LOS
ORÍGENES DEL HUMANISMO MÉDICO
La práctica de la medicina comienza
en el inicio mismo de la existencia de los homínidos en la tierra, puesto que
las enfermedades ya existían antes de su aparición, y su primer médico fue el
hombre mismo que atendió a su
supervivencia tratando sus heridas instintivamente, lamiendo, chupando,
apretando, frotando y soplando. La ritualización de estas medidas quedaron en
manos de los shamanes y de los magos, que se arrogaron poderes sobrenaturales para
justificar sus habilidades, asimilándose con los sacerdotes, cuando la medicina
se refugió en los templos.
Un primer reflejo escrito de
estas prácticas lo encontramos en el Código de Hammurabi (1750 a. c.), pero las
primeras recopilaciones de recomendaciones médicas aparecen en los papiros
egipcios, entre los que destaca el de Ebers (1500 a. c.). No obstante fueron
los hebreos los que más contribuyeron al conocimiento médico a través de sus
aportaciones a la Biblia y al Talmud, hasta la llegada de los filósofos griegos
con los que comienza a reconocerse al enfermo antes que a la enfermedad y a
desarrollar un camino racional para su estudio que hizo su asiento en las
bibliotecas.
Hipócrates (460 a 370 a. c.) escribió
72 textos y 42 historias clínicas. Claudio Galeno (129 a 201 a. c.), griego
también, fue una figura de la medicina romana, en donde, tras reconocer como un
arte el curar, abre camino a la salud pública desde la creación de los
hospitales militares, embrión de los civiles. Roma legó sus conocimientos a
Bizancio que los vertió al árabe.
El iraní Rhases o Al Rasis
(864-925) fue un gran conocedor de la medicina griega, gran observador y
racionalista. Inventó el alambique y descubrió el ácido sulfúrico, el etanol y
obtuvo el queroseno. Escribió 184 libros y opúsculos científicos.
Ibn Sina, latinizado como
Avicena, nació en Bujara y falleció en Hamadan (980-1037). De los trescientos
libros que escribió uno de los más destacados es el “Kitab Al Quanun fi Al
Tibb” o “Libro de las leyes médicas”, que son cinco libros, más conocido, como el “Canon de Avicena”, una compilación sistematizada de los
conocimientos griegos y romanos, fundamentalmente de Hipócrates y de Galeno,
que influyeron fuertemente en la cultura occidental.
Los musulmanes cordobeses reunieron
y transmitieron los conocimientos médicos y su aplicación. Entre sus figuras
más importantes destacan Albucasis el cirujano (936 a 1009), nacido y fallecido
en Córdoba, dedicó toda su vida a la medicina escribiendo entre otras obras
“Kitab Al Tasrif”, una enciclopedia médica en 30 volúmenes siendo considerado
el fundador de la cirugía moderna, Avenzoar, nombre latinizado de Abu Marwan Ibn
Zhur, el clínico (1094 a 1162), sevillano que redactó un excelente manual para
la utilización del médico práctico, Averroes el filósofo, nacido en Córdoba y
muerto en Marraquech (1126 a 1198), procedente una familia de jurisconsultos,
es famoso como el comentador de las obras de Aristóteles, fue así mismo un
excelente médico, y Maimónides el humanista hebreo, nacido en Córdoba y
fallecido en El Cairo (1138 a 1204), asentó la teología judaica sobre los
principios de la razón y escribió diez obras sobre medicina.
El quehacer médico pasa ahora a ser el
objetivo de las órdenes mendicantes y militares y a refugiarse en las iglesias, siendo concebido
como una obra de caridad que trata a pobres y enfermos. La enseñanza de la
medicina se realiza de maestro a discípulo ajeno a la existencia de centros
docentes capacitados o reconocidos.
El primer intento de
fiscalización y control de la práctica médica se encuentra en la creación del
Real Tribunal del Proto Medicato, en 1477 por los Reyes Católicos, un cuerpo
técnico encargado de vigilar el ejercicio de las profesiones de los médicos,
cirujanos y boticarios, con capacidad para sancionar su calidad y prohibir su
ejercicio a los que no pasaran el examen exigido.
