ELOGIO DE EMILIA PARDO BAZAN
Pese a que sus circunstancias
familiares excedieron a lo común, es de considerar que beneficiaron y
potenciaron de forma afortunada a una mente con una capacidad excepcional. Su
lucha denodada en pro de la libertad de las mujeres y de sus derechos
igualitarios con los hombres, la fundamentó en la calidad de su trabajo que
aventajó de forma manifiesta a muchos de sus antagonistas masculinos que no supieron
competir, superar ni perdonar su mayor competencia.
El condado pontificio de Pardo
Bazán fue un título que la Santa Sede concedió en 1871 a José Pardo Bazán y
Mosquera, diputado a Cortes y alcalde de La Coruña, por su defensa de la
Iglesia en la elaboración de la
Constitución de 1868, una vez puesto fin al reinado de Isabel II. En 1908,
Alfonso XIII concedió este mismo título a su hija Emilia Pardo Bazán y de la Rúa
Figueroa, nacida en 1851 en La Coruña y fallecida en Madrid el 1921.
Emilia recibió la mejor educación
posible por parte de su padre, un convencido de los derechos de la mujer, en un
tiempo en el que la mujer no tenía acceso a los medios educativos, disfrutando
de la atención de instructores privados cuando la familia radicaba en Galicia,
y de la influencia de los krausistas de la Institución Libre de Enseñanza los
inviernos que pasaba en Madrid, a través de los que llegó a los místicos y a
los clásicos.
Su temprano matrimonio en 1868 (a
los dieciséis años) no detuvo su formación intelectual, viajando por Europa y
viviendo en Francia con su familia. Con el nacimiento de su primer hijo en 1881
(tendría tres en su matrimonio), comienza a ser conocida como escritora
entrando de lleno en la problemática social de su época con la publicación de
“La tribuna” (1882) donde narra los altibajos de una líder obrera.
Simultáneamente estudia e introduce en España el naturismo como reacción al
romanticismo (“La cuestión palpitante” 1883) que, junto con “La revolución y la
novela en Rusia” (1887), en la que da a conocer a los autores rusos, la
convierten en una adelantada de la europeización del país.
Su presencia y repercusión social
hacen inviable la relación matrimonial que acaba disuelta de mutuo acuerdo, al no ceder ella a dejar su actividad intelectual
en 1888, prefiriendo continuar con su abundantísima producción literaria que,
al cabo de su vida comportarían veinte novelas, más de seiscientos cuentos, más
de mil quinientos artículos en un centenar de publicaciones (en España e
Hispanoamérica), crónicas de viaje, biografías, traducciones y algunas obras de
teatro, sobresaliendo especialmente en el ensayo literario y en la polémica.
Entre esta ingente labor cabe
destacar su novela “Los pazos de Ulloa”, publicada en 1888, y en la que describe la irresistible
degeneración de la rancia nobleza rural gallega, publicación que causó amplio
revuelo en su momento y cuyas tesis volvió a reafirmar un año despues en su
siguiente novela “La madre naturaleza”.
A la muerte de su padre en 1890
financió y dirigió el proyecto editorial “Biblioteca de la mujer” que publicó
once libros tratando de difundir ideas progresistas entre las mujeres, y así
mismo fundó una revista de pensamiento político social: “Nuevo teatro crítico”
con el mismo fin, y de la que fue única colaboradora. Criticó duramente la
educación que recibía la mujer española calificándola como una doma que
transmitía los valores de pasividad, obediencia y sumisión a sus maridos.
Aceptó el liberalismo del que hizo bandera con su comportamiento sin abandonar
por completo la discreción conservadora en un ejercicio de sincretismo personal
que le permitió sortear las insidias sociales.
Su defensa incansable en pro de la
presencia de las mujeres en las instituciones culturales la llevó a ser la
primera mujer responsable de la sección de literatura en el Ateneo de Madrid
donde fue admitida en 1905. Pero fue rechazada hasta en tres ocasiones por la
Real Academia Española y pese a toda la oposición misógina consiguió el
nombramiento de Catedrática de Lenguas Neolatinas en la Universidad de Madrid y
la designación como Concejera de Instrucción Pública por Alfonso XIII.
Jesús Lobillo
Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
“ateneolibredebenalmadena.com”
No hay comentarios:
Publicar un comentario