincia”[5]. Lo que venía a
decir, en otras palabras, que estaba claro que, ya que “no se podían controlar
las ondas”, se intentaría controlar a los que navegaban por ellas.
Todos los que tuvimos la suerte de poder escuchar la radio (ya fuera propia
o de cualquier amigo o vecino) recordamos las sintonías musicales que
acompañaban a nuestras madres mientras trajinaban en las tareas de la casa; los
discos dedicados; el llamado “el parte” (diario hablado de RNE) que nos
acompañaba durante las comidas y las cenas[6], los seriales que
amenizaban las sobremesas: “Ama Rosa”, “Lo que nunca muere”[7] o los
programas infantiles de la tarde, como “Diego Valor” (1953-1958), personaje inspirado en la serie de cómic inglesa Dan
Dare, con Pedro Pablo Ayuso como protagonista, que la gente menuda
escuchábamos con embeleso mientras dábamos cuenta del pan y chocolate (de
algarrobas), aunque las más de las veces había que contentarse con un sobrio
pan con aceite.
Otro de los espacios off the record (por el horario) que
escuchábamos el mismo público era el serial costumbrista “Matilde, Perico y
Periquín” (1955-1971), patrocinado por Cola Cao. Sus intérpretes, Matilde
Conesa (Matilde), Matilde Vilariño (Periquín) y Pedro Pablo Ayuso (Perico), con
Carmen Martínez, Agustín Ibáñez y Juana Ginzo, actriz de gloriosos 98 años (de
quien recomiendo sus memorias: La pasión de vivir con un montón de años),
casada con un gran periodista, Luis Rodríguez Olivares, quien vivió en primera
persona la censura de la época. En una de las entrevistas decía textualmente:
“Nos estaba prohibida las información nacional e internacional, económica,
laboral, etc. Nuestro campo se reducía a lo que se conoce como sociedad, deportes,
espectáculos y ciertas cuestiones municipales, nada que tuviera que ver con
política”[8].
Ya por la noche, tras la cena, entre las 10.30 (que finalizaba “el parte”)
y pasada la media noche, se escuchaban programas misceláneos (y larguísimos) de
variedades y espectáculo como “Cabalgata fin de semana”, conducido por el
locutor chileno Bobby Deglané desde 1951[9], acompañado por
María Ángeles Herranz, locutora y actriz de doblaje[10]. Tras la marcha
de Deglané se hizo cargo José Luis Pécker. En este programa se estrenaron,
entre otros, el meteorólogo Mariano Medina (“El hombre del tiempo”) o los
humoristas “Tip y Top” (Luis Sánchez Polack y Joaquín Portillo). Otro de los
programas en esta franja horaria fue “Ustedes son formidables”, de muy distinta
factura que el anterior, que se iniciaba con la sinfonía del Nuevo Mundo de
Dvořák, basado en un formato que Alberto Oliveras se trajo de París, que se
mantuvo en audiencia entre 1960 y 1977. El objetivo del programa, con fines
solidarios, apelaba a la solidaridad ciudadana. En su primera emisión se
recaudaron 80.000 pesetas para ayudar a un grupo de mujeres que habían
organizado un festival de música para financiar una guardería infantil.
Por otro lado, es necesario puntualizar que la radio en los años 40 no estuvo
exenta de dificultades para popularizarse, es decir, para llegar a mucha gente.
Problemas internos y externos lo propiciaban: la repercusión de la Segunda
Guerra Mundial (1939-1945) y sus lógicos problemas de importación, altos costes
y especialmente el afán fiscalizador impidieron que su uso se expandiera. A
todo ello se sumaban los cortes de suministros, las transmisiones de baja
calidad, etc. Lo que sí se puede decir es que durante la década de los 50
quienes mayoritariamente escuchaban la radio, mañana y tarde, eran las mujeres.
