Luisa Casati:
la mayor
futurista del mundo
Rosa Mª Ballesteros García
rosaballesterosgarcia@gmail.com
Del mismo modo que otras musas, como
Simonetta Vespucci, inspiró a Boticelli, o la cordobesa María Teresa López, la
musa más retratada por Julio Romero de Torres, la milanesa Luisa Casati,
marquesa por matrimonio, nacida en 1888, fue también musa e inspiración para
escritores como Colette, poetas como D´Annunzio, su amante, que la llamaba
«Coré» (como la diosa del inframundo griego) y «Divine Marquise» (en alusión al
Marqués de Sade); fotógrafos como Adolf de Meyer, Cecil Beaton o Man Ray, así
como diseñadores varios (posó con uno de los famosos vestidos Delphos de
Fortuny) como Elsa Schiaparelli o Coco Chanel, quienes diseñaron también para
su admirada Luisa. Ella misma afirmó: «Quiero ser una obra de arte viviente».
No era una belleza al
uso; era exageradamente alta, muy delgada y tenía unos ojos enormes, verdes,
pero saltones. En definitiva, nada hacía predecir que sería el modelo que
epataría a todos los que la frecuentaban. Ella misma se reinventó
convirtiéndose en la diva que llegó a fascinar a personalidades (nada
sospechosas de sorprenderse) como Pablo Picasso, y para ello creó su propio
look: se tiñó el pelo de un rojo rabioso, inmortalizado en las pinturas,
blanqueó su piel con polvos (recordemos el retrato de Isabel I de Inglaterra).
Sus ojos siempre aparecían sombreados de kohl negro, con pestañas postizas, e
incluso se colocaba sobre sus cejas otras de terciopelo negro. Para rematar el
maquillaje acostumbraba a utilizar belladona para mantener sus pupilas oscuras.
Además, acostumbraba a vestir con atuendos ad hoc: turbantes, plumas,
serpientes vivas a modo de collares (que inspirarán a Cartier) o trajes futuristas
(visualizar a Victoria Abril o Rosy de Palma desfilando con Gaultier).
Finalmente, acostumbraba a pasear por la calle, desnuda, bajo un abrigo de piel
y acompañada de dos guepardos amarrados con sendas correas enjoyadas. Arruinada
por sus excesos: sus caprichos pasaban por ser atendida por sirvientes desnudos
y sentaba a su mesa a maniquíes de cera como convidados de piedra. Algunas
fuentes apuntan que algunas de esas figuras servían de columbarios para las
cenizas de antiguos amantes.
Ella misma, como ya
adelantamos, fue «una obra de arte viviente». Murió en Londres pobre y con
pocos amigos en 1957, ciudad donde se había refugiado en los años 30 huyendo de
sus acreedores. Tampoco fue bien acogida en su Italia, la Italia fascista a la
que escandalizó. Desapareció, pues, «la mayor futurista del mundo», como la
definió Filippo Tommaso Marinetti, fundador del movimiento futurista. Murió
arruinada, como se ha dicho, pero, «antes muerta que sencilla», fue enterrada,
por voluntad propia, con sus pestañas postizas y, además, en compañía de su
perro pekinés disecado.
Su personalidad y sus
extrañas estéticas siguen inspirando a firmas como Dior, Chanel, Yves Saint
Laurent, Norman Norell, Alexander McQueen o Galliano y a diseñadoras como
Georgina Chapman o Carolina Herrera. Incluso la actriz, productora directora y
escritora británica Tilda Swinton, fotografiada por Paolo Roversi, se metió en
la piel de Luisa Casati para la revista Acne
Paper Sweden (2009). También encantó a pintores como Giovanni Boldini, Zuloaga,
Kees van Dondgen, Depero, Poiret o Fortuny.
Basadas en su figura,
actrices tan famosas como Vivien Leigth (la Escarlata O´Hara de Lo que el viento se llevó) en La Contessa (1965) y la no menos famosa
Ingrid Bergman (Casablanca, 1945),
protagonizaron películas inspiradas en la vida de la condesa. También ha
inspirado a cineastas como John Hanrahan, director del corto London and the Musse, estrenada en 2015,
protagonizado por la Keniana Victoria Savage.
En esta primera «Lady
Gaga» se dice que Gabriel d'Annunzio se inspiró para el personaje de Isabella
Inghirami[1] en
su obra Forse che si novelas de Michel Georges-Michel: Dans la fete de Venise (1922) y Nouvelle Riviera (1924).
En 2013, la editorial
italiana Rizzoli Libri publicó la novela La
Casati: La musa egoísta; y en 2020 se estrenó la ópera de Willwm Jeths
“Ritratto” sobre la vida de Luisa. La leyenda, pues, sigue
viva. El dandismo (en femenino) surgió con Casati con toda la capacidad de
estupor, excentricidad y el rechazo de toda forma de vulgaridad. Como diría un
francés: «Épatant».
EL ATENEO LIBRE DE BENALMÁDENA
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