domingo, 4 de agosto de 2024

Lady Godiva

                      MUJERES EN LA MITOLOGIA: LADY GODIVA

 

El mito de Lady Godiva, según la historiografía, estaría basado en una mujer real, una dama medieval anglosajona del siglo XI famosa por su bondad (su nombre anglosajón así lo indica: Godgifu «Regalo de Dios»), cuya historia recogerían cronistas como Roger de Wendover (s. XIII) o Florence de Worcester (s. XII). La dama no sólo era bellísima, un atributo que multiplica el éxito de los mitos, sino que se ha convertido, a través de los años, en el ejemplo tan repetido de que «detrás de cada hombre hay una gran mujer». Estuvo casada con el noble Leofric (968–1057), conde de Chester y de Mercia y señor de Coventry. Al parecer el marido no era exactamente justo, como se esperaría de un caballero, sino todo lo contrario: era ambicioso y esquilmaba con tributos abusivos a sus vasallos (no consta que ejerciera derecho de pernada, simbólico o real). La caritativa esposa, solidarizada con ellos y, seguramente cansada de recriminar al esposo el abuso y el mal gobierno, rogó y rogó y fue tan insistentemente que el astuto, para zanjar el problema, le propuso a la señora una solución: accedería a sus demandas si aceptaba recorrer el pueblo, desnuda como Afrodita saliendo del mar, y montada en un caballo.

Si nos atenemos a la literalidad y al hecho de que lo compartan sus investigadores, nos encontramos con dos cuestiones dignas de reflexión; por un lado: ¿Hasta qué punto estaba seguro de que su casta esposa se negaría a esta exposición pública de su cuerpo? Seguro que sí lo estaba. Por otro lado, y tan misteriosa como la anterior, sólo se entiende una mediación divina para infundir tal valentía a tan honesta dama. Lo cierto, al parecer, es que no dudó en subirse al caballo (en este particular hay disensiones), desplegar su larguísima melena (en este detalle coinciden los cronistas) y atravesar (no se dice si fue a galope) el pueblo. Su imagen ha sido recreada por pintores, entre otros, Collier, Van Noort, Holmes, Claxton o Salvador Dalí, representándola encubierta tras una frondosa y larguísima cabellera, generalmente rojiza.

La historia no queda aquí, porque avisada (se supone) la vecindad permaneció en sus casas, encerrada a cal y canto, menos un curioso, un voyeur, de oficio sastre, conocido más tarde como «Peeping Tom» (Tom, el mirón) quien, atisbando tras una rendija, no pudo resistir la tentación. Como castigo divino (o como menos sobrenatural) el tal sastre quedó ciego. Y, como no podía ser de otra forma, dada su intención didáctica, la acción conmovió de tal manera al esposo que a partir de entonces se convirtió en lo que siempre debió ser: un gobernante justo y buen administrador que, con la colaboración de su esposa, se convirtió en un mecenas que construyó, por ejemplo, el monasterio de Coventry.

Probablemente, cronistas posteriores irían añadiendo detalles particulares a la historia, y así ha llegado hasta nuestros días. En este caso, la mujer no es malvada ni portadora de males eternos. ¿Hasta dónde la realidad? ¿Cuándo y porqué surge el mito? Un mito que los avispados comerciantes han utilizado como imagen icónica para una marca de bombones belgas de lujo: «Godiva Chocolatier» o músicos, como la banda británica de rock «Queen», que compuso en su honor canciones como Don’t Stop Me NowI’m a racing car passing by, like lady Godiva»); o la banda «Simply Red» con su canción Lady Godiva’s Room. Los también británicos Alex Day, «The Velvet Underground», Peter and Gordon; el escocés Jill Jackson, o la banda alemana «Heaven Shall Burn» han homenajeado a esta noble.

Ya en otros formatos, como la serie de 2004: Charmed, incluye un capítulo de la donde se narra una particular adaptación de la leyenda de Lady Godiva, según el cual el paseo a caballo de Godiva habría sido el germen de la liberación de la mujer en el mundo actual. También en dibujos animados se destaca su historia, como el corto de 2004 producido por los estudios Belarus Film, con guion y dirección de Irina Kodiúkova o en poemas, entre otros, de Sylvia Plath (Ariel), Tennyson, o Charles Bukowski (No Lady Godiva). Trigueña o pelirroja, Lady Godiva ha pasado a la historia a través de artistas plásticos como la que se recoge como más antigua, de Adam van Noort (s. XVI) hasta las obras de John Collier   ―quizás el más representativo―  y otros como David Gee, Jozef Van Lerius, William Holmes Sullivan, Adam Van Noort, Edmund Blair Leighton o artistas femeninas como la británica Ethel Mortlock o la neozelandesa Ali Oppy.

Y es que, tras ese desnudo femenino, sin duda una potente imagen visual, se esconde una leyenda heroica que desprende justicia social, una de las más queridas reivindicaciones del feminismo y un buen ejemplo de «chica buena» en oposición a las de la ‹‹chica mala›› rompedora del estatus social del patriarcado.

Finalmente, y no menos interesante para perpetuar el mito, el personaje ha sido llevado al cine en varias ocasiones, desde la época muda: Lady Godiva, 1911 (Julia Swayne) o Lady Godiva, 1921 (Hedda Vernon) hasta versiones actuales: Lady Godiva, 2008 (Phoebe Thomas), aunque, quizás, la versión más popular fue la protagonizada en 1955 por la actriz irlandesa Maureen O´Hara, la pelirroja mamá de la comedia de 1961 Yo a Boston y tú a California.

 

                                  Rosa María Ballesteros García

                      Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                   “benaltertulias.blogspot.com”

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