domingo, 30 de noviembre de 2025

Cansancio

      CANSANCIO, MALESTARES Y ALGUNAS PÓCIMAS

 

Deambulo por la librería “Lorca” de  Arroyo de la Miel y me detengo ante una enorme sección con anaqueles repletos de libros etiquetados frecuentemente como “autoayuda” o “autoayuda y espiritualidad” o, también, con el marbete “salud”. Les pregunto a mis libreros de referencia qué libros para adultos se venden más y no dudan un segundo en responder: libros de autoayuda. Y añaden; a considerable distancia de las ventas del resto de ejemplares del fondo. En la librería de El Corte Inglés se anuncian los libros de autoayuda considerándolos  ”aliados del bienestar y el crecimiento personal”, con los que el lector “aprende a gestionar emociones, mejorar hábitos o alcanzar sus metas diarias”. Digamos que, cual bálsamo de Fierabrás, usado por Don Quijote como panacea a todos sus males, gracias a la mezcla de aceite, vino, sal y romero, la apropiación de los saberes de los libros de marras contribuyen a crecer (siempre crecer), a sanar malestares y a aliviar cansancios varios.

 

Cansados de trabajar, pero que conste que a mí me gusta mucho mi trabajo y me realizo y gozo laborando; cansados de precariedad por doquier, pero poniendo siempre mucha voluntad y entusiasmo en el curro, de eso sabe mucho la profesora zuhereña Remedios Zafra (El entusiasmo, 2017); cansados, muy cansados de “happycracia”, ofertada por una creciente industria de la felicidad aliada con la ciencia; cansados de listas de espera ignominiosas en el sistema de salud, pero confiados en unos de los mejores sistemas del mundo mundial; cansados al terminar las vacaciones, aunque eran vacaciones en tiempo “libre” para, precisamente, vacar; cansados de que a los malagueños ya no les apetezcan ir al centro de la ciudad de Málaga porque ya no es Málaga; cansados de qué regalar a tantos ya de por sí regalados; cansados los abuelos de ejercer de repadres y remadres, que han de seguir muy activos y muy viajeros y muy bailongos y muy deportistas; cansados del vocablo “herramienta” que tanto vale para unos alicates como para una aplicación informática, una ley del Congreso o un programa de prevención de la violencia de género; cansados de burocracias tristes y deshumanizadoras; cansados de que los bancos impelan a trabajar sí o sí a sus clientes, ¡cuándo se ha visto!; cansados de turismo cultural sin cultura, invasor/depredador; cansados del “tú puedes”, sin que la impronta social parezca que influya en el devenir humano; cansados de viajes a Tailandia, a Marraquech, a Vigo para adquirir experiencias deslumbrantes o a Santiago de Compostela en pedestre peregrinar; cansados de voces metálicas y fantasmales al otro lado del teléfono; cansados de colas para todo, coja número; cansados de las citas previas, cuando las citas ya son citas sin necesidad de  prefijo; cansados de camareros fatigados, muy fatigados, tristes, muy tristes; cansados de tantas lecturas, películas y series para entretener, mas no para entender, entendernos o aprehender el mundo; cansados de escuchar a máquinas ser más agradecidas que tus vecinos o correligionarios; cansados del despiadado robo de nuestra atención, sin atención no hay amor nos aleccionaría Simone Weil (1909-1943); cansados de que la IA (Invasión/Inteligencia Algorítmica), nueva diosa omnisciente, tenga para tus colegas más autoridad que tú hasta en lo que tú, se supone que por títulos y bagaje intelectual, eres una autoridad; cansados de la cosificación del otro en las relaciones de parejas desparejadas, usar, eliminar, tirar, sustituir; cansados de los mediocres que gobiernan y desgobiernan que ni a mediocres llegan (calidad media, mediano, corriente, común); cansados del autoservicio en la restauración o en las gasolineras; cansados de tertulianos televisivos en esperpénticas y delirantes escenificaciones; cansados de las mentiras mil veces mentadas que acaban en no mentiras, sabiendo bien que son despiadadas e impúdicas mentiras; cansados de opiniones cuando la opinión de cada cual se eleva a categoría de verdad indiscutible; cansados del poco dormir, de dormir mal, que se lo digan a David Jiménez Torres (El mal dormir. Un ensayo sobre el sueño, la vigilia y el cansancio, 2022); cansados de platicones que sólo se escuchan a sí mismos; cansados de relaciones efectivas pero nada afectivas; cansados del pirateo de libros, música o películas; cansados de mucha conexión y poca relación corporal; cansados de tantos objetos efímeros y de tan pocas cosas duraderas y vinculadas al nosotros histórico; cansados del yo, yo y yo y yo tengo y yo hago y yo tuve y yo fui y yo estuve; cansados de tanta desmemoria y suprema arrogancia del presente y la actualidad; cansados de la estulticia aplaudida y vitoreada; cansados de la inmoral especulación consentida de la vivienda; cansados del mirar para otro lado parapetados en mullido sillón de orejeras y mando a distancia; cansados de ofertas de habitaciones, estudios, zulos a precios desorbitados, prolongando una lacerante injusticia; cansados de rostros cabizbajos mirando a una pantallita fueren donde fueren; cansados de improperios y elevación del tono en encuentros, reuniones, clubes y foros en lugar de utilizar argumentos y razones de forma sosegada y respetuosa; cansados del cuánto y no del cómo; cansados de polarización provocada que dispersa, divide, entretiene, pero no mantiene ni sostiene; cansados de la ausencia de conversación privada y pública, de ausencia de escucha (vamos otra vez a la escuela con “Momo”); cansados de la servidumbre voluntaria; cansados…(sigan ustedes).