Entre 1955 y 1960 se popularizó su implantación de forma general como
“electrodoméstico del ocio”, si bien este aumento de audiencias tuvo su reverso
negativo. A los dirigentes del Régimen se les complicó la cosa, y por ello se
emplearon en una programación cargada de intentos de persuasión ideológica,
tanto en el entretenimiento como en la práctica de su monopolio de la
información[11]. Y aquí
un inciso para recordar a la famosa “Pirinaica” que, aún a riesgo de ser
descubiertos, muchos ciudadanos (“no adictos”) escuchaban en privado, a pesar
de las interferencias y ruidos intencionados, con las noticias que llegaban del
extranjero.
Finalmente, tampoco queremos dejar de citar a uno de los humoristas que se
convirtió en un hito de la radio en España. Se llamaba Pepe Iglesias, más
conocido como “el Zorro” (“Yo soy el zorro, zorro, zorrito, para mayores y
pequeñitos…”), un actor argentino, hijo de emigrantes españoles, que comenzó
sus actuaciones en 1952 y que tenía una capacidad extraordinaria para
interpretar distintas voces. A todo este entretenimiento se le sumaba las
retransmisiones deportivas como “Carrusel Deportivo”, dirigido por Vicente Marco,
para mayor esparcimiento de aficionados al fútbol y al boxeo, y concursos,
muchos concursos, como “El Bazar de las sorpresas”, “Ustedes lo saben, pero
ellos no”, “Busque, corra y… llegue usted primero”, “Su canción favorita” o
“Avecrem llama a su puerta”.
Son unas pocas pinceladas que nos retrotraen a unos años y unos recuerdos
que forman parte de nuestra memoria individual y también colectiva. Son, en
definitiva, parte de nuestra cultura, rescatadas de esa memoria como forma de
mantener vivos hitos y nombres que formaron parte de nuestra historia, en unos
años en que la única evasión lúdica (y relativamente barata) con la que contaba
la mayoría de la población era la voz de las ondas.
EL ATENEO LIBRE DE
BENALMADENA
“benaltertulias.blogspot.com”
[1] La primera
estación de radio en España se estableció en Barcelona en 1924: Radio España de
Barcelona (EAJ-1) y posteriormente en Madrid: Radio España de Madrid (EAJ-7).
[2] Se calcula que
entre 1959 y 1973 emigraron a Europa más de un millón de personas.
[3] Para quien le
interese el tema, hay un libro titulado: Aquí, Unión Radio, de
Ángeles Afuera, publicado por Cátedra, 2021.
[4] Jefe de Falange,
encargado de tareas de radiodifusión y propaganda, se mantuvo en el cargo hasta
1962; dirigió Radio Nacional de España (1962-1965) y fue director adjunto de
Radiodifusión en el Ministerio de Información y Turismo (1964-1967). En 1967 se
convirtió en el primer director de la Escuela Oficial de Radiodifusión y
Televisión, dependiente del citado ministerio.
[5] “Oír la radio en
España. Aproximación a las audiencias radiofónicas durante el primer franquismo
(1939-1959)”, Historia crítica, Nº. 50, 2013, pp. 104-131.
[6] Su emisión: 14 y
22 horas.
[7] Con guiones
escritos por Guillermo Sautier y la castellano-manchega Luisa Alberca.
[8] https://www.gorkazumeta.com/2017/10/luis-rodriguez-olivares-burlar-la.html
(p. visitada 3/02/2021).
[9] Llegó a la radio
española en 1934. Durante la Guerra Civil trabajó como reportero gráfico,
haciendo fotografías especialmente en el Frente de Teruel desde el lado del
ejército sublevado.
[10] Dobló para el
cine la voz de actrices como Sofía Loren, Ginger Rogers o Bette Davis.
[11] Para este asunto
es muy interesante el artículo de Salvador Gómez y Juan Martín, publicado en
2012: “Del yugo a la cruz. Radio Nacional de España: una radio en transición
(1945-1951)”, Área Abierta 33, pp. 1-19.
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