domingo, 2 de marzo de 2025

Vampiras

                                            UNA DE VAMPIRAS

 

Detrás de cada mito, de cada leyenda, hay una historia real, aunque muchas veces dicha historia nos resulte asombrosa. A lo largo de los tiempos, en casi todas las culturas y a través del folklore o de las diversas mitologías, han aparecido diversas creencias sobre vampiros, unos seres nocturnos, ni vivos ni muertos, que se regeneran bebiendo la sangre de las personas (especialmente jóvenes), aunque la imagen que conocemos en la actualidad procede del vampiro literario inglés (Bram Stoker’s…), vampiro que tiene sus orígenes en las tradiciones eslavas.

Culturas como la mesopotámica, la judía, la griega o la romana, por citar algunas, han venido recogiendo en sus mitologías relatos de entidades demoníacas y espíritus sedientos de sangre que se consideran precursores de los vampiros modernos. En el judaísmo uno de sus arquetipos míticos es Lilith, la primera mujer de Adán, de quien se decía que se alimentaba de la sangre de los niños no circundados. Lilith es inspiradora de muchos personajes de vampiresas seductoras en la ficción por su acentuado carácter sexual, como es el caso de la serie francesa dirigida por Louis Feuillade Les vampires (1915) con Jeanne Roques (‹‹Musidora››) como líder de una banda ‹‹vampírica››. Por otro lado, el arquetipo de la mujer fatal se ha puesto de relieve no solo en la Biblia, también la literatura, la pintura y, cómo no, en el cine, uniendo la belleza extrema con la capacidad de convertirse en la perdición de cualquier hombre.

Los primeros vampiros se asocian con deidades femeninas como Kali, Ishtar, Isis o Cibeles. Sin embargo, estos seres no eran llamados vampiros, eran las deidades de la muerte, la guerra y el mundo subterráneo. En Europa, ‹‹vampiro›› es un término que comenzó a ser usado en el siglo XVIII gracias a la literatura gótica inglesa con obras, entre otros, de August Bûrger (Leonore, 1773), Goethe (La novia de Corinto, 1797) o Samuel Taylor (Christabel, 1797). El siglo siguiente, autores románticos como Baudelaire, Polidori (Vempyre, 1819), Sheridan Le Fanu (Carmilla,1872) o Drácula (1897) de Bram Stoker’s ahondan en el mito. Trascendiendo ambas corrientes (lo gótico y lo romántico) la novelista gallega Emilia Pardo Bazán, siguiendo la saga, publicaría en 1901 una novelita corta: Vampiro.

La antropología explica el origen de este fenómeno remontándose a los tiempos de la prehistoria y las sociedades paleolíticas cazadoras y recolectoras (puede remontarse a la caza y al miedo a la oscuridad en las sociedades neolíticas) y quizás sea esta una explicación a la aparición de entidades ‹‹vampíricas›› en culturas distintas, ancestrales y alejadas geográficamente, comenzando con la vampira bíblica Aluga, que atacaba sexualmente a los hombres durante sus sueños. Su primera aparición se encuentra en Babilonia, donde se le conoce como Alu o Alukah'a[1].

 El fenómeno está presente en culturas tan antiguas como la sumeria (Alu y Ekimmu), mesopotámica (Utukku), china (Jiang Shi), filipina (Aswang), indú (vampiras Daikin), brasileña (Jarcaca, Lobishomen y Pishtaco) o mexicana (Tlahuelpuchis). En la vieja Europa, prácticamente en cualquier país, ya sea Alemania (Nachzehrer), Grecia (Empusa, Vrykolokas y Lamias), Francia (Clarimonda, Noctícula, Bensozia), Gales (Gwrach y Rhibyn) o Islandia (Draugr) podemos encontrar entidades con similares características. En la antigua mitología celta se encontraban unas criaturas (las Gwrach y la Rhibyn), una extraña combinación de hada, mensajera y vampiro que esperaban en los caminos de Gales a los viajeros, para informarles acerca de su fin y de paso, beber su sangre. También se encuentran estas criaturas en los Estados Unidos, como las vampiras Nelly Vaughan y Sarah Tillinghast de la zona rural de Rodhe Island; Mercy Brown de Nueva Inglaterra o Delphine Lalaurie de Nueva Orleans. En todos los lugares citados es posible encontrar una rica tradición vampírica.

