PODER Y CONTRAPODERES
Opinaba Salvador de Madariaga que
el español es individualista, y a diferencia del francés, no se siente miembro
de un estado igualitario, ni socio de una sociedad nacional como el inglés, ni
súbdito de un imperio como el alemán o el italiano. Cada español se siente
único, es rey en sí mismo y emperador por encima de cualquier otro. Su egoísmo
le hace sentir su patriotismo como una pasión absorbente en la que el país le
pertenece antes que pertenecer a su
país. Esto se reproduce de manera espectacular en las instituciones que
conforman nuestro entramado social, político,
religioso y militar.
Frente al Gobierno, emanado de
las Cortes Generales, que es lo único que votamos los ciudadanos de a pié, se
erigen una ingente cantidad de
asociaciones, de diversa influencia, que ejercen de auténticos
contrapoderes que controlan o pretenden controlar las aspiraciones de los
votantes en su propio beneficio.
Para empezar, la Monarquía es una
Institución a la que el Gobierno está obligado por su superioridad jerárquica,
que no electiva, pero que, por el contrario no tiene, al parecer, ninguna
obligación para con el Gobierno ni por tanto con el país, hasta el punto de
afirmar públicamente que lo que hacen los reyes no nos compete para nada, es
decir, que es autónoma e independiente.
Otro gran contrapoder es la
Iglesia que constituye un dominio autónomo dentro del poder, que además depende
de un estado extranjero ya que la Santa Sede es un estado independiente con sus
propias leyes y sus propios intereses que presiona a través de sus acuerdos y
sobre todo de la infiltración que suponen sus fieles, sus sectas y sus adeptos.
Algo parecido ocurre con el
Ejército que siente su país como propio, con un poder real, efectivo y
vigilante de unas ideas celosamente guardadas y cuidadas en sus centros y
academias.
Y por supuesto los poderes de las
Comunidades Autónomas que pueden estar a favor o en contra dependiendo del
color de su partido. Partidos políticos que solo entienden claramente de sus
ideales, coincidan o no con aquellos que los han votado, incluso aunque sean
los propios.
Pero hay otras muchas instituciones
que ejercen una pasión descontrolada por su país como es el Poder Judicial, en sus variadas
manifestaciones, que suponen un garante de costumbres que solo a ellos les
atañe. Y otras muchas que costeadas por
el gobierno ejercen un eficaz contrapoder.
Estos poderes, antes que
complementarse, como sería lógico suponer, compiten entre sí, conformando un
país tensionado que se asemeja a las colecciones de muñecas rusas, las
matrioshkas, inscribiéndose unos dentro
de otros asfixiando siempre al de debajo y sobre todo en el tramo más inferior,
a los votantes.
Estas muñecas rusas, las
matrioshkas, se crearon en 1890, posiblemente inspiradas en una antigua
tradición japonesa. Los tallistas, que entienden su elaboración, las
prefieren de madera de tilo que es la
más ligera y de más fina textura. Todas las muñecas de la misma matrioshka,
deben de ser del mismo bloque a fin de que las condiciones físicas de humedad,
contracción y expansión sean similares, porque estas condiciones varían de un bloque
a otro, y porque no hay peor cuña que la de la misma madera. Pero todas tienen una originalidad común: que son huecas.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de
Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
Bibliografia.-
Dimiter Inkiow. Matrioska.
Ediciones SM 2005.
Salvador de Madariaga. España.
Ensayo de Historia Contemporánea. Espasa Calpe. 1989.
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