domingo, 7 de julio de 2024

Fintas democráticas

                                                   FINTAS  DEMOCRÁTICAS

 

Desde los años de las democracias de Grecia y de Roma, nos estamos preguntando si tan difícil es que la democracia pueda llegar a su mayoría de edad, con todo lo que conlleva de responsabilidades y atenciones tanto políticas como sociales y de comportamientos tanto personales como colectivos.

La mayoría de edad de un pueblo (el demos)  tiene que aclararnos algunos extremos que están pendientes de esclarecerse. El pueblo, niño que se quedó sin crecer por mor de la dictadura española y españolista, al parecer, se ha quedado anclado en un pasado que no se merece y sin visos de futuro, que todavía está sin pasar la adolescencia de los tiempos de una transición que tan larga se nos está haciendo todavía. Esa adolescencia, como bien es sabido, que se caracteriza por su rebeldía y sus provocaciones y su falta de respeto y su repertorio ofensivo de gratuitas, eso sí, descalificaciones parece que no es capaz de entrar en su madurez democrática.

Podemos pensar, hoy día, y estamos nada menos que casi en la cuarta parte del siglo XXI, que todavía se nos sigue mintiendo con la apropiación de la palabra `popular`. Basta con oír la radio de las ondas populares, que dedican poco tiempo a la cortesía y a la educación, porque se le suben a las barbas los nervios afectados de una religiosidad más que constantiniana, de una religión de estado, y no del de buena esperanza, porque ya poco nos puede alumbrar. Nadie se ha marchado de sus incómodas estancias y ha buscado reposo en África, cuando Podemos pudo levantar cabeza. Parece que solo hay democracia, cuando levanta su voz y, sobre todo, lo hace lanzando improperios sobre los que no pueden ni podrán pensar como ellos, que forman esa minoría que se definió con la filípica del fusilamiento de veintiséis millones de españoles, que eran reconocidos como mayoría. No recordamos si la autoridad competente, militar y civil, dijo algo, o siguió las  orientaciones de  un devocionario de fintas democráticas, pues “la mayor miseria es la ignorancia” (Cicerón).

Se nos sigue mintiendo con la palabra ´popular´ con que se nombra un partido a sí mismo y que no tiene la más mínima intención de no sólo no favorecer siquiera al pueblo, sino de hacerle el favor a sus amigos del alma y que es seguidista de un dominio imperial gringo que tantas tristezas nos está concediendo, si no provocando, en este mundo que consideramos de todos.

Encomiable la actitud del gobierno actual, aunque nos sepa a poco, con su reconocimiento del Estado Palestino, pero que, en su momento no podía dormir, en compañía, hasta que se encontró con los señores diputados de la ultraderecha, más que sionista, cainista, como se ve claro en estos días, ocupando escaños en el Congreso. Hoy podemos constatar que el filetón al punto se le ha indigestado y que los dribles políticos que nos daba a la ciudadanía en su momento le han traicionado y le han hecho caer, al menos,  en la cuenta de que nos necesitamos unos a otros.

Si Europa ha sido raptada ahora por el Tío Sam, podemos verlo más claro ahora que nunca, con el repliegue antidemocrático que los ´populares´ europeos están dando en estos días, poniéndose de perfil ante la cuestión Palestina, que lleva años enconando su herida, por falta de las debidas y obligadas atenciones políticas prometidas, pero nunca satisfechas por los traidores de la paz.

En este panorama tan amplio, pero, a veces con los que se colocan de perfil y con la lucidez de un encefalograma plano, nos podemos encontrar vetos obstinados que no suman por más de un lugar y con votos tan necesarios, que pueden quedar perdidos, porque la democracia, tan ficticia  como conservadora, nos hace fintas con unas leyes electorales, que les resultan provechosas a algunas alternativas, sostenidas y aupadas por una publicidad que dribla con las promesas que no cumple y con las denostaciones que nos ensucian y dañan hasta las inocentes y confiadas miradas del pueblo.

Podemos ver claro que quienes no van con vestidos deslumbrantes, sino con sencillos atuendos de calle, pero conservando la mente clara, manteniendo el tipo con seguridad, a pesar de sufrir fintas y dribles totalmente antideportivos y antidemocráticos, nos hablan claro ahora y desde siempre, que los electores tienen el derecho de ser bien informados para elegir y no para someterse.

Podemos decir con claridad, que la mayor finta democrática sigue siendo la concesión de espacios informativos según las representaciones anteriores y no en una total igualdad para `renovar` los parlamentos, exponiendo claramente las propuestas y programas en favor de todas y todos y, no sólo, de los intereses de personas y corporaciones que no se presentan ni nos representarían nunca.

                                                                                                           

                                                    José María Barrionuevo Gil

                                                  El Ateneo libre de Benalmádena

                                                    “benaltertulias.blogspot.com”                                          

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