Estas entidades mitológicas, si bien son diferentes en algunos de sus aspectos, mantienen una remarcable unidad en su esencia: una criatura que vuelve de la muerte para alimentarse del elixir de la vida, la sangre. Sin embargo, a pesar de la existencia de mitos acerca de estas criaturas en la Antigüedad, el folclore de la entidad que hoy conocemos como «vampiro» se origina casi exclusivamente a partir de principios del siglo XVIII en el sureste de Europa, especialmente desde Rumanía, Hungría y Serbia.

La figura de la mujer vampiro invadirá los relatos y poemas del Romanticismo europeo representando la seducción de la oscuridad y del mal. La femme fatale vampírica reúne en sí las principales características del mito de la mujer peligrosa para el hombre, desde la Carmilla de Sheridan, hasta Roja como la sangre de la británica Tanith Lee[2], pasando por Stephen King, H. P. Lovecraft, Francis Marion Crawford y la época dorada de la revista Weird Tales, revista ‹‹pulp››[3] estadounidense de fantasía y terror fundada por J. C. Henneberger y J. M. Lansinger en marzo de 1923. Quizás, el caso más llamativo es el de la condesa húngara Erzsébet Báthory de Ecsed (1560-1814), que ha pasado a la historia, acusada y condenada, de ser responsable de una serie de crímenes motivados por su obsesión por mantener la belleza y, como consecuencia, su sobrenombre; ‹‹Condesa Sangrienta››, la asesina en serie más grande de la historia de la humanidad (650 muertes). En nuestro país sobresalen vampiras como la ‹‹xuxona›› o bruja vampira gallega, la ‹‹guaxas›› asturianas, las ‹‹guajonas›› cántabras o las llamadas ‹‹Brujas del Bailadero›› de Anaga, en Tenerife.

Y el mito se ha ido expandiendo gracias al poderío del cine, con películas que tienen como tema principal el vampirismo. En nuestro país, por poner un ejemplo, la primera película que trata de ello es Un vampiro para dos, en género de comedia, dirigida en 1965 por Pedro Lazaga, con Gracita Morales, López Vázquez y Fernán Gómez como el barón Rosenthal, último miembro de una saga de vampiros. No obstante, los vampiros han ocupado las pantallas de cine desde sus comienzos, durante los años del cine mudo (o silente), hasta nuestros días. Entre las películas de la etapa silente destacamos algunos títulos internacionales que tienen como protagonista en varios casos a una vampira o femme fatale: Vampyrdanserinden (La bailarina vampiro, Dinamarca, 1911), con Clara Wieth; Vampe di Gelosia (Italia, 1912) con María Jacobini; Nacht des Grauens (Alemania, 1916) con Emil Jannigs; The Vampire (Estados Unidos, 1913), con Alice Hollister;  Lilith and Ly (Austria, 1919); Wampiry Warszawy (Polonia, 1925); Vampire a du Mode (Francia, 1928); The Wife and the Vampire (India, 1931).

Retomando las producciones españolas de los años 70 destacamos las dirigidas por Jesús ‹‹Jess›› Franco, sin duda el principal director español de películas de vampiros. Contó con la presencia de Christopher Lee para rodar su propia versión de la novela de Bram Stoker’s en coproducción con Alemania e Italia, a la que tituló El conde Drácula; La noche de Walpurgis (1970) dirigida por León Klimovsky. Le siguieron otras producciones: La novia ensangrentada (1972) con Alexandra Bastedo, Ceremonia sangrienta (1973) con Lucía Bosé, La tumba de la isla maldita (1974) con Teresa Gimpera. En 2010 se estrenó Empusa, inspirada en unas criaturas mitológicos griegas, conocidas con este nombre. Eran hijas de Hécate, poseían habilidades para cambiar su forma física. Seducían y luego chupaban la sangre de sus amantes hasta matarlos. Las fuentes principales donde se mencionan a las Empusas son Aristófanes (Las ranas) y Filóstrato (La vida de Apolonio de Tiana).

 

                                      Rosa M. Ballesteros García

                         Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                     “benaltertulias.blogspot.com”



[1] La Biblia menciona a Aluga en Proverbios 30:15. La palabra hebrea “aluga” significa sanguijuela.

[2] Una relectura de la historia de Blancanieves y los siete enanitos desde una perspectiva vampírica.

[3] Publicaciones baratas y de escasa calidad material, muy populares en los Estados Unidos desde 1896 hasta finales de la década de 1950.


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