SOBRE LA PANDEMIA COVID-19
Queridos amigos:
Hace un mes que interrumpimos de
forma abrupta nuestras actividades sin que a fecha actual sepamos, ni
aproximadamente, cuándo podremos volver a reiniciarlas ni en qué condiciones,
ya que a todas luces nuestro mundo y nuestras relaciones van a cambiar mediante
la instauración de unas nuevas o renovadas normas de salubridad.
Se define la
salubridad como la cualidad que debe de reunir todo aquello que no perjudica a
la salud, entendiendo por salud (de acuerdo con la Organización Mundial de la
Salud), un estado de completo bienestar físico, mental y social, tres
condiciones inseparables a fin de considerar un todo aceptable, lo que es fácil
de comprender porque no podemos estar físicamente bien si nuestra mente no es
capaz de valorarlo, y nuestra mente no podrá hacer valoraciones justas si el
estrés social o interno no está debidamente compensado o equilibrado por
nuestros mecanismos inmunológicos defensivos.
La pandemia de la covid-19 ha
venido a alterar de forma profunda los tres pilares de nuestra salud, ahora ya
no solo de carácter colectivo sino sobre todo personal, de la misma forma que
no solo afecta al ámbito físico y a su vez al mental porque también arrastra, y
sobre todo, al bienestar social posiblemente el pilar más costoso de reparar de
esta hecatombe.
Salvando las lagunas que nuestra
capacidad de aprender aún mantiene, estamos convencidos de que la transmisión
de este virus es aérea, es decir, de individuo a individuo por contaminación
directa aunque fácilmente neutralizable con un metro de distancia física entre
interlocutores lo que impone una competencia añadida por nuestro espacio aéreo
personal que debemos de mantener aislado de las injerencias próximas que nos
rodean para conseguir lo cual se recomienda el uso de mascarillas individuales.
Esta vía aérea de transmisión dispone
de una defensa inicial previa en la
garganta, superada la cual pasa al alveolo pulmonar donde su enfrentamiento con
los desprevenidos mecanismos de intercambio molecular de oxigeno dan lugar a
hipoxemia (falta de oxígeno) y a una reacción defensiva tan desproporcionada
que sus consecuencias sobre la vida del huésped superan con mucho a la
malignidad del virus. Todos aquellos pacientes bajos en defensas selectivas por
enfermedades previas, por estrés social intenso o simplemente por vejez serán víctimas
propiciatorias.
Nuestra renovada salubridad se
verá obligada a considerar el uso preventivo de la mascarilla protectora, que
se constituye, pues, en la primera barrera de defensa mecánica, que unido al establecimiento de la distancia
de protección social, así como el incremento en las necesidades tradicionales
de higiene, transformarán los modos externos de nuestra vida cotidiana de relación.
Pensando en próximas tertulias será
necesario extremar las medidas de protección y limpieza del aire que
respiramos, mejorando la ventilación y la salubridad de los recintos en los que
nos reunimos, sobre todo de los cerrados sean pequeños o grandes en los que no
estaría de más acoplar aparatos generadores de ozono.
Los efectos agresivos sobre
nuestra salud mental producidos por
medidas como el confinamiento, la información excesiva, trágica y
deformada cuando no abiertamente lesiva para mantener la inquietud, y la
geolocalización telefónica, producen alteraciones de las vivencias emocionales
y del comportamiento humano que generan fobias y paranoias sobre el mundo
exterior menoscabando la empatía
deseable.
Pero sin duda las consecuencias
más importantes de la pandemia las vamos a ver en el apartado de la salud
social en el que las posibilidades de conseguir una salubridad idónea son
difíciles, dado que la abrumadora destrucción del tejido productivo, ya débil
de antemano, con la consiguiente pérdida masiva de empleos, y de las
posibilidades de subsistencia, darán lugar a la aparición exacerbada de una
epidemia de estrés y depresiones no soportables por un sistema inmunológico superado
en su capacidad de respuesta que propiciará a medio plazo una ingente cifra de
fallecidos no asociados en un análisis superficial al virus, pero que
multiplicaran por mucho a los constatados en la pandemia.
Todas las medidas que perfeccionen
esta nueva salubridad mejorada en sus facetas general, y sobre todo social en
particular, deben de ser bienvenidas porque rendirán un gran servicio al país
posibilitando que la letalidad de la pandemia quede circunscrita exclusivamente
a sus imprevisibles consecuencias físicas.
Así mismo permitirán de la mejor
de las maneras posibles que en su momento podamos reiniciar de forma segura nuestra
labor de difusión cultural, de amistad y camaradería, en donde nos
reencontremos todos los que estábamos y muchos más nuevos amigos.
Un saludo afectuoso a todos.
Jesús Lobillo Ríos.
Presidente del Ateneo Libre de
Benalmádena (Málaga)
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