La obra del valenciano Juan Luis Vives
(1492-1540), “De subvencione pauperum” (Brujas 1526), introduce un cambio
radical en la concepción de los servicios sociales y sanitarios. Incluye la
necesidad de formación, mediante la cual el fraile pasa a ser enfermero, el
físico a ser médico, el barbero a cirujano y el boticario a ser controlado. La
enfermedad deja de ser un castigo divino o demoniaco para convertirse en algo
inherente a la persona. Los enfermos ingresan en el hospital para ser curados y
devueltos a la sociedad pero no para concluir allí sus días de existencia.
El estudio, la formación y la
adquisición de la técnica fueron los elementos fundamentales que en el siglo
XVI asentaron el humanismo en la práctica médica y cuya base llegó implícita de
la mano de las Universidades. En 1499 el Cardenal Jiménez de Cisneros funda la
Universidad de Alcalá de Henares base del humanismo científico. En su programa
docente para ser médico había que ser primero Bachiller en Artes, lo que
obligaba a saber latín y griego y cuya formación podía durar entre dos y cuatro
años, y a continuación otros tantos años para ser Bachiller Médico que ya
permitía ejercer, teniendo en cuenta que dos de ellos eran de práctica médica
con doctores, y los que pretendían ser doctores debían seguir estudiando otros
cuatro años más.
La Universidad de Alcalá se formó
por la adhesión de sucesivos Colegios al primitivo que fundara Cisneros como
Colegio Mayor de San Ildefonso, al que todos acataban disciplinariamente. Los más
conocidos fueron, aparte del mencionado, el de San Pedro y San Pablo (Teología
y Artes), el de San Eugenio o de los gramáticos, San Isidoro (Gramática y
Retórica donde Nebrija enseñó) etc., formando una auténtica ciudad
universitaria.
Los estudiantes de Medicina se
alojaban en el Colegio Madre de Dios o de los Teólogos. En las cátedras de
Prima y Medicina se leían y estudiaban a los grandes médicos clásicos y a los
grandes médicos medievales, y se traducían sus obras al latín. Las clases de
práctica médica de las cátedras de
Anatomía y Cirugía, se llevaban a cabo en el Hospital de San Lucas y San
Nicolás, que fundara el propio Cisneros para estudiantes pobres
Las cátedras en Alcalá se
renovaban cada cuatro años. Entre las figuras médicas que alumbraron este
arranque humanístico debemos recordar a Andrés Laguna (1510-1559), segoviano, que
estudió Artes en Salamanca y Medicina en París, volviendo a dar clases en
Alcalá y siendo médico de Carlos V. Se dedicó a la Farmacología y a la Botánica
siguiendo las enseñanzas de Dioscórides.
Cristóbal de Vega (1510-1573),
nacido en Alcalá pero también estudió Artes en Salamanca y luego Medicina en
Alcalá, donde desempeñó la Cátedra de Prima.
Fernando de Mena (1520-1585),
estudió en Alcalá consiguiendo los títulos de bachiller, licenciado y doctor en
Medicina, para pasar a ser Catedrático de Prima, traduciendo obras de Galeno.
Fundó un Colegio Mayor (de San Cosme y San Damián) para sus familiares y
vecinos.
Francisco Díaz (1527-1590),
alcalaíno, famoso cirujano que escribió el primer tratado de urología que lo ha
reconocido como el padre de la urología universal.
Francisco Vallés (1524-1592) el
“Divino Vallés”, estudió en Alcalá iniciándose en el Colegio Trilingue (griego,
latín y hebreo), para continuar estudiando medicina, llegando a ser catedrático
de Cirugía, considerándosele como el precursor de la anatomía patológica.
Juan Huarte de San Juan
(1529-1588), estudió arte en la Universidad de Baeza y Medicina en Alcalá.
Famoso en toda Europa por su obra “Examen de ingenio para las ciencias” en
donde afirmó que las capacidades del alma tenían una base en la morfología y
fisiología cerebral y que también podían enfermar, por lo que es considerado el
iniciador de la psicología moderna.
Las bases del humanismo médico se
extendieron al resto de las universidades, haciendo inferir que el médico no
solo era un conocedor experto de esa máquina maravillosa que es el cuerpo
humano, también entendía la enfermedad y al enfermo sin cuya comprensión no es
posible conseguir una curación, ni un alivio o un consuelo.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot,com”
Bibliografía.-
Félix Martí Ibáñez. (1911-1972). “La
epopeya de la medicina”.
Gonzalo Gómez García. “Sanar
cuerpos y guardar almas”. Fund. Banco de Santander, 2022.
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