“Polipatías”
Ahora que estamos en un receso
electoral, aunque por poco tiempo, podemos considerar cómo la política nos
tiene a veces en sus manos, que no son tan cuidadosas como desearíamos. No
estamos en jornada de reflexión ni sitiados por promesas nada gratuitas ni imparciales ni diáfanas.
Cuando, hace más de treinta años,
nos enteramos de la existencia de las geopatías, no podíamos salir de nuestro
asombro, porque habíamos sido testigos y afectados de los efectos que pueden
tener sobre nuestra salud las geopatías.
Podemos ver que hasta los árboles
parecen tener una conciencia añadida y se defienden como pueden y casi huyen
del lugar en donde tienen que vivir, porque no han sido plantados teniendo en
cuenta los efectos de las corrientes subterráneas sobre la salud, tanto la
nuestra como la de ellos.
Por entonces ya nos ilustraron
que los nómadas establecían sus asentamientos en lugares favorables para la
salud de la comunidad. Así, no montaban sus tiendas hasta que veían un lugar
propicio para establecerse. La señal primordial era ni más ni menos que el
comportamiento de sus perros. Antes de
tomarse la trabajera de ponerse a actuar, esperaban a ver en qué lugar se
echaban sus perros a descansar y a renglón seguido ya estaban seguros de que
aquel sitio estaba libre de geopatías.
Hoy día hay especialistas en este
tema, que son los descendientes de los zahoríes que, con sus varillas
hábilmente preparadas, de siempre, nos señalaban el lugar más propicio para
hacer un pozo y asegurarnos la provisión del líquido elemento, que ya hace
tiempo dejó de serlo, pero que sigue siendo elemental para nuestra alimentación
y salud, sin dejar de contar con él para nuestros cultivos.
Este conocimiento nos puede
servir de modelo para saber a qué atenernos a la hora de barajar criterios para
discriminar qué corrientes políticas, que parecen bastante líquidas, nos son
menos saludables para nuestra
comunidad. No nos podemos dejar llevar
de las palabras, incluidas las insustanciales, las engañosas y las insultantes
que cada día nos enferman más. Eso sí, con los poquitos conocimientos que vamos
adquiriendo y la tromba de mentiras que nos hacen enfermar, tenemos que ir
discriminando qué programas y qué hechos nos resultan adecuados para curarnos
en salud, antes de que nos caiga la de pulpo, que también es un ser vivo.
La vida en general se nos reparte
con diversidad de bienes y con ellos tenemos que tirar para adelante, pero lo
que no podemos es meternos en los charcos en que solo hay fango y las aguas
están ya más que podridas. Tenemos que evitar aquellos polvos para librarnos de
estos lodos.
Las “polipatías” a las que nos
estamos exponiendo no parecen tener remedio, porque no nos atrevemos a movernos
del sofá, inconscientes de que debajo de nosotros hay correntías patológicas
que pueden acabar con la salud, incluida la mental, de la ciudadanía.
Jugando con la palabra polis, abuela
de la nuestra política, hija de politeía y la palabra polýs, que
nos hace referencia a muchos, tenemos que tener todo el cuidado posible
de no enfermarnos de estas corrientes malsanas que sólo van a favorecer a unos
pocos, aunque hablen de mayorías, de muchos, y que a la hora de la verdad, la
de coger el poder, dejan desasistidos a muchísimos más.
La piel del cordero de que se
visten tantas corrientes políticas ya les está viniendo pequeña y no les
importa abandonarla, porque la ciudadanía, cada vez, está más ausente y es más
incapaz de abrir los ojos, porque queda deslumbrada ante el sol de injusticia
que cada día se levanta y no con “rosados dedos” homéricos, sino que nos da
zarpazos allí donde puede meter mano.
Con la experiencia que tenemos,
ya algunos podemos ver claro que la falta de criterios de los partidos
políticos no puede ser, por más tiempo, el lugar propicio donde establecernos,
sobre todo con tanta maraña de bulos, y con tanta falta de memoria de tantas
fechorías a las que nos han sometido y a la que nos quieren seguir sometiendo.
Ahora se dan cuenta de que hay
que decir las cosas por su nombre, pero esa afirmación no deja de ser un
postureo hartamente publicitario. Los blanqueos no cesan por todos sitios.
Mientras nos invitan a las
próximas elecciones, podemos ir aclarándonos en qué podemos hacer para no
dejarnos engañar y enfermar, por desconocer la naturaleza del terreno que
pisamos.
Ahora ha surgido una engañosa
concordia, demasiado cordial, que nos quiere seguir echando tierra sobre
nuestra memoria democrática, porque le escuece tener que condenar el
franquismo, porque de corazón no tiene nada y si mucho de hipócritas
corazonadas.
José
María Barrionuevo Gil
Ateneo Libre de Benalmádena
“benltertulias.blogspot.com”
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