 

En sanar malestares y cansancios varios se afanaba Dulcamara, un personaje astuto, charlatán y doctor enciclopédico de la ópera bufa Elixir de amordel compositor Gaetano Donizetti (1797-1848). Dulcamara recorre en su carreta los pueblos ofreciendo una pócima milagrosa. En su aria “Udite, udite, o ristici”, canta: “Oid, oid, rústicos campesinos;/atentos y no digáis ni una palabra./ […] que soy aquel gran médico,/doctor enciclopédico,/llamado Dulcamara, […] Soy benefactor de los hombres,/curador de males,/en pocos días evacuo/y limpio los hospitales,/y voy vendiendo la salud/por todo el mundo./Compradla, compradla,/que os la doy barato./Y es este odontológico/ y admirable licor, […] cuyo certificado/auténtico,/embotellado,/tocarlo, mirarlo y leerlo/a cualquiera dejo yo./Gracias a este específico/y simpático milagroso,/un hombre sexagenario/valetudinario/aún se convirtió/en abuelo de diez niños./¿Queréis, jóvenes galantes/tener siempre amantes?/¡Compradme mi específico/que por poco lo doy!/Mueve al paralítico,/sana al apopléjico,/al asmático, al asfixiado,/al histérico, al diabético,/restablece el tímpano,/robustece al raquítico,/y hasta cura el dolor de hígado/que últimamente está muy de moda”. Donizetti muestra a Dulcamara como un personaje que promete la solución a múltiples problemas (la pócima es vino), manipulando ladinamente a un público ingenuo e ignorante. Pueden oír esta aria, interpretada por el bajo barítono venezolano Álvaro Carrillo Rodríguez, aquí:https://youtu.be/_eGGzAtVP_U?si=op7MOvR5PdQIKTcl

 

Buyng-Chul Han ha sido galardonado recientemente con el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025. Entre su prolífica bibliografía significo aquí dos pequeños ensayos, pintiparados al tema que nos ocupa: La sociedad del cansancio (2022) y La sociedad paliativa. El dolor hoy (2020), ambos editados por Herder. En el primer ensayo el pensador alemán de origen coreano afirma que el mundo se ha convertido en unos grandes almacenes donde todo está sometido a aprovechamiento comercial y en el que las relaciones humanas devienen en relaciones comerciales. La vida es pura supervivencia que conduce a una histeria por la salud. El sujeto se ha tornado narcisista y vive en una constante sensación de culpa y de carencia. Al competir contra sí mismo no consigue superarse y se derrumba. “El sujeto que está obligado a rendir se mata de autorrealización. Aquí coincide la autorrealización y la autodestrucción”. En el segundo ensayo citado el autor viene a decir que si sólo la medicina se encarga del dolor mal vamos. La tolerancia al dolor disminuye progresivamente y tenemos fobia al mismo. Al convertir la salud en una diosa, abominamos del dolor y lo trágico y lo contingente del existir. “La vida indolora en una felicidad permanente habrá dejado de ser vida humana. Una vida sin muerte ni dolor ya no es una vida humana, sino una vida de muertos vivientes”. Quien rechaza el dolor no genera vínculos. Queremos positividad en todo (obligación de ser feliz). Al quererlo todo aquí y ahora, sin demora, aminoramos la espera y la paciencia.

 

Pues con paciencia, demorándome, me pongo a mirar los lomos de los ejemplares de la librería citada en el primer párrafo y leo: Adiós a la soledad./Apego seguro./Atención plena./Auténtica./Autoamor./Cómo dormir como un cavernícola./Confía./Crea tu suerte./Cuando la adolescencia duele./Cuando la cigüeña empezó a ver porno./Dejar ir./ De tu herida saldrá tu luz./Deshacer la ansiedad./Diez maneras de cargarte tu relación de pareja./Educa tu cerebro./El camino estoico a la riqueza./El dinero feliz./El silencio habla./Eres genial./Hasta que te caigas bien./Haz como el gato: él sí que sabe./La regla mola./Los diez secretos de la abundante felicidad./Los siete hábitos de la gente altamente efectiva./Morir para ser yo./Puede sanar su vida./¿Qué se puede esperar cuando se está esperando?/Reinventarse./Rodeados de idiotas./Seres espirituales evolutivos e involutivos./Tú eres el único que falta en tu vida.

 

No deja uno de sorprenderse ante el misterio de la tragicómica existencia. Resulta ahora que el que faltaba en mi vida era yo mismo mismamente, mi “yo”, un yo que, colijo, nada es sin el otro, lo relacional y los escenarios del mundo. Como contrapunto y coda demos un giro de los cansancios precedentes a otro cansancio mundano, apelando al atildado filósofo Javier Gomá (La imagen de tu vida. Humana perduración, 2017), pues nos habla de una forma de cansancio que nos interesa por lo que antecede. A saber: La experiencia enseña que cualquier empresa que uno intente en este mundo, cuando verdaderamente vale la pena, cuesta mucho trabajo y cansa. Vivir es el arte de elegir la forma de nuestro cansancio futuro. Unos se consumirán en los afanes de una actualidad transeúnte, espuma de los días, mientras que otros preferirán comprometerse a largo plazo con la realidad durable y poner su cansancio al servicio de una pirámide en construcción”. Cansancio que vale la pena. Pues eso.

 

                                                       Por José García Guerrero.

                                                                     Maestro

                                                  El Ateneo Libre de Benalmádena.


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