RECUERDO DE ARCHI
“Cuando un amigo se va, queda un
espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”. Así lo
expresaba cantando Alberto Cortez, otro argentino español, definiendo
certeramente la pérdida de Archi, porque Archi era, y es, insustituible. Nadie
puede, ni podrá, ocupar su lugar.
Archibaldo Solnie Berriotti había
nacido en Buenos Aires, hace casi un siglo y en su Universidad se capacitó como
Arquitecto, marchando al sur del país donde trabajó y enseñó en la Universidad
de la Patagonia que pugnaba por consolidarse. Su interés por las artes y la
cultura fue prístino a lo largo de su existencia, tan dilatada como densa.
Era un hombre sencillo, discreto,
amistoso, amigo de esas pequeñas cosas, apenas visibles pero muy bien hechas.
Nos dejó una de esas cosas que lo retratan, un recuerdo en forma de librito de
apenas setenta páginas que tituló “Chispazos de vida” publicada en 2014, en
Amazon, editorial “El desván de la Memoria”, en la que manifiesta su capacidad
de observación a través de episodios simples pero profundos en los que rememora
de manera directa y fácil muchas de las
cosas que le llamaron la atención, que influyeron y modularon su vida,
reflejando su lugar en el mundo que le tocó vivir.
En la primera parte viaja hacia
el sur, el pasado, lo ancestral recordando episodios de su aventura vital, es
decir, su “Viaje a la Patagonia”. La irreversibilidad de las tendencias sexuales
en “Los hermanos incestuosos”, el hundimiento de los héroes en “El paraguayo”,
la imaginación turbadora en “El sótano”.
Analiza lo decisivo de las
pasiones humanas en “La pareja” y la relatividad de esa pasión en “El fin de un
gran amor” o la paciencia en su agotamiento en
“La llamada”.
También nos habla de la maldad en
el episodio de “Los ciegos”, de la tristeza del fracaso en “El guitarrista”, de
la interpretación de los grandes hechos en “La última comida”.
En la última parte, retorna a sus
principios con “El hospital”, “La piedra”, “Esquina chóffer Buenos Aires”, “La
cama de Van Gogh”, “Violencia de género” y “Pantalones cortos”, y nos refiere
recuerdos de su niñez que trata con
ternura, con cariño y una exquisita poesía.
Apenas he podido disfrutar de la
amistad de Archi unos pocos años en los que coincidimos en la Biblioteca
Pública, y nuestro común entusiasmo por la cultura nos unió convirtiéndole en
uno de los pilares más sólidos de nuestro Ateneo, un empuje silencioso y
constante que nunca se quebró. Un ejemplo concentrado, como todo en su vida, de
su fidelidad a sus principios y a su buen hacer
que nosotros no olvidaremos nunca. Descanse en paz.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del
Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
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