LEO ELOESSER
“EL MARCO POLO MÉDICO”
CIRUJANO TORÁCICO, PROFESOR,
BRIGADISTA, ENSEÑANTE Y BENEFACTOR
La guerra civil española puso de
manifiesto la capacidad altruista de una serie de personajes que merecen ser
recordados por su dedicación e interés en beneficio de los demás y que
superando el desgraciado y perdido conflicto patrio, proyectaron su capacidad
más allá de nuestras fronteras. Son los casos del conocido entre nosotros Dr.
Bethune y nuestro protagonista de hoy, Dr. Eloesser, que curiosamente ambos
coinciden en la China de Mao Zedong, tratando de mejorar sus condiciones
sanitarias, porque, en palabras del Dr. Eloesser, “todo el que estaba en la
guerra española se volvía comunista”.
Leo Eloesser era descendiente de
emigrantes alemanes y nació en 1881 en California, en donde realizó sus
estudios elementales que culminó antes de tener la edad necesaria para ingresar
en la UCLA (Universidad de California) por lo que inició los estudios de
música. Una vez en la Universidad, uno de sus profesores (el Dr. Barkan)
recomendó que completara sus estudios de Medicina en Alemania, en la
Universidad de Heidelberg, en donde conocía al profesor de cirugía Vicenz
Czerny, especializado en cirugía del cáncer, con el que trabajó seis meses,
pasando luego a Inglaterra en donde estuvo otros seis meses en el laboratorio
de Sir Almrott Wright en el Hospital Saint Mary`s de Londres, conocido inmunólogo
y bacteriólogo que realizó importante avances en vacunación.
De regreso en San Francisco se
incorporó a la Universidad de Stanford en donde estuvo enseñando durante 34
años y a la práctica privada. Usaba el método socrático para inducir a los
estudiantes a llegar a conclusiones lógicas y utilizando las cuatro vías para
aprender la técnica: escuchar, observar, comprender y hacer. Atendía a todo
tipo de pacientes y cobraba muy poco o no cobraba nada dadas sus ideas
izquierdistas tendentes a la medicina socializada. Su interés por la
investigación y por las nuevas técnicas se acrecentaron en estos años, siendo
un pionero en las técnicas de drenaje pleural y en el tratamiento de la
tuberculosis y el cáncer de pulmón. Era bajo de estatura, apenas superaba el
metro y medio por lo que operaba subido en un taburete. Fue elegido Presidente
de la Asociación Estadounidense de Cirugía Torácica. Su amigo el escultor Ralph
Stackpole lo inmortalizó en un monumento mirando un microscopio que aún se
conserva. En 1934 visitó Rusia desarrollando una sala de cirugía torácica en la
Universidad de Moscú.
En 1930 conoció a la pintora
mejicana Frida Kahlo, al trasladarse ésta a vivir a California, a cuyo marido
el muralista Diego Rivera ya conocía desde 1926, y a la que atendió
profesionalmente, en principio, de los dolores crónicos que padecía resultado
de un accidente de autobús ocurrido años antes, operándola en dos ocasiones. La
correspondencia entre ambos descubierta años después, indica que la relación
entre ellos fue mucho más profunda que profesional y amistosa. La pintora
realizó un cuadro al médico en agradecimiento por sus atenciones que se muestra
en el vestíbulo de la Universidad de Stanford.
Al cumplir 55 años se declaró la
guerra civil española, los informes de destrucción sufrimiento fueron
impactantes, y Loesser en Septiembre de 1937 decidió acudir a España a ayudar a
la causa republicana para lo que recaudó 50.000 dólares en donaciones privadas
con los que financió una ambulancia y un hospital móvil más un grupo de médicos
y enfermeras que consiguió reclutar, con los que estableció hospitales móviles
de campaña y bancos de sangre, durante los 9 meses que estuvo en nuestro país.
En 1938 volvió a California y a
su trabajo habitual, ofreció su experiencia a su país cuando entró en la II
Guerra Mundial, pero lo rechazaron por sus precedentes comunistas, afiliándose
entonces a la Organización de la Naciones Unidas donde fue contratado como
especialista en Cirugía y marchó a China en 1945 a ayudar a las fuerzas comunistas
de Mao Zedong.
Al llegar a China inicia un
programa de enseñanza a cargo de la ONU. Al año siguiente recibe una invitación
del Dr. Hatem, médico norteamericano establecido en China, con el que vuela a
la provincia de Hebei y Yanan, conocida como la “capital roja”, visitando el
“Hospital de Paz Internacional Dr. Bethune”, en honor de su viejo amigo de
España que recalando aquí con 47 años, había fallecido en 1939 tras infectarse
accidentalmente operando a un soldado herido.
Eloesser volvió a EEUU en 1947 y
en sus informes califica de caos la situación sanitaria. Al regresar, en ese
mimo año, organizó otro equipo sanitario con un médico chino (el Dr. Li) y una
enfermera hija de emigrantes norteamericanos (Ruth Ingram) que hablaba el
idioma con los que alcanzó otros remotos hospitales que les obligaron a hacer
25 km a caballo. Su estilo de enseñanza se basó en el mismo utilizado por
Bethune mediante ejemplos sobre animales.
Después de tres años trabajando
en China, Eloesser comprendió que importar hospitales sofisticados o enviar
jóvenes médicos chinos a formarse al extranjero no ayudaba a la salud del
pueblo chino porque lo que se necesitaba era “medidas preventivas simples,
medidas de higiene, de ayudas al parto, cuidados infantiles, vacunar e
inmunizar”. “La salud es un derecho de todos y no el privilegio de unos pocos
favorecidos y se puede lograr por medios sencillos matando moscas y piojos,
practicando una higiene y limpieza, y una vida digna”.
Por todo ello el Dr. Junot, jefe
del programa de Unicef en China lo contrató para desarrollar un programa que
tenía presupuestado gastar 500.000 dólares en mejorar las condiciones
sanitarias locales lo que le permitió organizar cursos de capacitación
siguiendo el método Bethune, y que sirvieron para la habilitación de cientos de
miles de “médicos descalzos”.
En 1948 volvió a EEUU y tuvo que
hacer frente al programa de “caza de brujas” del senador McCarthy. Y en 1950 al cumplir 70 años
renunció a la ONU y se fue a vivir a México con su compañera Joyce Campbell,
estableciéndose en Tacámbaro donde construyeron un rancho y puso una clínica
gratuita para los campesinos de la zona. Todavía pudo volver a China, a la que
añoraba, al ser invitado a Beijing como miembro de una delegación médica
mexicana con la que pudo visitar a alguno de sus antiguos amigos y
colaboradores.
En 1976, sufrió una oclusión
coronaria y falleció en México a los 92 años de edad. Acuñó para sí mismo el
término de “Marco Polo Médico” que había ido a China para enseñar y se quedó
para aprender, pero a diferencia del comerciante veneciano del siglo XIII
“reuní a mis maestros y aprendí mis lecciones, no en la corte del Khan, sino en
los más bajos niveles de la sociedad”.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benalterulias.blogspot.com”
Bibliografía.
Hwei-Ru Tsou y Len Tsou. El Marco
Polo Medico. AABI.
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