viernes, 3 de febrero de 2023

A. Pizarnik


Resumen

Alejandra Pizarnik, poeta argentina, poeta a la que se han empeñado en asignarle el adjetivo de maldita; icono, mito, a veces leyenda, vivió para ser literatura, para ser palabra.
Su relevancia en la poesía del mundo hispánico trasciende más allá del momento y movimientos poéticos que le toco vivir. Errante de si misma, “expulsada de este mundo”, consagró su ser físico y espiritual a la búsqueda de la esencia en la palabra. Lego pocos libros de poemas (un solo volumen los recoge)  y un extenso diario del que supo siempre que trascendería, así como innumerables cartas intercambiadas con autoridades literarias de la época. Peleo con la prosa y dejó textos de difícil encaje, lo intentó con el teatro, con idéntica dificultad de aceptación. Se relacionó intensamente con Cortázar (temporalmente su albacea), con las hermanas Ocampo, Bio y Casares, Borges, Simón de Beauvoir, Olga Orozco, el todo de su tiempo ya fuera en París o en Buenos Aires , pero sobre todo con Octavio Paz, maestro, mentor y prologuista de su obra más perfecta, “El árbol de Diana”. En el ámbito de sus relaciones solo la muerte y el sexo, Eros y Tanatos, alcanzaron cumbre. Cincuenta pastillas de Seconal fueron la barca que la trasportó a la otra orilla. Tenía treinta y seis años.

                    

 MANUEL DEL CASTILLO es Secretario del Ateneo Libre de Benalmádena


 


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