Aventuras y desventuras de una
exploradora molecular
Francisca Sánchez
Jiménez
“The real scientist is ready to bear privation
and, if need be, starvation rather than let anyone dictate to him which
direction his work must take”.
Albert Szent-Gyorgyi (1893-1986)
Premio Nobel de Medicina
En la segunda mitad del siglo XX,
una serie de descubrimientos revolucionaron el modo de entender la vida y la
muerte, por ejemplo, el conocimiento de las moléculas responsables de la
herencia genética y su expresión, así como su regulación y desregulación. A esto
último le llamamos “enfermedad”. Los jóvenes que vivimos el comienzo de esta
nueva era de la Ciencia, hoy tenemos alrededor de 65 años. La curiosidad humana
innata, sumada al espíritu renovador de los jóvenes de aquellos tiempos, hizo
que a muchos de nosotros nos fascinaran los nuevos caminos por explorar que se
abrían en biomedicina y otros campos de la biología, en general. Y comenzamos a
caminar por esos senderos con el objetivo fundamental de conocer mejor la vida,
desde los elementos que la componen (moléculas) hasta las interrelaciones del
ser vivo con su entorno, y además controlar y solucionar los errores que puedan
surgir en la cadena creciente en complejidad que va desde las moléculas, a las
células, que se organizan en tejidos, órganos y organismos, cuyo funcionamiento
depende en gran medida también de las relaciones del ser vivo con el entorno.
Este camino es sin duda apasionante, lo que no quiere decir fácil. La vida de
un investigador es una montaña rusa siempre, pero más arriesgada en aquellos
países que no consideran a la investigación una prioridad, ni programan su economía
con perspectiva de futuro. A estas dificultades, pueden sumarse algunos hábitos
sociales inapropiados para aprovechar todo el potencial humano de crecer en
iniciativas y realidades I+D (que es mucho en nuestro país).
A las dificultades generales de
la investigación, las mujeres con vocación científica han sentido una presión
extra siempre, aunque afortunadamente está perdiendo intensidad lenta pero
progresivamente. Esa presión podía venir del temor propio o familiar a romper
estereotipos sobre los papeles asignados a hombres y mujeres en la sociedad, de
la falta de confianza en las capacidades de las féminas, de las dificultades
para la conciliación de horarios en casos de parejas con hijos, o simplemente
de la falta de raciocinio de los que provocan y ejercen la presión y la marginación.
Durante la charla, analizaremos estos aspectos desde la perspectiva y la experiencia
de quien, a pesar de todas las dificultades, ha vivido y disfrutado muchísimo de
la “montaña rusa de la ciencia” durante este último medio siglo, habiendo
conseguido ser una “exploradora molecular”; un oficio no solo apasionante, sino
absolutamente esencial para un futuro próspero de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario