VIDAS INDIGNAS DE SER VIVIDAS
Este año en Octubre se octubre se
cumplen más de 80 años que Adolf Hitler
autorizó la eliminación de seres indignos dando inicio al programa de eutanasia
nazi bajo el nombre en clave de Aktion T4.
Por difícil que nos pueda resultar
creer, la eliminación de discapacitados físicos y psíquicos considerados
«incurables» fue un programa secreto, concebido y ejecutado por médicos,
convirtiéndose en la adulteración en su más alto grado del Juramento
Hipocrático: “Primun non noceré”.
Entre 1933 y 1945, el régimen
nacionalsocialista auspició el asesinato de cientos de miles de personas cuyas
vidas fueron etiquetadas como «indignas de ser vividas».
Esta fue la Operación AktionT4, quizás
poco conocida en la bibliografía dedicada al Tercer Reich.
La malévola obsesión de Hitler fue
devolver la pureza a la mítica raza aria de hombres y mujeres: alt@s, rubi@s y
de ojos azules; a los que consideraba los únicos verdaderamente humanos, que
habrían ido degenerando a lo largo de los siglos debido a un proceso de
mestizaje. Si recordamos acontecimientos recientes, esta forma de pensar la tienen
otros gobernantes, y por suerte sin los medios necesarios para aplicarla.
La idea era purificar la sangre aria
de toda clase de impurezas, de razas «inferiores» como los eslavos o gitanos,
«peligrosas» como los judíos ó de la de los discapacitados, aunque fueran de la
propia raza. Porque además de no ser autosuficientes, consumían recursos
sanitarios.
El racismo nazi se apoyaba en tres
pilares: el darwinismo social,
antisemitismo, y la creencia en el “mito ario”.
El principal ideólogo de la política
racista durante el gobierno de Adolf Hitler fue el estonio Alfred Rosenberg, gran defensor de la
pureza de la raza y cuando conoce a Hitler en 1919, inicia su carrera política
trabajando como redactor en el periódico Volkischer Beobachter. Pronto
se convirtió en una gran líder mediático. Su pensamiento estaba influido por
Houston S. Chamberlain, las doctrinas del superhombre de Nietzsche y la obra de
Gobineau (fundador del racismo moderno).
Rosenberg, al escribir su obra en 1930,
“El mito del siglo XX”, expone su concepción de la “pureza racial de
Alemania”, convirtiéndose así en el principal teórico de las premisas racistas
del régimen nacionalsocialista.
Este programa de Eugenesia se camuflo
como Eutanasia, cuando la palabra más adecuada sería la de asesinato a
discapacitados, enfermos y miembros de minorías que fueron víctimas del racismo
nazi. Esta biopolítica fue muy anterior al Führer, fundada por sir Francis
Galton en 1883, y fue en los Estados Unidos, el primer país donde se
promulgaron y aplicaron leyes en las que se articulaba la esterilización
eugenésica como medio de evitar la reproducción de los socialmente indeseables
y genéticamente inferiores y de preservar la pureza de la raza. Desde comienzos
del siglo XX, el movimiento eugenésico norteamericano contó con el apoyo tanto
de instituciones oficiales como de las grandes fortunas, lo que condujo a la
aprobación por parte de 32 estados de leyes de esterilización forzada. En
Alemania se conoció como Rassenhygiene (higiene racial), y desde comienzos del
siglo XX era impartida como asignatura en numerosas facultades de Medicina. La
mayor parte de los miembros de la Sociedad de Higiene Racial, cofundada en 1905
por los psiquiatras Alfred Ploetz y Ernst Rüdin, estaban convencidos del origen
hereditario de las enfermedades mentales, aceptaban la imposibilidad de
curación de los 340.000 enfermos ingresados en las instituciones y hospitales
alemanes y la acumulación de estas taras en su progresiva descendencia
generacional.
El 1 de enero de 1934 entró en vigor
la Ley para la Prevención de la Descendencia Genéticamente Enferma, tomando
como referente la Ley Modelo de Esterilización Eugenésica Estadounidense, que
obligaba a esterilizar a los discapacitados físicos y psíquicos recluidos en
instituciones. Los médicos notificaban estos casos para su examen al
correspondiente Tribunal de Salud Hereditaria, compuesto por un jurista y dos
médicos, que si consideraba que su dolencia estaba dentro de las contempladas
por la ley, ordenaba su esterilización.
La experiencia alcanzada en la T4
Aktion fue clave para la posterior puesta en marcha de los asesinatos masivos
con gas en los campos de exterminio.
Estos asesinatos se interrumpieron
temporalmente en 1941 por las homilías del obispo de Münster, von Galen.
En el Programa de Eutanasia fueron
asesinados 70.000 personas de los cuales 5000 eran niños.
En los juicios de Nuremberg, solamente
veinte médicos y tres colaboradores fueron juzgados por crímenes de lesa
humanidad. A partir de entonces, a nivel mundial las instituciones médicas
sostuvieron la teoría de que las violaciones que habían ocurrido dentro de la
profesión fueron actos aislados de algunos profesionales que trabajaban en
determinados lugares tristemente célebres, como los campos de concentración.
Los juicios de Nuremberg y el código que se promulgó a partir de ellos, no
recibieron demasiada atención hasta mediados de la década de 1960. Lo que la
medicina había hecho durante el régimen nazi parecía no tener mayor relevancia
para los médicos del resto del mundo.
El papel desempeñado por ciertos
profesionales en el Holocausto y en el nazismo debería, en consonancia con la
Declaración de Estocolmo, año 2000 y el libro “De esto contaréis a vuestros
hijos…”, ser incluido como objeto de estudio en los sistemas educativos y
dentro de las profesiones sanitarias y no sanitarias.
El estudio y análisis del Holocausto
nos permite aprender lo que debemos evitar y adquirir y transmitir valores como
tolerancia, no discriminación, lucha contra la xenofobia, racismo y
antisemitismo, respeto, uso adecuado de la tecnología médica e investigación
beneficiosa para la Humanidad.
RAFAEL RECIO BARBA
Ldo. Medicina. Especializado en Traumatología
y Ortopedia.
“benaltertulias.blogspot.com”
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