DE ENTRADA, NO
Nunca se nos olvidará aquella
llamativa campaña que nos convocó, muy a pesar nuestro, a creernos que nos
hacíamos un favor. Fue entonces cuando la gente no se conformaba y no se le
podía inducir ni conducir de otra manera, porque no estaban los ánimos tan
unánimes. Fue una jugada del poder, ¿y cuándo no?, que aflojó los fuelles que
tan tensos estaban, porque podíamos mandar a tomar vientos más de una
iniciativa que nos hiciera poder soplar en contra. Aunque, al final, la
convocatoria de la OTAN nos llevó al huerto.
La terca historia vuelve a
presentarse, como si “nosotros, los de antes, no fuéramos los mismos”, porque
“es tan corto el amor y tan largo el olvido”... Sin embargo, puede haber
cambiado el paisaje, los árboles han crecido,
sus sombras son mayores, el cielo está más ausente, porque el sol tiene la
intención de cegarnos como antes y aún
más si cabe. Nuestros hijos se hicieron mayores y ya les funcionan mejor los
ojos y la cabeza y pueden darse cuenta de que hay cosas que no les entran en la
cabeza y no por jibarización, sino porque se han enriquecido de criterios que
se han formado a lo largo de estos años de vida en común. Sin embargo, y a
golpe de exageraciones mediáticas que ya no escandalizan a los seguidores de
las grandezas, se puede volver a las andadas.
Y en esto llegó Sumar, pero, por
si no habíamos crecido todavía lo suficiente, nos hizo repetir la tabla, que
nos resultó extraña, porque siempre algo queda. La memoria puede ser selectiva,
pero solo los desmemoriados pueden perder
su infantil inocencia y vimos que faltaba algo, sin saber claramente que de diez me llevo, por lo menos, una. Y
así nos era difícil de que nos salieran las cuentas.
Si Sumar es un proyecto, que hay
que construir, necesita un acompañamiento, incluso económico de cuantía de votos, pero sin reducciones,
para que nos salgan las cuentas, no sea que quede afecto de aluminosis. Sabemos
que torres mayores han caído. Sin embargo, no es nuestro propósito tirar nada
por tierra. La construcción necesita de muchas manos y no menos hombros. Ahora
podemos observar que todo el mundo está a favor de Sumar, pero los números
bailan y algunas letras están dando el cante, por el hecho de haber entrado en
la república de los números.
Somos conscientes de que muchos
dígitos están de los nervios y que señalan que podemos insistir en que se trata
de un error de cálculo el creer que se consiguen votos poniendo vetos. No está
nada mal que se pueda hablar democráticamente del tema y que las
consideraciones que respaldan los vetos puedan considerar lo no considerado y
completar la Suma con más generosidad que los solos números nos puedan
conceder.
No hay que pensar que viene el
lobo, cuando sabemos proclamar que de “entrada, no”, pero se tendrá que
distinguir y ver con claridad de quién es la patita, no sea que no abramos la
puerta y no podamos abrirla para que
salga alguna ovejita que no tiene buen pelaje, porque las estancias no están
bien iluminadas y estemos confundidos sin saberlo.
Sabemos, desde hace mucho tiempo,
que el bosque mediático está inundado de ruidos ensordecedores y que no podemos
ver claro, porque siempre que hay grandes ruidos, automáticamente se nos
cierran los ojos, como si el estruendo nos fuera a cegar de camino.
Parece que el veto está más que decidido,
pero ignoramos si los votos van a correr la misma suerte de siempre y no se
pueda conseguir ni un solo voto más como para que sea decisivo y superar al
PSOE, que tantos vetos se ha permitido en la pasada legislatura, dejando en el
cajón algún que otro compromiso, cuando sabemos que a la tercera convocatoria
de elecciones pasadas, por simple supervivencia, dejó de vetar y acomodarse a
un gobierno progresista, porque la ciudadanía se había acercado, en serio, a
una realidad que había sido esquivada con una persistencia casi de alucine.
Todavía estamos a tiempo para una
generosidad, aunque sea de segunda mano, y considerar que el prescindir de la
Ministra de Igualdad no nos da igual a muchos.
No somos de Podemos, porque
nuestras cuitas nunca fueron partidistas, pero como “ni quitamos ni ponemos
rey”, queremos ayudar a nuestro señor pueblo, soberano donde los haya, para que
sin demonizar a nadie, los votos no caigan solo en manos de la utilidad y menos
del utilitarismo.
José María Barrionuevo
Gil
El Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
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