MUJERES EN LA MITOLOGIA:
LADY GODIVA
El mito de Lady Godiva, según la historiografía,
estaría basado en una mujer real, una dama medieval anglosajona del siglo XI
famosa por su bondad (su nombre anglosajón así lo indica: Godgifu «Regalo de
Dios»), cuya historia recogerían cronistas como Roger de Wendover (s. XIII) o
Florence de Worcester (s. XII). La dama no sólo era bellísima, un atributo que
multiplica el éxito de los mitos, sino que se ha convertido, a través de los
años, en el ejemplo tan repetido de que «detrás de cada hombre hay una gran
mujer». Estuvo casada con el noble Leofric (968–1057), conde de Chester y de
Mercia y señor de Coventry. Al parecer el marido no era exactamente justo, como
se esperaría de un caballero, sino todo lo contrario: era ambicioso y
esquilmaba con tributos abusivos a sus vasallos (no consta que ejerciera
derecho de pernada, simbólico o real). La caritativa esposa, solidarizada con
ellos y, seguramente cansada de recriminar al esposo el abuso y el mal
gobierno, rogó y rogó y fue tan insistentemente que el astuto, para zanjar el
problema, le propuso a la señora una solución: accedería a sus demandas si
aceptaba recorrer el pueblo, desnuda como Afrodita saliendo del mar, y montada
en un caballo.
Si nos
atenemos a la literalidad y al hecho de que lo compartan sus investigadores,
nos encontramos con dos cuestiones dignas de reflexión; por un lado: ¿Hasta qué
punto estaba seguro de que su casta esposa se negaría a esta exposición pública
de su cuerpo? Seguro que sí lo estaba. Por otro lado, y tan misteriosa como la
anterior, sólo se entiende una mediación divina para infundir tal valentía a
tan honesta dama. Lo cierto, al parecer, es que no dudó en subirse al caballo
(en este particular hay disensiones), desplegar su larguísima melena (en este
detalle coinciden los cronistas) y atravesar (no se dice si fue a galope) el
pueblo. Su imagen ha sido recreada por pintores, entre otros, Collier, Van
Noort, Holmes, Claxton o Salvador Dalí, representándola encubierta tras una
frondosa y larguísima cabellera, generalmente rojiza.
La historia
no queda aquí, porque avisada (se supone) la vecindad permaneció en sus casas,
encerrada a cal y canto, menos un curioso, un voyeur, de oficio sastre, conocido más tarde como «Peeping Tom»
(Tom, el mirón) quien, atisbando tras una rendija, no pudo resistir la
tentación. Como castigo divino (o como menos sobrenatural) el tal sastre quedó
ciego. Y, como no podía ser de otra forma, dada su intención didáctica, la
acción conmovió de tal manera al esposo que a partir de entonces se convirtió
en lo que siempre debió ser: un gobernante justo y buen administrador que, con
la colaboración de su esposa, se convirtió en un mecenas que construyó, por
ejemplo, el monasterio de Coventry.
Probablemente,
cronistas posteriores irían añadiendo detalles particulares a la historia, y
así ha llegado hasta nuestros días. En este caso, la mujer no es malvada ni
portadora de males eternos. ¿Hasta dónde la realidad? ¿Cuándo y porqué surge el
mito? Un mito que los avispados comerciantes han utilizado como imagen icónica
para una marca de bombones belgas de lujo: «Godiva Chocolatier» o músicos, como
la banda británica de rock «Queen», que compuso en su honor canciones como Don’t Stop Me Now («I’m a racing car passing
by, like lady Godiva»); o la banda «Simply Red» con su canción Lady Godiva’s Room. Los también
británicos Alex Day, «The Velvet Underground», Peter and Gordon; el escocés
Jill Jackson, o la banda alemana «Heaven Shall Burn» han homenajeado a esta noble.
Ya en otros
formatos, como la serie de 2004: Charmed,
incluye un capítulo de la donde se narra una particular adaptación de la
leyenda de Lady Godiva, según el cual el paseo a caballo de Godiva habría sido
el germen de la liberación de la mujer en el mundo actual. También en dibujos
animados se destaca su historia, como el corto de 2004 producido por los
estudios Belarus Film, con guion y dirección de Irina Kodiúkova o en poemas,
entre otros, de Sylvia Plath (Ariel),
Tennyson, o Charles Bukowski (No Lady
Godiva). Trigueña o
pelirroja, Lady Godiva ha pasado a la historia a través de artistas plásticos
como la que se recoge como más antigua, de Adam van Noort (s. XVI) hasta las
obras de John Collier ―quizás el más
representativo― y otros como David Gee,
Jozef Van Lerius, William Holmes Sullivan, Adam Van Noort, Edmund Blair
Leighton o artistas femeninas como la británica Ethel Mortlock o la
neozelandesa Ali Oppy.
Y es que,
tras ese desnudo femenino, sin duda una potente imagen visual, se esconde una leyenda
heroica que desprende justicia social, una de las más queridas reivindicaciones
del feminismo y un buen ejemplo de «chica buena» en oposición a las de la
‹‹chica mala›› rompedora del estatus social del patriarcado.
Finalmente,
y no menos interesante para perpetuar el mito, el personaje ha sido llevado al
cine en varias ocasiones, desde la época muda: Lady
Godiva, 1911 (Julia Swayne) o Lady Godiva, 1921
(Hedda Vernon) hasta versiones actuales: Lady Godiva, 2008 (Phoebe
Thomas), aunque, quizás, la versión más popular fue la protagonizada en 1955
por la actriz irlandesa Maureen O´Hara, la pelirroja mamá de la comedia de 1961
Yo a Boston y tú a California.
Rosa María
Ballesteros García
Vicepresidenta del Ateneo
Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
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