MORIR DE ÉXITO
El estado más probable de los sistemas físicos es el de
mínima energía. Traducido a lo social viene a decir que la comodidad se impone al
esfuerzo y el egoísmo a la generosidad. Puede que ese fuera el motivo de la
maldición divina “ganarás el pan con el sudor de tu frente” lanzada al género
humano unos 10.000 años ante de Cristo coincidiendo con el arranque de la
revolución neolítica al finalizar las glaciaciones. Lo que resultó fue el
desarrollo de la agricultura, ganadería, manufactura y el nacimiento de ciudades
donde se incubaron las primeras ideologías que dan al intelecto el protagonismo
que venía detentando la fuerza bruta. Desde que el chamán sustituyó al macho
alfa, el porvenir de la humanidad depende de la creatividad intelectual y del
conocimiento. Se puede decir que la revolución neolítica consistió en sustituir
fuerza por maña.
La evolución y el mercado explotan nichos de recursos
hasta su extenuación sin cuidarse de las consecuencias. A veces una ventana de
desarrollo produce una novedad rentable durante un tiempo. Son muchos los
ejemplos económicos en minería, agricultura e industria, también en biología. El
crecimiento del cuello de las jirafas debió traer ventajas sobre competidores
como ocurrió con la inteligencia que llevó a los primates hasta el homo sapiens.
Ambas derivas crearon diferencias con avances y retrocesos puntuales ya que se
puede fracasar por defecto o por exceso como advertía don Mendo refiriéndose al
juego de las siete y media: “o no llegas o te pasas, si no llegas es señal
de que mal tasas, pero hay de ti si te pasas, si te pasas es peor”. Es lo
que parece que le sucede a la especie. Trabajos científicos calculan que “nuestro
esquema genético refleja en gran parte el mundo de hace 50.000 años y no puede,
a través de los mecanismos normales de la evolución biológica, experimentar
cambios importantes en unos pocos siglos” (Murray Gell-Mann: El quark y el
jaguar). Según esto somos cavernícolas volando en aviones supersónicos apoyados
en artilugios informáticos que amenazan con provocar otro salto evolutivo sin acompañamiento
orgánico. Este desajuste fisiológico acarrea no solo la pandemia de obesidad
debida al sedentarismo, sino que es responsable de la incapacidad de adaptación
al conocimiento científico y al avance técnico de la mayoría de la población. El
largo cuello de la técnica hace ver un paisaje virtual sin entender el terreno
que se pisa. La humanidad se comporta en estos momentos como una plaga de
langosta que esquilma la plantación de la que depende. En medio de la vorágine no
hay fuerza capaz de hacerla detener por mucho que sepa que el final del
sembrado supondrá el fin de la colonia.
El capitalismo es una ideología de tipo religioso (dudo
de que exista alguna que no lo sea) cuya divinidad es el dinero que, como toda trascendencia,
representa un valor convencional. En la versión virtual que se maneja ahora ni
siquiera necesita existencia real, basta con imaginarlo; pero como ideología
seguirá el ciclo de todas las que en el mundo han sido, es decir, terminará extinguiéndose.
Los buenos resultados del capitalismo respecto al crecimiento de la población
mundial parecen haber llegado al máximo permitido por la Naturaleza. La
explosión demográfica viene sostenida por un despilfarro que no tiene en cuenta
el factor entrópico de producción de deshechos. La hipertrofia técnica que,
como se ha dicho, adelanta 50.000 años a la evolución orgánica pierde eficacia
a marchas forzadas. El próximo salto científico debería proporcionar energía
limpia, barata e inagotable para reparar los daños de la depredación
incontrolada de los últimos siglos. Algo que puede estar cerca de conseguirse a
través de la combustión de hidrógeno, pero de momento, la globalización actúa
como algunas personas con síndrome de Asperger (alteración, por cierto, que no
tiene cura) que desarrollan capacidades portentosas en algún campo intelectual
con carencia total de empatía hacia sus semejantes. El extraordinario éxito del
capitalismo tecnológico puede que acabe con la civilización creada por el homo
sapiens sapiens mucho antes de lo deseable. No obstante, hay opiniones
optimistas basadas en el poder de la tecnología y en la colaboración humana.
Salvador Peran Mesa
Ex-Profesor
Titular de Bioquímica. UMA
El Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
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