domingo, 7 de mayo de 2023

La homosexualidad

                                                  LA HOMOSEXUALIDAD

 

La definición sexual de los individuos es cerebral antes que genital. Se pensaba, previamente, que el bebé llegaba sin género y que la cultura social era la que determinaba la diferenciación del comportamiento a niño o niña. Hoy sabemos que esto no es así, la homosexualidad no es una elección, viene prefijada desde el seno materno, sin posibilidad de que el individuo ni su entorno puedan mediar en ella.

Entre la sexta y duodécima semana de gestación, en función de la presencia o ausencia de testosterona, se desarrollan los órganos sexuales, y en la segunda mitad del embarazo, el cerebro evolucionará en sentido masculino o femenino según la presencia de testosterona puesta en marcha por el cromosoma Y, proceso que no se desencadena en el caso del cromosoma X.

La testosterona es la responsable tanto de la diferenciación genital como cerebral. En los síndromes de insensibilidad a ella, el desarrollo será femenino y, aunque se trate de una persona genéticamente masculina, se desarrollará como una mujer heterosexual. Las diferencias sexuales precoces de comportamiento vienen por tanto marcadas desde el seno materno y la influencia que reciben del medio cultural en que se desarrollan son relativas.

Ningún tratamiento de los muchos preconizados y que aún hoy se recomiendan y se ponen en práctica, ha sido capaz de cambiar el comportamiento sexual de la persona. Los homosexuales, o gais, se enfrentaron a la imposición forzada de los modelos de conducta político-religiosas, que alternativamente los hicieron oscilar entre el pecado, el delito y la enfermedad, marginándolos, segregándolos y despreciándolos merced a una intolerancia social que los oprimía severamente.

No obstante la homosexualidad ha estado presente a lo largo de la historia en muchos de nuestros protagonistas o héroes más reconocidos. Apolo, representante sin par de la belleza masculina, sedujo y amó de forma fallida a muchas mujeres, porque su verdadero amor fueron los hombres en una Grecia donde la homosexualidad era ensalzada y elevada a virtud militar antes que sagrada. Aquiles, el más dominante de los guerreros griegos, manifiesta una especial ternura hacia su “compañero”Patroclo. El propio Alejandro Magno  ejemplo de masculinidad sin límites, con innumerables esposas y amantes, amó por encima de todo a su lugarteniente Hefestión que le acompañó y secundó en todas sus campañas hasta que murió en el motín de Opis.

Sócrates, Platón y Aristóteles pueden ser considerados como los homosexuales más influyentes de la historia. Cayo Julio César, genial, político, militar y escritor que dio origen al poderoso imperio romano es reconocido como el marido de todas las mujeres  romanas y la mujer de todos los maridos.

Nuestra historia no sería la misma sin la existencia  de  Miguel Ángel Buonarroti, Leonardo da Vinci, Shakespeare, Cervantes, Oscar Wilde, Alan Turing o Federico García Lorca que además de geniales fueron homosexuales practicantes, muchos de ellos blanqueados por la historia como el presidente americano George Washington.

La legislación contra los homosexuales existió desde que Constantino declaró cristiano al Imperio Romano en el siglo IV, y se mantuvo con los bárbaros y durante la edad media. En España en los siglos XVI y XVII consta que hubo unos cuarenta mil juicios por sodomía, lo que patentiza que constituían una gran población odiada y perseguida.

Hasta 1992, la homosexualidad no fue eliminada de la Clasificación Internacional de Enfermedades, pero a pesar de ello determinadas instituciones continúan empeñadas en tratarlas médicamente para curarlas como si constituyesen un mal adquirido vergonzosamente o de un trastorno profundo engendrado de forma alevosa. Las campañas desatadas contra ella,  auténticas persecuciones de sus portadores, han causado estigmatización y un daño innecesario e injustificado, y muchas veces irreversible.

Hoy día la homosexualidad es considerada como una manifestación normal y diversa de la sexualidad humana y no es en sí misma una fuente de efectos psicológicos negativos. Bienvenidos sean el reconocimiento y aceptación de su existencia y la de todos los “diferentes” porque contribuyen a aumentar y mejorar la calidad de las relaciones humanas.

 

                                                                        Jesús Lobillo Ríos

                                                Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                              “benaltertulias.blogspot.com”

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